El físico José María Martín Olalla, sobre el cambio de hora: “Es un compromiso social que evita tensiones este-oeste”
El profesor de la Universidad de Sevilla defiende que el cambio de hora sí funciona para países como España
Con la llegada del otoño, vuelve el debate sobre si hay que abolir el cambio de hora. Este domingo España pasará al horario de invierno. El reloj se retrasará una hora, y a las tres de la madrugada serán las dos. La medida sigue vigente a pesar de que en 2018 la Comisión Europea propuso abolir el cambio de hora y quedarse con la de invierno o la de verano. El profesor de Física de la Universidad de Sevilla José María Martín Olalla (Orense, 53 años) defiende que el ...
Con la llegada del otoño, vuelve el debate sobre si hay que abolir el cambio de hora. Este domingo España pasará al horario de invierno. El reloj se retrasará una hora, y a las tres de la madrugada serán las dos. La medida sigue vigente a pesar de que en 2018 la Comisión Europea propuso abolir el cambio de hora y quedarse con la de invierno o la de verano. El profesor de Física de la Universidad de Sevilla José María Martín Olalla (Orense, 53 años) defiende que el cambio de hora funciona para países como España. Cuestiona la idea detrás de que nos corresponde una “hora legal”, cuando lo que marcan las manecillas es solo una convención social.
Pregunta. Por su ubicación, a España le corresponde el huso horario de Greenwich, ¿por qué seguimos con la franja horaria de Europa central?
Respuesta. No nos corresponde ninguna. Básicamente, porque no supone ningún problema. No es un aspecto fundamental para nuestra vida. Hay gente que cree que todos nuestros males provienen de que estamos en la hora de Berlín, pero realmente el sol sigue saliendo y se sigue poniendo exactamente igual que en el siglo pasado o en el siglo XVIII. Eso no ha cambiado porque se haya modificado la hora legal. No hay nada que nos corresponda en cuanto a hora legal, porque es una decisión arbitraria. Podríamos tener la hora de Tokio, que aunque tengamos esa hora, la gente se va a despertar cuando salga el sol y se va a acostar cuando sea de noche. Da igual que el reloj ponga una hora o ponga otra hora. La idea de la hora legal es una convención, un valor arbitrario.
P. ¿Por qué es un valor arbitrario?
R. Porque la hora legal no es algo que determina nada en la vida real. Lo que nos determina es cuánto dura el día, que son 24 horas. Eso no hay forma de alterarlo. Las horas de luz en invierno en España duran aproximadamente nueve horas. No hay forma de alterar esa cantidad. La noche en invierno en España dura unas 15 horas. No hay forma de alterar esa realidad. Ahora, ¿qué marca el reloj cuando es mediodía? Eso es completamente arbitrario. Puede dar las doce, la una, las dos. Eso es una medida, una referencia arbitraria. Es como si nos preguntáramos dónde poner el punto kilométrico cero en las carreteras. Lo puedes poner donde tú quieras. Esa referencia es arbitraria. La distancia que hay entre Madrid y Barcelona, que son 500 kilómetros, es lo importante. Eso no va a cambiar. Lo inalterable son las 24 horas que hay para que la tierra dé una vuelta. Son las nueve horas de luz y las 15 horas de noche que hay en invierno. Las nueve horas de noche y las quince de día que hay en verano. Ese tipo de cosas no las pueden alterar decisiones políticas, no van a cambiar y no han cambiado.
P. En 2018, la Comisión Europea presentó una propuesta para abolir el cambio de horario. Los Estados miembros no lograron llegar a un acuerdo. ¿Por qué cree que ocurrió?
R. Porque es posible que en muchos países de Europa no exista una solución mejor que hacer el cambio de hora. El cambio de hora nos permite no retrasarnos mucho en verano y no adelantarnos mucho en invierno. Cuando alguien dice que quiere que se elimine el cambio de hora, la pregunta siguiente es qué quiere que hagamos. Si uno se queda solo con el horario de invierno, lo que está pidiendo a las personas es que retrase sus actividades en verano. Eso es antinatural porque está amaneciendo cada vez antes y preferimos hacer las cosas antes. Y al revés, si permanecemos con el horario de verano, lo que sucede es que en invierno, cuando se retrasa más la actividad solar, hay que ir antes a trabajar. Es decir, que sea más de noche por la mañana.
P. ¿A unos territorios les conviene más que a otros el cambio horario?
R. Sí. Por ejemplo, en España, las personas que viven más al este no verían con malos ojos quedarse con la hora de verano. Y los que están más hacia el oeste no verían con malos ojos quedarse con hora en invierno. El cambio de hora permite ese tipo de compromiso, evita tensiones este-oeste. Funciona como un compromiso social.
Una de las cosas que puede ocurrir es que si se queda el horario de invierno, por ejemplo, la gente empezaría a hacer horarios estacionales
P. El cambio horario permite aprovechar más horas de sol, ¿supone un verdadero ahorro de energía?
R. El tema del ahorro energético no es lo más relevante, salvo desde un punto de vista político. Los Gobiernos tienen que vender las decisiones. Pero no es fácil saber cuánta electricidad puedes ahorrar, porque es complejo medir lo que consumirías si solo hubiese horario de invierno o de verano. No hacemos el cambio de hora por ahorrar energía, sino porque es útil desde un punto de vista natural. Una de las cosas que podría ocurrir es que, si se queda el horario de invierno, por ejemplo, la gente empezaría a hacer horarios estacionales. A tener un horario de trabajo según la estación del año. Estaríamos haciendo otra vez lo mismo que con el cambio de hora.
P. Entonces, ¿sería una solución, en lugar de cambiar la hora, cambiar nuestros horarios?
R. Es un proceso que vuelve a estar relacionado con la actividad solar y las condiciones ambientales que tenemos en España. No lo puedes tocar mucho. En invierno las horas de luz son pocas, son nueve horas y media. Esa idea de que cenamos muy tarde, por ejemplo, no es así. Si miramos la posición que tiene España, cenamos como tres horas después de que anochezca. Los alemanes, los suecos lo hacen tres horas después. Pero sucede eso porque el sol se pone primero por Suecia, después por Alemania, Francia y España. Solo el reloj es diferente.
P. ¿Qué horario se adapta a la realidad española, el de invierno o el de verano?
R. Sucede como con los zapatos. Las sandalias se adaptan perfectamente al verano y las botas de invierno, al invierno. El problema es que estamos habituados a la regularidad. Queremos tener unos hábitos y horarios regulares, pero vivimos en una latitud en la que el amanecer, de verano a invierno, cambia tres horas. Lo que hacemos con el cambio horario es tratar de que la hora de empezar a trabajar no se separe mucho de la hora del amanecer.
P. ¿Qué pasa si no cambiamos de hora este fin de semana?
R. Que el amanecer se seguiría retrasando en noviembre, y todavía más en diciembre. Llegarías a trabajar a las ocho de la mañana y no amanecería hasta las diez o hasta las diez menos veinte. Lo que hacemos ahora es retrasar el inicio de la actividad. El sol está amaneciendo cada vez más tarde, pero nosotros retrasamos el inicio de la actividad y lo acompasamos con el amanecer.