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Los católicos LGTBIQ+ entran por la Puerta Santa del Vaticano

Por primera vez en la historia de la Iglesia, este sábado participa públicamente en el Jubileo un millar de creyentes del colectivo, un paso inédito en su lenta aceptación en la institución

En la tarde de este sábado unos 1.300 católicos del colectivo LGTBIQ+, fieles, sacerdotes y religiosas, familiares y simpatizantes, de medio centenar de asociaciones de 30 países, cruzarán la Puerta Santa de la basílica de San Pedro en un peregrinaje del Jubileo. Nunca había oc...

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En la tarde de este sábado unos 1.300 católicos del colectivo LGTBIQ+, fieles, sacerdotes y religiosas, familiares y simpatizantes, de medio centenar de asociaciones de 30 países, cruzarán la Puerta Santa de la basílica de San Pedro en un peregrinaje del Jubileo. Nunca había ocurrido en la historia de la Iglesia y será un momento crucial, de visibilidad sin precedentes de estos creyentes en la vida católica. En torno a medio centenar de participantes llegan desde España.

Es un gesto inédito, programado y aprobado por Francisco, el papa que abrió las puertas de la Iglesia al colectivo, pero que León XIV ha avalado silenciosamente, a su estilo. Este lunes, el Papa recibió al jesuita James Martin, referencia en el mundo católico en la inclusión del colectivo LGTBIQ+ y cuya organización, Outreach, es una de las que participa en el acto del Jubileo. Al salir, Martin estaba emocionado: “Me ha conmovido escuchar el mismo mensaje que escuchaba a Francisco sobre los católicos LGTBI+, un mensaje de apertura y acogida”.

Para los católicos del movimiento el paso de la Puerta Santa es un hito, después de años de trabajo menos visible en parroquias y comunidades. “Es muy bonito porque la Iglesia nos está diciendo claramente que somos bienvenidos, plenamente”, explica Alessandro Previti, de 41 años, y que trabaja en artes gráficas. Es uno de los responsables de la asociación La Tenda de Gionata (La tienda de Jonatán, en referencia al personaje bíblico ligado por una profunda amistad a David), una de las principales agrupaciones de católicos LGTBIQ+ de Italia.

Para calibrar el significado de la iniciativa hay que pensar que en el año 2000, coincidiendo con el último Jubileo ordinario, se celebró en Roma el World Pride, algo que fue condenado y considerado una ofensa por Juan Pablo II. O que el 13 de enero de 1998 se quemó vivo en la plaza de San Pedro, para morir días después, el poeta gay Alfredo Ormando, para protestar por la demonización de la Iglesia hacia los homosexuales. O, más recientemente, que en las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) de Lisboa, en 2023, fue apedreado un grupo de representantes del Centro Arcoiris.

Ahora la imagen será muy distinta: más de un millar de fieles del colectivo LGTBIQ+ desfilarán esta tarde a partir de las tres con una cruz a lo largo de Via della Conciliazione y entrarán en la basílica, como han hecho durante este año jubilar muchos otros grupos católicos. Los promotores subrayan que no es un momento de reivindicación, ni una especie de Orgullo católico en San Pedro, sino un hecho espiritual y de participación. “Lo veo como un momento de reset, no para llegar enfadados. Nos dan la bienvenida, podemos volver a empezar”, afirma Previti. No obstante, en medios digitales ultraconservadores ya se han extendido mensajes alarmistas y se clama al cielo. De ahí que el Vaticano lo está gestionando con mano izquierda.

El acontecimiento llega en sordina, los participantes no serán recibidos por el Papa y no está explícitamente en el programa oficial del Jubileo del Vaticano como peregrinación ―sí que aparecen las de otros colectivos o categorías: Jubileo de los jóvenes, de los migrantes, de los periodistas...―, pero es lo que es. Aparece mencionado como iniciativa de “La Tenda de Gionata y otras asociaciones”. La idea, según relata Previti, surgió en una cena de algunos miembros de la agrupación, que decidió mandar una carta al Vaticano con la propuesta, a ver qué pasaba: “Cuando llegó la respuesta, éramos incrédulos, fue una sorpresa, una gran emoción”. En realidad, el peregrinaje se incluyó en el programa del Jubileo, con cierto revuelo, pero en diciembre se cayó misteriosamente, para reaparecer una semana después.

