La natalidad en España continúa en el primer semestre en niveles mínimos de la serie histórica
En los seis primeros meses del año nacieron 159.705 niños y la mortalidad subió un 5% hasta julio
Cada vez nacen menos niños en España. La tendencia descendente de la natalidad, que se había agudizado durante la pandemia, se mantiene. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado este miércoles los datos del primer semestre de 2022, en el que nacieron 159.705 bebés, lo que lo sitúa al nivel de 2021, cuando se batió el récord de la serie histórica, que comienza en 1941.
Las cifras son provisionales y tendrán que refinarse. ...
Cada vez nacen menos niños en España. La tendencia descendente de la natalidad, que se había agudizado durante la pandemia, se mantiene. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado este miércoles los datos del primer semestre de 2022, en el que nacieron 159.705 bebés, lo que lo sitúa al nivel de 2021, cuando se batió el récord de la serie histórica, que comienza en 1941.
Las cifras son provisionales y tendrán que refinarse. Las del año pasado por estas fechas arrojaban una natalidad de 160.681 niños, un millar más que la de esta, pero luego fueron revisadas para situarse en 159.494, ligeramente por debajo de las de 2022. En cualquier caso, a la espera de las correcciones, son niveles técnicamente iguales que muestran que no cambia la tendencia tras la caída del 5% del año pasado.
Estos datos eran “esperados” y responden a varias razones, en opinión de Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es una mezcla de la tendencia de fondo de caída de la fecundidad que España registra desde los años setenta y el aplazamiento de la decisión de tener hijos con motivo de la crisis del coronavirus y de la incertidumbre económica.
Esta tendencia a la baja solo cambió durante los primeros años de este siglo, cuando una situación económica boyante con bajos niveles de paro fomentó que las parejas tuvieran más hijos. Después de eso, con la crisis de 2008, la natalidad volvió a caer y no ha vuelto a remontar.
A mediados de los años noventa se llegó al récord de caída de la fecundidad. “Ahora están llegando a la edad de ser madres quienes nacieron en aquella época, por lo que hay menos personas con edad para tener hijos. A esto se une el ajuste de la crisis sanitaria y probablemente se le sumará el de la situación económica. Si continúa la inflación y sube el paro, es probable que las parejas sigan retrasando la decisión de ser padres”, señala Ramiro.
Hay muchos datos que muestran que la natalidad está relacionada tanto con el nivel de estudios (a más estudios, menos hijos) como con la estabilidad económica y laboral. Un registro de población en Andalucía, cuenta este experto, permite comprobar que durante la crisis económica de 2008 quienes más aplazaron la decisión de procrear fueron quienes tenían trabajos más inestables, independientemente de su nivel de estudios. “Entre los parados la natalidad cayó a plomo; lo hizo, pero no tanto, entre quienes tenían un empleo precario, mientras que en el caso de los que tenían un empleo permanente (incluyendo funcionarios) su fecundidad no solo no descendió, sino que tuvo un ligero crecimiento”, apunta.
Las condiciones actuales producen un círculo vicioso que lleva cada vez la media de la maternidad a edades más avanzadas, en las que la fertilidad es menor, se producen más problemas para concebir, por lo que muchas parejas ni siquiera pueden tener hijos. “Ahora mismo las que no los tienen son un 22%, pero es probable que este número siga creciendo. En el muy largo plazo, eso nos deja un futuro de mujeres (que tienen más esperanza de vida) solas sin el apoyo familiar que hasta ahora tenían”, señala Ramiro.
La bajada de la natalidad en este semestre no ha sido uniforme en todas las comunidades autónomas. En cinco de ellas, de hecho, sube. Son Asturias (7,5%), Madrid (5%), Comunidad Valenciana (2,7%), Cataluña (1,5%) y Castilla y León (0,5%). Las mayores caídas las registran La Rioja (8%), Baleares (4%), Canarias (3,8%) y Castilla-La Mancha (3,7%).
Aumento de la mortalidad
El INE también ha publicado este miércoles datos sobre mortalidad hasta la 30ª semana del año: 275.872 personas fallecieron hasta el 25 de julio, un 5% más que en el mismo periodo de 2021. Solo el primer año de la pandemia tuvo cifras mayores para el mismo periodo en lo que va de siglo (292.939).
La mayor parte de este exceso de mortalidad se acumula durante mayo, en menor medida y, sobre todo, en junio y julio, que fueron meses con un número de fallecidos muy superior al esperado para esas fechas. El MoMo (el sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas) atribuye algo más de 3.000 de esas muertes al calor; también hay otra parte debida a la propia covid, que sigue matando y en lo que va de año se ha cobrado casi 21.000 vidas, según los datos provisionales del Ministerio de Sanidad.
Sin embargo, estas dos causas no explicarían todo el exceso de mortalidad, y los expertos buscan respuestas. Barajan varias hipótesis, como que esté subestimado el efecto de las olas de calor de estos meses o que el descuido de las enfermedades crónicas durante toda la pandemia está reflejándose ahora en más casos graves y muertes.
Fuentes del Instituto de Salud Carlos III, encargado de elaborar el MoMo, reconocieron a EL PAÍS, que los cálculos de excesos de mortalidad (que de alguna forma refrendan ahora los datos del INE) están por encima de lo que podría esperarse y explican que la gran mayoría se atribuyen a personas muy mayores, sobre todo por encima de los 85 años, y también entre los 75 y los 85.
“No se pueden saber las causas exactas ni achacarlo a un solo motivo concreto. Puede influir el calor de esas semanas, la covid, las consecuencias de la pandemia [las hay indirectas de muchos tipos, como las sociosanitarias, el menor acceso al sistema sanitario por dificultades asistenciales o por miedo, el aislamiento que han sufrido muchos mayores], la fragilidad de personas vulnerables en relación con todo lo anterior. Se trata de estimaciones que hay que manejar con prudencia, consolidar datos y estudiar en el futuro”, señalan estas fuentes.