Elizabeth Comen: “Es fácil encontrar mujeres a las que les han llamado histéricas o ansiosas por un problema real de salud”
La oncóloga es autora de ‘No seas exagerada. Historia de cómo la medicina olvidó a las mujeres y por qué es importante arreglarlo’
Cuando se extendió el uso de la bici, en algunos lugares estaba muy mal visto que las usaran las mujeres. Se les podía quedar “cara de bicicleta”. “Los labios exangües de llevarlos siempre apretados; los ojos desorbitados; el rostro pálido, arrodalado y ojeroso, y la frente marcada de tanto fruncir el ceño”. En la literatura médica del siglo XIX era frecuente encontrar advertencias sobre los peligros del velocípedo para la salud femenina.
Es uno de los muchos casos que la oncóloga Elizabeth Comen narra en su libro ...
Cuando se extendió el uso de la bici, en algunos lugares estaba muy mal visto que las usaran las mujeres. Se les podía quedar “cara de bicicleta”. “Los labios exangües de llevarlos siempre apretados; los ojos desorbitados; el rostro pálido, arrodalado y ojeroso, y la frente marcada de tanto fruncir el ceño”. En la literatura médica del siglo XIX era frecuente encontrar advertencias sobre los peligros del velocípedo para la salud femenina.
Es uno de los muchos casos que la oncóloga Elizabeth Comen narra en su libro No seas exagerada. Historia de cómo la medicina olvidó a las mujeres y por qué es importante arreglarlo (Temas de hoy). El prejuicio con respecto al deporte femenino ha durado hasta hace poco. Otros, todavía continúan. Este mismo mes, se ha publicado un estudio que muestra que las mujeres siguen infrarrepresentadas en los ensayos clínicos de enfermedades cardiovasculares, un viejo problema que ha causado dificultades en el diagnóstico y el tratamiento de estas dolencias.
Pregunta. Comienza el libro señalando que muchas de sus pacientes sienten vergüenza por su enfermedad, algo que, por lo general, no les sucede a los hombres.
Respuesta. Lo que me impulsó a escribir el libro es desentrañar lo que considero un legado de vergüenza sobre el cuerpo femenino, la incomprensión, las deficiencias en nuestro sistema de salud y cómo esto se refleja en la consulta médica. Refleja la idea de que la medicina no surge de la nada, sino que está muy relacionada con la cultura, la sociedad, la religión. No sorprende que las mujeres se disculpen más en el ámbito laboral y en la sociedad. Cuando se trata de nuestros cuerpos, hay una capa de vergüenza que se ha mantenido a lo largo de la historia.
P. Repasa muchos casos de mujeres maltratadas por la medicina a lo largo de la historia. ¿Cuál es el que más le impactó?
R. En cada subespecialidad médica actual siempre hay alguna historia absolutamente impactante, ya sea la extracción de dientes a mujeres como tratamiento para presuntos trastornos mentales o la suposición de que la masturbación era la causa de todo, desde el asma hasta la escoliosis.
P. La falta de información y muchos prejuicios persisten. ¿Cuáles son los más preocupantes?
R. Para avanzar realmente en la medicina, es necesario pensar en la atención clínica, pero también en la investigación. Y el problema de esta deficiencia durante tanto tiempo es que, al menos en Estados Unidos, no fuera hasta 1993 cuando se exigió la inclusión de mujeres en ensayos clínicos financiados por la comunidad o por el gobierno. No fue hasta 2016 cuando tuvieron que informar sobre el sexo de los ratones con los que trabajaban, si estaban realizando estudios con animales. El problema es que aún queda mucho por hacer en cuanto a datos a largo plazo sobre mujeres para enfermedades como cardiopatías, gastroenterología y trastornos neurológicos.
Cuando desarrollamos la vacuna contra la covid, por ejemplo, nadie incorporó la menstruación como criterio de valoración, y aun así, muchas mujeres se asustaron cuando sus periodos se volvían irregulares o se retrasaban, y no había datos que permitieran determinar si esto era normal o no. El hecho de que este sea un criterio de valoración obvio para la salud femenina y no se incluyera en estos ensayos clínicos masivos demuestra una falta de sensibilidad de la que creo que ya nos estamos alejando.
