La Conferencia Episcopal de Perú apoya a la víctima del cardenal Cipriani y la “sabia decisión” del Papa de apartarle

Los obispos peruanos se suman a la defensa del denunciante y de Francisco, tras las críticas del exarzobispo de Lima, del Opus Dei, que niega las acusaciones de pederastia

El cardenal y exarzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, recibe el pasado 7 de enero la medalla al mérito del ayuntamiento de la capital peruana, de manos del alcalde, Rafael López Aliaga.Municipalidad de Lima

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos...

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EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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La Presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) ha salido también a apoyar a la víctima de abusos del cardenal Juan Luis Cipriani, un caso destapado por EL PAÍS, y a defender al Papa, a quien el exarzobispo de Lima, del Opus Dei, criticó por haberle castigado “sin haberme escuchado”. Cipriani, de 81 años, replicó que considera “falsas” las acusaciones. Francisco le impuso en 2019 un precepto penal, firmado y aceptado por el clérigo, en el que le ordenaba el exilio y le prohibía llevar símbolos cardenalicios y hacer declaraciones públicas. No obstante, regresó a Lima el pasado 7 de enero, donde recibió la medalla al mérito del ayuntamiento de la capital, de manos del alcalde, Rafael López Aliaga, también miembro del Opus Dei.

En un comunicado que lleva como título una cita del Evangelio, “La verdad les hará libres”, la CEP lamenta “el dolor sufrido por la víctima de abusos” y pide “a todo el Pueblo de Dios que respete la voluntad de la víctima de permanecer en el anonimato”. La institución, en la que acaba de ser elegido como nuevo presidente el obispo de Lurín, Carlos García, emitió su nota la noche del martes, horas después que el cardenal y arzobispo de Lima, Carlos Castillo, difundiera un durísimo mensaje llamando a Cipriani y otros acusados de pederastia a admitir la verdad, “abandonando las vanas justificaciones y el empecinamiento”. Se refería también al otro gran escándalo que ha sacudido estos meses a la Iglesia peruana, la orden del Papa de disolver el Sodalicio de Vida Cristiana, un poderoso grupo ultraconservador con rasgos de secta, donde han surgido desde hace diez años acusaciones de pederastia, abusos físicos y psicológicos y corrupción financiera.

Ambas declaraciones siguen a la toma de posición del Vaticano, que replicó a las críticas de Cipriani confirmando la noticia publicada por este diario y recordándole que el castigo impuesto seguía en vigor. De hecho, el comunicado de los obispos lo menciona expresamente, pues se emite tras “la confirmación, por el director de prensa del Vaticano, de que se aplicaron algunas medidas disciplinarias una vez que se comprobó la veracidad de los hechos”.

El caso arrancó en el verano de 2018, cuando el Papa recibió una carta de un hombre que hoy tiene 58 años que acusaba al cardenal Cipriani de haber abusado de él cuando tenía entre 16 y 17 años, en 1983, en un centro del Opus Dei en Lima. Afirmaba que durante la confesión le hacía tocamientos en las nalgas por debajo de la ropa, le acariciaba y le daba besos. Además, afirmaba que ya entonces informó a la Obra, pero los responsables de la organización no hicieron nada. Es decir, según su relato, el Opus Dei ignoró la acusación durante 35 años. Después, Cipriani fue nombrado vicario del Opus Dei en Perú en 1986, máxima autoridad de la entidad en el país; en 1988 fue obispo auxiliar de Ayacucho, y arzobispo en 1995; hasta que en 1999 fue designado arzobispo de Lima.

El Opus Dei de Perú emitió una nota el sábado, tras la publicación de la noticia, pero de tono muy distinto al de Cipriani. En ella, el vicario regional de la Obra en Perú, Ángel Gómez-Hortigüela, admitía que la víctima quiso reunirse con él en 2018, para informarle de los abusos, pero se negó a recibirlo, y le pedía perdón por ello. Además, pese a señalar que “no hay registro de ningún proceso formal” en 1983, no descartaba que se hubiera producido la denuncia: “En esa época no se tenía la misma conciencia que hoy sobre los procedimientos más adecuados para acompañar a los implicados”. Reconocía que “hoy sería imposible que una denuncia quede sin registro”.

La Iglesia peruana pretende zanjar con su comunicado un convulso debate que ha creado divisiones entre los fieles, en un país en el que el Opus Dei es una organización muy influyente. Se ha abierto una brecha, con ataques al Papa, entre partidarios y detractores de Cipriani, que ha cuestionado el castigo y sigue manteniendo su inocencia. El alcalde de Lima, por ejemplo, Rafael López Aliaga, aseguró que la denuncia contra el cardenal es “una gravísima difamación”. La municipalidad de Lima no ha aclarado si retirará la condecoración otorgada al clérigo.

Por el contrario, la CEP ahora respalda expresamente “la sabia decisión del Santo Padre” de imponer medidas disciplinarias al purpurado, “al unir en ella la justicia y la misericordia”. “Nos sentimos apenados al conocer las recientes noticias acerca del cardenal Cipriani”, dicen los obispos, y añaden que “reafirmamos nuestra cercanía a todas las víctimas de cualquier tipo de abuso”.

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