El escándalo de las mamografías retrata la grave crisis de la sanidad pública andaluza
Los expertos critican a la Junta de Moreno por intentar solventar el problema duplicando el cribado diagnóstico, pese a contar con unas plantillas ya mermadas
A la sanidad pública andaluza, mil veces cuestionada por usuarios, médicos y enfermeras, con retrasos acuciantes en su atención primaria y hospitales, y graves errores que reconoce la propia Junta de Juan Manuel Moreno (PP), solo le faltaba para estar contra las cuerdas ...
A la sanidad pública andaluza, mil veces cuestionada por usuarios, médicos y enfermeras, con retrasos acuciantes en su atención primaria y hospitales, y graves errores que reconoce la propia Junta de Juan Manuel Moreno (PP), solo le faltaba para estar contra las cuerdas un escándalo con enfermas de cáncer que se juegan la vida con cada resultado clínico. El deterioro de un servicio sanitario desbordado ha tocado una tecla muy sensible: algunas pacientes de cáncer de mama con diagnóstico dudoso han visto cómo ese mal funcionamiento ha abierto la puerta al desarrollo de sus tumores y ha provocado incluso la muerte de personas, según los testimonios recogidos.
Hasta ahora, la Junta de Andalucía (PP) ha capeado las cíclicas manifestaciones de la marea blanca, las continuas quejas de los sindicatos, las investigaciones judiciales por los contratos sanitarios de emergencia y los ataques de la oposición. Pero ahora la crisis parece distinta. A solo nueve meses de las elecciones, Juan Manuel Moreno afronta su peor brete y la respuesta para atajar el problema ha sido una huida hacia delante.
Este viernes el presidente andaluz reconoció su enfado y el error, lo que evidenció la gravedad del escándalo: “Cambiaremos el protocolo. Esto, lamentablemente, y digo lamentablemente porque es todo lamentable, nos servirá para mejorar el cribado”.
En vez de recoger cable, la primera respuesta de Moreno fue doblar la apuesta para superar el trance. A partir del año que viene, la Junta ampliará el cribado de cáncer de mama a las mujeres de entre 45 y 75 años, por lo que el programa de detección precoz sumará medio millón de andaluzas más. Hoy realiza 480.000 mamografías a mujeres entre 48 y 71 años, pero los retrasos son crónicos, de más de tres años, y han sido provocados por la escasez de plantillas, según los profesionales sanitarios que conocen las tripas del sistema.
“Escuché la ampliación del cribado y dije: ¿qué locura es esta? Será que estamos en campaña”, expresa espontánea Lola Moreno, delegada del Sindicato Médico y radióloga en el Hospital Virgen del Rocío en Sevilla, centro de referencia de la comunidad y principal foco de los retrasos en los diagnósticos.
Rafael Bengoa, exdirector del servicio de salud de la Organización Mundial de la Salud y exconsejero vasco, pone el dedo en la llaga de una sanidad pública en continua mejora por las exigencias políticas, pero con costuras rotas en un traje inmenso: “Mientras no tengamos organizado lo básico, no se puede añadir cosas al sistema, que está muy politizado. Es un modelo trampa en el que siempre hay gente pidiendo más”.
El sistema de salud andaluz da protección a una población de 8,6 millones de andaluces. La Junta tiene tres cribados gratuitos para detectar cáncer: el de mama, el de colon y el de cuello de útero. Y si el pasado febrero la Consejería anunció que el de cuello de útero, que provoca 18.000 muertes en la región cada año, se ampliaría de manera progresiva hasta llegar a las mujeres de 25 a 65 años, ahora le ha tocado el turno al de mama, pese a los problemas detectados. “Pronto pasaremos a generalizar el de pulmón en las autonomías y en algunos países europeos el de próstata. Los sistemas de información deben tener alertas inmediatas cuando ha habido un fallo de comunicación con los pacientes”, ilustra el experto sobre el caso andaluz.
Una auditoría externa
La Junta, a través de su anterior consejera, Catalina García, conoce al menos desde principios de 2024 los graves retrasos en los diagnósticos de cáncer de mama, pero no los corrigió. Bengoa recomienda una auditoría externa pese a que la Junta hará una interna: “Es necesario analizar los eventos adversos por un grupo independiente. Nadie esperaría que un accidente aéreo se analizara por los pilotos del accidente”.
En el Virgen del Rocío, solo cinco radiólogos analizan miles de mamografías de las mujeres cada año. “Es evidente que la plantilla es corta y me ha extrañado que la polémica no saltara antes. La sensación es ‘te doy algo maravilloso como un cribado general, pero no lo doto de medios’. O le dices a la población a las claras que no puedes, o contratas a más gente”, censura Moreno.