Lo cierto es que la aceptación de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia ha sido durante el pontificado de Francisco uno de los asuntos más controvertidos en el choque interno entre los sectores progresistas y conservadores. Tras la muerte de Jorge Mario Bergoglio, se impuso la incertidumbre sobre qué haría su sucesor. Si seguiría el camino abierto por el papa argentino o echaría el freno. Sergio Caravaggio, que peregrina esta semana hasta Roma con un grupo de 30 personas, entre ellos un sacerdote, confiesa que aún se lo pregunta. Habla al teléfono este jueves mientras recorre la última etapa, hasta Castel Gandolfo: “Espero que el Papa nos salude el domingo en el Ángelus”. Su grupo, que lleva una cruz con los colores del arcoíris, se unirá el sábado al resto de asociaciones, aunque ese día la que encabezará la marcha será una de madera, sencilla y sin emblemas.

Caravaggio precisa en todo caso que, en su opinión, “la gran mayoría de la Iglesia” les acoge, y que solo están en contra “pequeños grupos fundamentalistas”. Es su experiencia en nueve años de peregrinaciones de este tipo, que organiza desde 2017. Marchas por itinerarios espirituales de Italia con paradas en monasterios, parroquias, centros religiosos. “En todas partes nos reciben con los brazos abiertos, con alegría, nos animan a seguir. Somos católicos, homosexuales, bisexuales, transexuales, hablamos con todos, damos testimonio, y todos nos reciben bien”. Este miércoles, por ejemplo, al llegar a Velletri fueron recibidos por el obispo, Stefano Russo. “Ha querido conocer nuestra experiencia, hemos hablado, sobre todo ha escuchado”, relata.

Acercamiento de obispos italianos

Para Caravaggio, con Francisco “ha habido una gran apertura pastoral, pero no teológica”. “La teología de la Iglesia sobre este tema no ha cambiado, pero la actitud sí. De una forma de exclusión, casi de miedo hacia nosotros, se ha pasado a una forma de inclusión, de comprensión y escucha, como hizo ayer el obispo de Velletri”, explica. Espera que con el paso de los años también la teología cambie.

En la Iglesia italiana se abre paso lentamente un acercamiento al colectivo: el primer acto en Roma este viernes, en la víspera de la entrada en San Pedro, fue una misa a las ocho de la tarde en la iglesia del Gesú, el gran templo de los jesuitas, oficiada por el obispo de Cassano all’Jonio, Francesco Savino. Es vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana y uno de los prelados que se han destacado por su apoyo a estos creyentes. En la Iglesia católica española los apoyos públicos son muy minoritarios. Por ejemplo, el cardenal de Madrid, José Cobo, recibió en julio a Crismhom, comunidad de creyentes LGTBIQ+ de Madrid, y en agosto mandó un comunicado de apoyo a la asamblea de la Red Mundial de Católicos Arco Iris celebrada la ciudad. En él, les dijo expresamente que esperaba que el encuentro “sirva para disponeros con intensidad para entrar por la Puerta Santa”.

Pilar Escotorin, chilena de 55 años, profesora de Psicología de la Comunicación que trabaja con personas trans, es una de las participantes en el Jubileo que llega desde España. Cree que el acto de este sábado es “una señal de esperanza muy importante”. “Hay personas más conservadoras que tienen muchísimo miedo y tenemos que tomar en serio estos miedos, porque luego generan muchas cosas que no son cristianas. Tenemos que aprender a convivir sin dañarnos, con un conocimiento recíproco. Mostrar que la Iglesia es un espacio de amor, de encuentro. Por eso es tan importante este peregrinaje, la Puerta Santa no excluye a nadie. Las personas dicen: ‘Yo estoy aquí, siempre hemos estado y vamos a seguir estando”, reflexiona.

Escotorin forma parte de los amigos y parientes que acompañan al colectivo, y señala el desamparo que han vivido muchas familias creyentes cuando, de pronto, han sufrido la discriminación de sus hijos o hijas: “Se les derrumba el mundo porque eran parte de una Iglesia en la que sus hijos no podían estar”. También subraya la crisis personal de sacerdotes y religiosos gais o monjas lesbianas que no lo pueden decir, porque serían apartados, “aunque es algo que no tiene nada que ver con su vocación y estén de acuerdo con el voto de castidad”. En ese sentido, señala el paso que dieron en 2022 en Alemania 125 sacerdotes, profesores de teología y católicos practicantes que revelaron públicamente su homosexualidad. “La visibilidad es importante para liberar de la presión emocional a las personas que viven con esto, porque esto genera muchísimos problemas de salud mental. Yo creo que si al menos cada católico fuera un espacio seguro para una persona LGTB, eso ya cambiaría todo, haríamos de la Iglesia y del mundo un lugar mejor”.

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