El jurado popular declara no culpable a la acusada de inducir el parricidio de Vilanova
El tribunal cree que Alba Andreu no fue “capaz de manipular” a su amigo Ismael Molina para que matara a su padre
El jurado popular ha declarado no culpable de inducción al asesinato, por unanimidad, a Alba Andreu, la joven de 22 años acusada de lavar el cerebro de su amigo Ismael Molina para convencerle de que matara a su padre. Tras deliberar durante los últimos cuatro días, los nueve ciudadanos concluyen que Alba no tenía capacidad intelectual suficiente para manipular a Isma y consideran que el joven construyó su propio delirio y acabó con...
El jurado popular ha declarado no culpable de inducción al asesinato, por unanimidad, a Alba Andreu, la joven de 22 años acusada de lavar el cerebro de su amigo Ismael Molina para convencerle de que matara a su padre. Tras deliberar durante los últimos cuatro días, los nueve ciudadanos concluyen que Alba no tenía capacidad intelectual suficiente para manipular a Isma y consideran que el joven construyó su propio delirio y acabó con la vida del padre en un brote esquizofrénico.
La gran incógnita sobre el caso del parricidio de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) ha quedado este viernes despejada, al menos a criterio del tribunal del jurado: ¿Fue Alba capaz de someter a Isma a su voluntad hasta el punto de lograr que matara a su padre? La respuesta del jurado, contundente, es que no. De entrada, porque no hay pruebas directas de que ocurriera así.
El 8 de junio de 2019, Isma acudió a su casa y apuñaló mortalmente a su padre, Manuel Molina, mientras dormía. Después incendió la casa y destruyó el teléfono móvil para eliminar pruebas. Ese día, el joven y Alba cruzaron varias llamadas telefónicas. Según el autor material del crimen, ella le indicó que debía matarlo porque formaba parte de una mafia y solo así podría salvarse. “Desconocemos el contenido de las llamadas, o lo que se pueda haber hablado, o lo que él pueda haber incorporado en su brote psicótico”, ha justificado el jurado su decisión.
Dos claves más explican la absolución de Alba en un caso inédito en la historia judicial española. El primero es el hecho de que Isma padeciera un brote psicótico cuando cometió el crimen, como sí han considerado probado. Los ciudadanos han dado credibilidad a un informe pericial que asegura que “inducir el delirio en un psicótico es prácticamente imposible”. El segundo es la supuesta incapacidad mental de Alba. “Puede mentir, pero inducir o manipular de forma compleja, no tiene estas capacidades”.
La Fiscalía pedía más de 34 años de cárcel para Alba Andreu. Según la tesis de la acusación, se ganó la confianza de Isma, que acabó aislado de su entorno y manipulado a su antojo con el único fin de obtener dinero. En apenas unos meses, la chica logró que le entregara unos 7.500 euros en diversas transferencias hasta que el padre de Isma, la víctima, decidió cerrar el grifo. Según la tesis de la acusación, Alba convenció entonces al joven de que su padre formaba parte de una organización mafiosa y le dio instrucciones para acabar con su vida.
El jurado ni siquiera ha considerado a Alba culpable de estafa, en este caso por ocho votos a favor y uno en contra. Según la Fiscalía, Alba creó un mundo de fantasía para Isma: le hizo creer que formaba parte de un grupo secreto de Mossos e inventó para él una novia virtual, Júlia. El jurado popular considera que ese engaño no fue pergeñado “exclusivamente” por Alba, sino que también participó Arnau S., su antigua pareja sentimental. “Tampoco observamos ánimo de lucro en Alba Andreu, ya que no la consideramos capaz”, asegura el veredicto, que en este punto se basa en los informes aportados por la defensa de la acusada. El jurado cree que lo que ella buscaba era “mejorar su estado de ánimo construyendo una realidad deseada”. “El engaño ha sido realizado por Ismael a sus padres para disponer del dinero”.
Brote psicótico
El jurado se ha pronunciado también sobre el asesinato cometido por Isma, que no afrontaba ninguna pena de prisión porque la Fiscalía considera que actuó en pleno brote de esquizofrenia. Nadie discutía quién fue el autor material del crimen, pero el jurado ha considerado probado por unanimidad que se trata de un asesinato y no de un homicidio porque se produjo con alevosía. “Llevó el ataque de forma súbita, aprovechando que no había nadie más en el domicilio y que su padre estaba dormido”. La víctima, Manuel Molina, “no pudo defenderse”. El jurado también considera probado que Ismael llevó a cabo los hechos “al estar afectado por un brote psicótico que anulaba totalmente sus capacidades intelectivas y volitivas”.
En el juicio, que se ha seguido estas últimas semanas en la Audiencia de Barcelona, Isma explicó que el 8 de junio de 2019 recibió diversas llamadas de Alba en las que esta le detalló cómo debía cometer el crimen y cómo debía deshacerse de las pruebas. El joven, que fue diagnosticado con una esquizofrenia paranoide, explicó que se contó la historia creada por Alba para él: pensó que pertenecía realmente a un grupo secreto de los Mossos d’Esquadra, creyó que tenía al fin una novia, Júlia, a la que nunca pudo ver porque siempre se imponía algún obstáculo en su camino; y creyó a Alba, también, cuando esta le dijo que su padre era un mafioso y que la única forma de salvarse era matarlo.
Con el apoyo de su madre y su pareja actual, Alba optó por negarlo todo y construir una teoría alternativa que fuese capaz de seducir al jurado. Dijo que tanto el grupo de Mossos como la invención de Júlia fueron obra de un antiguo novio, Arnau —amigo íntimo de Isma— que la maltrataba física y psicológicamente y la obligó a actuar de ese modo. También intentó dibujar sombras sobre la conducta de Isma al afirmar que, en varias ocasiones, este le había manifestado que se llevaba muy mal con su padre, Manuel Molina, la víctima del crimen.
Los testigos no dejaron en buen lugar a Alba, ya que destaparon el entramado de mentiras que tejió no solo alrededor de Isma, sino también de sus parejas, exparejas y amigos. Una de sus mentiras más habituales era que se había quedado embarazada. Se lo dijo a uno de sus primeros novios, Joaquín P., que en el juicio afirmó que se sintió manipulado y aislado por Alba. La fiscal vio en todo ello un “patrón de comportamiento”: Alba se ganaba la confianza de chicos tímidos, sin éxito en el amor, y los aislaba socialmente para tener control sobre ellos y, en algunos casos, beneficios económicos.
Tampoco los forenses avalaron la tesis central de la defensa: que Alba es una chica con escasa capacidad intelectual y, por tanto, incapaz de manipular a nadie, menos a un universitario como Isma. Los peritos apreciaron en ella rasgos de dependencia, pero en ningún caso un trastorno que limitara su capacidad de querer y de actuar. “Veías que era una persona totalmente fría e inexpresiva”, llegó a decir una de las profesionales que la visitó cuando salió de prisión provisional, en enero de 2020.