Ahora, como la Consejería ha ordenado revisar las pruebas de las 2.000 mujeres con casos de dudas, los dos radiólogos que elaboran informes de pruebas TAC [con rayos x] de pacientes oncológicos, dejarán de hacerlo, denuncia Rafael Ojeda, presidente del Sindicato Médico en Andalucía. Es decir, se primará a las mujeres de cáncer de mama para que crezca la montaña de expedientes de pacientes oncológicos y los retrasos se trasladen de sitio. “Van apagando fuegos”, añade la radióloga.
Las mamografías siempre son analizadas por dos radiólogos independientes para descartar fallos, y si uno de los dos considera que hay dudas, la mujer debe ser derivada a su hospital para otra mamografía más concreta o una ecografía. Para analizar la nueva prueba diagnóstica, la paciente acude a una consulta con el radiólogo, que dura al menos 30 minutos. “Ahí está el cuello de botella”, aclara Moreno.
Un radiólogo de un hospital de la provincia de Cádiz, que exige anonimato por miedo a represalias, confirma los excesos laborales: “En el SAS siempre pasa igual, llega un jefe y dice ‘a partir de mañana, ampliamos el cribado de colon y veremos más colonoscopias’. ¿Con qué medios?, preguntamos. ‘Con ninguno’, responde. Y claro, la gente cabreadísima porque es una sobrecarga de trabajo para la que no te dan medios, esa es la base del problema”.
Las voces que estiman que la sanidad pública andaluza se acerca al colapso se han multiplicado esta semana. Pero esté cerca o no en el tiempo, sí es cierto que esta crisis ha expuesto un flanco muy dañino para la imagen de eficacia que la Junta andaluza quiere transmitir. Ello a pesar de que el presupuesto de la Junta en sanidad alcanzó los 15.247 millones, un 55% más respecto a 2018, último año de gobierno socialista en la región.
“A nadie le interesa el colapso de la sanidad pública, pero vamos de cabeza a ello. El paciente que se lo puede permitir se va a la privada. Y cuando tengamos un 50% de la población con seguro privado, ¿quién va a querer sanidad pública?”, interroga Rafael Ojeda, presidente del Sindicato Médico en Andalucía. Hoy el porcentaje de población con seguro privado es del 22% con dos millones de andaluces, un 25% más desde que el PP gobierna la región.
Coincide en el diagnóstico José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y ex secretario general del Ministerio de Sanidad: “Ya está pasando. Buena parte de las necesidades de la gente no están atendidas, y ello condiciona el crecimiento de los seguros privados. Y eso es una desigualdad”. Para este experto, además de una gestión manifiestamente mejorable, la cronicidad y el envejecimiento de la población es la razón que ha agrietado la sanidad pública andaluza la última década.
Ya hay un millón de andaluces con cinco o más enfermedades crónicas y el 45% de ellos toma más de 10 medicamentos, según el plan andaluz de atención a la cronicidad 2025-2028, publicado el pasado marzo. Mientras, la factura farmacéutica de la Junta se ha disparado hasta los 4.200 millones.
En la atención primaria nunca se habían visto los retrasos actuales de más de una semana para ver al médico de cabecera en algunos centros de salud saturados. Martínez Olmos urge a reorientar la atención primaria y ampliar equipos con más enfermeros, farmacéuticos y geriatras. “El sistema es hoy dual, y quienes buscan solución en la privada tienen la sensación de que pagan doble, su seguro privado y los impuestos. Eso es fuente de deslegitimación del sistema público. Por eso la reforma requiere consenso y luces largas, hay que echarle 8 o 10 años para reorientar el sistema. También hay un problema de gestión, no cabe duda”, remata.
El Gobierno andaluz anunció el viernes un plan de choque para revertir la comunicación en el cribado de cáncer de mama e intentar corregir la gestión inicial de la consejera de Salud y Consumo, Rocío Hernández, que mostró muy poca empatía con las víctimas e incluso les reprochó sus quejas y habló de “manipulación” del sistema andaluz de salud. De momento no habrá relevo, pero el descontento con Hernández es indisimulado en la sede de la Presidencia de la Junta.
Una de las peores derivadas de la crisis es que su final no está nada claro y se puede alargar de manera peligrosa para Moreno, con las urnas a la vuelta de la esquina. El fallo masivo ha afectado a 2.000 personas en los últimos tres años, según la Junta, pero pueden ser muchos más los pacientes perjudicados, ya que los retrasos son crónicos y los hospitales que no avisaron de los resultados dudosos en las mamografías siempre han actuado así con su protocolo propio, según admiten fuentes del Gobierno andaluz. Es decir, que si una paciente sufrió retrasos en 2019 y perdió un pecho, o falleció, y ahora sus familiares deciden interponer una demanda por retrasos o mal diagnóstico, las posibilidades de que tenga éxito son altas. Y ese dolor de cabeza y mala publicidad para la Junta se puede multiplicar porque el tema atañe a la supervivencia y la calidad de vida de las personas.