Nuevas acusaciones en Bolivia a raíz del diario de un cura pederasta: “Había otros jesuitas que abusaban de niñas”

Ocho testimonios señalan a otros dos profesores, compañeros de Alfonso Pedrajas en los años ochenta el colegio Juan XXIII en Cochabamba: Francesc Peris, apodado ‘Chesco’, y Carlos Villamil, conocido como ‘Vicu’

Francesc Peris, apodado 'Chesco', acusado de abusar de niñas, posa junto a un grupo de alumnos del colegio Juan XXIII de Cochabamba, en los años ochenta.

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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Intentaba aguantar el sueño y estar despierta...

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EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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Intentaba aguantar el sueño y estar despierta durante toda la noche. Pero el cansancio siempre era más fuerte y Juana, nombre ficticio, acababa cerrando los ojos. Tras ello, llegaba el infierno. Ese miedo a quedarse dormida comenzó al poco tiempo de ingresar como alumna en el colegio Juan XXIII de Cochabamba (Bolivia), allá por el curso de 1983. Tenía 14 años y una noche, cuenta, se despertó tras sentir unas manos entre las piernas. “Cuando miré debajo de las colchas vi unos ojos claros, brillantes. Eran los ojos del jesuita catalán Francesc Peris. Me moví, no quería que me tocara. Me hizo callar con su dedo: ‘Shhhh’. Esa fue la primera vez”, relata por teléfono Juana. La conversación transcurre entre lágrimas y sollozos. Los recuerdos de esos abusos han ido despertando poco a poco en su mente desde que EL PAÍS sacó a la luz el diario secreto del jesuita Alfonso Pedrajas —fallecido en 2009 y antiguo director del Juan XXIII—, en el que admite que abusó de decenas de niños durante décadas y cómo la orden le encubrió. “Desde hace unas semanas estoy con el corazón dolido, pero con la fuerza para hablar: Pedrajas no fue el único que abusaba de niños en el colegio, había otros jesuitas que lo hacían con niñas”, dice con fuerza.

El testimonio de Juana se suma a las acusaciones de otros siete exalumnos que acusan de pederastia, además de a Alfonso Pedrajas, a otros dos jesuitas y profesores del mismo centro: a Peris, apodado Chesco, y a Carlos Villamil, conocido como Vicu. En ambos casos, aseguran que abusaron sexualmente de niñas durante los años ochenta. La investigación de la pederastia en la iglesia es aún incipiente en Bolivia y no hay un recuento oficial del número de casos. La publicación del diario de un cura pederasta ha causado un huracán mediático en el país latinoamericano en las últimas dos semanas. La Compañía de Jesús ha apartado cautelarmente a ocho ex altos cargos por encubrimiento, la justicia boliviana ha abierto una investigación sobre el tema y ya ha habido algunas protestas por el país en las que los manifestantes, en algunos casos, han quemado fotografías de Pedrajas. Este viernes, el presidente de Bolivia, Luis Arce, registró en la Asamblea Legislativa un anteproyecto de ley para hacer imprescriptibles los casos de pederastia y crear una comisión de la verdad.

Diario de un cura pederasta

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El recuerdo que Juana aún conserva de Pedrajas es lejano. Lo conoció unos años antes de ir al colegio porque este visitaba a su hermano, por entonces alumno del Juan XXIII. “Casi no tengo muchos recuerdos. en 1983, cuando yo entré al Juan XXIII, él estaba en las minas”, relata. Ese curso, Pedrajas abandonó el colegio después de que una de sus víctimas le denunciara ante los superiores. Tras su marcha, llegó Chesco como responsable de los alumnos de entre 14 y 15 años.

Antes de ser profesor en Bolivia, Chesco había sido docente en el colegio de los jesuitas de Caspe-Sagrado Corazón de Jesús, en Barcelona. De hecho, es uno de los acusados de pederastia que aparecen en el primer informe que EL PAÍS entregó a finales de 2021 al Vaticano y a la Conferencia Episcopal Española. El denunciante contó a este diario que Peris (conocido entre los estudiantes de Barcelona como Cesc Peris) abusó de menores en el centro de Caspe en los años setenta, y que desapareció de allí en 1976. Cuando la Compañía de Jesús en España recibió este caso en 2021, anunció públicamente que lo investigaría. Pero ahora se niega a dar información sobre Chesco y su traslado al país latinoamericano, ni siquiera aclara si está vivo o ya ha fallecido. En internet, su nombre aparece en el blog la asociación de antiguos alumnos de los jesuitas de Caspe y en publicaciones de la orden como acompañante en ejercicios espirituales en Manresa (Barcelona) en torno al año 2014. También escribió un obituario de otro jesuita en una revista de la congregación en 2017.