P. ¿Cuáles son los grandes avances en salud femenina en los últimos años?
R. En mi profesión, en el campo del cáncer de mama, hemos transformado el panorama del tratamiento de las pacientes, no solo en términos de supervivencia, sino también de calidad de vida. Creo que se ha prestado cada vez más atención a todos los aspectos, en particular a los trastornos cardíacos y autoinmunes. Existe una creciente concienciación sobre ciertos trastornos que afectan exclusivamente a las mujeres, como la endometriosis y los fibromas; enfermedades que se presentan de forma diferente en mujeres que en hombres, como las cardiopatías; y aquellas que se presentan con mayor frecuencia en mujeres que en hombres, como el Alzheimer o las enfermedades autoinmunes.
P. Es crítica también con la cirugía estética.
R. Gran parte del campo de la cirugía plástica se construyó sobre hombres que operaban a mujeres. Claro que eso ha cambiado, pero la diferencia entre lo que las mujeres desean y lo que creen que deberían hacer se ha visto profundamente influenciada por esas dinámicas. ¿Las mujeres iban a volverse inseguras y a tener complejos por ser menos atractivas o por tener los pechos pequeños [en el libro narra que se llegaron a rebautizar “con un término médico que sonaba aterrador: micromastia, que no tardó en aparecer en los manuales de referencia”]? El campo de la cirugía plástica capitalizó esta patologización de lo que es una variación normal. En cuanto a cómo relacionar esto con la mejora de la salud mental de las mujeres en algunos entornos o con su autoestima, creo que es una cuestión muy personal. Espero que quienes se sometan a cualquier tipo de cirugía estética hayan evaluado en qué consiste esa opción. ¿Qué los motiva, ya sean hombres o mujeres, a cambiar su cuerpo o algo que, por lo demás, es saludable, pero que no les resulta estéticamente atractivo?
P. El entrenamiento de fuerza es muy popular hoy en día, pero hasta hace muy poco, estaba prácticamente prohibido para las mujeres. ¿Cómo ha perjudicado esto su salud?
R. ¡Tremendamente! Sabemos que la fuerza muscular es clave para la longevidad. Todavía hoy veo clases de Pilates que prometen que no te pondrás voluminoso. Claro que no. Tampoco levantando pesas necesariamente, pero ha habido mucho miedo a que las mujeres levanten pesas. Y, sin embargo, sabemos que esto es esencial para la salud ósea de las mujeres. Es esencial para su equilibrio. Es esencial para un envejecimiento saludable. Pero la mayoría de los médicos no tienen ni idea [sobre entrenamiento de fuerza]. Y, desde luego, no tienen ni idea de cómo educar a los pacientes. Así que a menudo les decimos: “Hagan ejercicio 30 minutos al día, cinco días a la semana”. Y nadie sabe de qué demonios están hablando.
P. Un capítulo está prácticamente dedicado al estreñimiento femenino. Explica cómo incluso algo tan básico como ir al baño ha sido tabú para las mujeres y cómo esto las ha perjudicado; cómo aguantar las ganas de deponer por vergüenza o prejuicios sociales puede agrandar el colon, lo que produce a su vez más problemas gástricos y hace más complicadas las colonoscopias en las mujeres.
R. A nuestro cuerpo no se le ha permitido ser normal ni tener funciones corporales normales. Ya sea en el sexo, en los hábitos intestinales, pero también en la micción: asumimos que la urología afecta a los hombres, pero las mujeres también orinan. A menudo se sienten profundamente abandonadas en estos aspectos, ya sea con el sistema urinario o con las deposiciones. Y, sin embargo, todo esto forma parte de lo que significa ser humano. Y creo que cuanto más podamos permitir que las mujeres tengan el mismo acceso a la atención médica, a ser escuchadas y a cerrar las brechas de cientos de años de desconocimiento, mejor será nuestra sociedad.
P. Antiguamente, era común el diagnóstico de histeria. ¿Hasta qué punto sigue presente la idea en la mente de los médicos?
R. Es fácil encontrar en un grupo de mujeres a alguna que la hayan llamado histérica o ansiosa por su salud cuando algo realmente estaba sucediendo. Si le pidieras a un grupo similar de hombres que levantaran la mano en la misma situación, muy pocos lo harían. Creo que debido a la falta de conocimiento sobre la salud femenina, es común asumir que la carga recae sobre la paciente y que en realidad solo está ansiosa o tiene algún problema psicológico, cuando en realidad podría tener algo real, diagnosticable o no, porque no hemos invertido en ello.