La mañana después de sufrir los abusos, Juana advirtió a sus compañeras de que no se durmieran y tuvieran cuidado de Chesco. “Esperábamos, esperábamos y esperábamos hasta que el cansancio nos hacía dormir. Había noches que volvía a meter su mano y en otras iba directamente a otras camas. Se acercaba a otras chicas y se perdía un rato ahí”, cuenta.

Con miedo, Juana recurrió a un compañero de un curso superior y le contó lo que estaba pasando, pero ambos, afirma, sintieron que no podían enfrentarse directamente con el jesuita. “Entonces, mi compañero dibujó una caricatura de un hombre metiendo su mano por debajo de las colchas de una compañera. Y lo pegó en la vitrina del comedor. Lo expuso a la vista de todos. No sé si pudieron entender el mensaje, captar la idea. La idea de mi compañero era hacer saber que algo estaba pasando con las chicas”. Pero no cambió nada y Chesco, narra, siguió deambulando entre las camas.

Hasta un día en el que un grupo de alumnos del colegio viajó a la casa de Taquiña, un edificio de la orden cerca de Cochabamba donde se realizaban retiros espirituales. Allí, delante de sus compañeros y con Chesco enfrente, Juana dice que expuso lo que este les hacía por las noches a las chicas. “Lo único que logré es que me abofeteara, me golpeara y me dijera que me callara, que no dijera nada”, narra. Tras ese episodio, la víctima afirma que Chesco comenzó a darle un trato despectivo en el colegio. Como Juana, otros cinco antiguos alumnos corroboran que los abusos de este jesuita era un secreto a voces en el Juan XXIII.

Carlos Villamil, apodado 'Vicu', posa en el centro con un grupo de exalumnos del Juan XXIII de Cochabamba, en los años ochenta.

Chesco no es el único señalado durante los años ochenta. Manuel López, nombre ficticio de una de las primeras víctimas de Pica que apareció en EL PAÍS, acusa al jesuita boliviano Carlos Villamil, conocido como Vicu y antiguo director del centro. Un día, relata López, un compañero le condujo hasta el gallinero del colegio, un gran espacio donde los alumnos criaban unas 5.000 gallinas. “Allí había como una habitación chiquita, como en el altillo [del gallinero], para que un encargado vigilase las cosas, para que nadie robase. Tenía su mini dormitorio ahí. Este compañero me llevó hasta ese lugar para mostrarme algo: Vicu, sin cerrar la puerta, estaba allí teniendo relaciones sexuales con una estudiante de 17 años”, describe López.

El sacerdote falleció en enero de 2023. Fue subdirector del colegio Juan XXIII entre 1977 y 1988, después director en dos periodos, entre 1983 y 1984 (cuando Pica, por entonces director, fue trasladado a las minas de Oruro) y entre 1989 y 1991. Posteriormente, siguió viviendo en Cochabamba y fue superior de la comunidad de jesuitas de allí. También es uno de los nombres que más aparece en el diario de Pica. Retratado como un amigo y compañero fiel.

Carlos Villamil, apodado 'Vicu', toca la guitarra junto a un grupo de alumnos del Juan XXIII en los años ochenta.

López es una de las dos víctimas que denunció a los jesuitas que sufrió abusos de Pica antes de que el caso se hiciera público. En esa denuncia también incluía esta acusación contra Vicu. De momento, la orden no revela si ha abierto una investigación o si conocía este caso. Al menos otros cinco exalumnos del colegio que han hablado con EL PAÍS afirman que este director tocaba públicamente a las alumnas y que “todos allí conocían que abusaba de ellas”.

López no es el único que acusa a este sacerdote de pederastia. Pedro Lima, exjesuita y profesor del Juan XIII durante los noventa, relata que, en 1997, mientras les contaba a sus alumnos que vivía en comunidad en Cochabamba y que Vicu era su superior, una de las estudiantes se puso a llorar. “Le pregunté por qué lloraba y me dijo que Vicu había abusado de su pariente”, cuenta. Lima dice que ese mismo día, después de misa, le contó todo a Vicu, pero que este le cambió de tema. “Las cosas no fueron iguales desde ese día, no me hablaba y evitaba el contacto conmigo. La distancia llegó a tanto, que tuve que pedir el cambio de comunidad”, afirma.

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