El 20% de las playas españolas quieren ser “libres de humos”, pero solo en una minoría está prohibido fumar
Una ley estatal sobre residuos aprobada en abril da a los ayuntamientos herramientas para multar a quien fume en las playas, pero prácticamente no hay sanciones
Una gran bandera junto al puesto de salvamento y un cartel en una de las dos entradas a la playa de Bastiagueiro, en Oleiros (A Coruña), anuncia que este arenal de medio kilómetro está entre los casi 200 de Galicia en los que no se debe fumar. Es una “recomendación”, explican los socorristas, una declaración de “civismo” que este verano cumple cinco años y sobre la que ni ellos ni los bañistas consultados recuerdan disputas. En toda España, la Asociación Española Contra el Cáncer ha contado 549 playas con este tipo de señales, aproximadamente el 20% del total. Y, en la mayoría, son consejos, n...
Una gran bandera junto al puesto de salvamento y un cartel en una de las dos entradas a la playa de Bastiagueiro, en Oleiros (A Coruña), anuncia que este arenal de medio kilómetro está entre los casi 200 de Galicia en los que no se debe fumar. Es una “recomendación”, explican los socorristas, una declaración de “civismo” que este verano cumple cinco años y sobre la que ni ellos ni los bañistas consultados recuerdan disputas. En toda España, la Asociación Española Contra el Cáncer ha contado 549 playas con este tipo de señales, aproximadamente el 20% del total. Y, en la mayoría, son consejos, no prohibiciones sancionadas. Pero una ley aprobada en abril da a los ayuntamientos un asidero legal para multar por esta práctica.
La norma que permite a los consistorios la prohibición no trata del tabaco, ni siquiera de la salud. Pero esta posibilidad aparece en uno de los 30 párrafos de uno de los 118 artículos de la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular: “Frenar la generación de basura dispersa en el medio marino como contribución al objetivo de desarrollo sostenible de Naciones Unidas consistente en prevenir y reducir considerablemente la contaminación marina de todo tipo. Con este fin, a partir de la entrada en vigor de esta norma, los Ayuntamientos podrán regular las limitaciones de liberar globos de forma intencionada y de fumar en las playas, que se podrán sancionar en las Ordenanzas Municipales con arreglo al régimen de infracciones y sanciones de la presente ley”.
El Ayuntamiento de Barcelona ha abrazado esta norma. Ya puso en marcha el pasado 2021 una prueba piloto con la que prohibía fumar en cuatro de las diez playas de la capital catalana. El resultado fue un éxito. Se pudieron contar con los dedos de una mano las veces que tuvieron que intervenir los informadores de playas porque alguien se saltaba la indicación. Ahora, el Ayuntamiento ha dado un paso más: en los 10 kilómetros del litoral barcelonés se ha prohibido el pitillo. El Consistorio puso carteles y es muy excepcional encontrar a alguien incumpliendo la nueva norma.
El Ayuntamiento de Colau diseñó un plan para poner en marcha la prohibición. Hasta este julio solo se informaba a la ciudadanía sobre la nueva prohibición y era este mes cuando debían comenzar a multar. No lo han hecho. No han puesto ni una multa y por lo menos no se impondrán hasta agosto. “Es un cambio de ordenanza que no aprobaremos hasta el pleno de finales de julio”, admite el concejal de Transición Ecológica, Eloi Badia. Una sanción que tiene la tipología de leve, que solo es de 30 euros y que debería imponer la Guardia Urbana.
En general no se observa humo en la zona de arena. “Lo cierto es que no se multa porque de momento no hace falta. La gente hace caso y rápidamente apaga el cigarro. Ahora mismo solo se multaría al que no quiere hacer caso y básicamente por no acatar una orden de un agente de la autoridad. Lo estamos solucionando todo con pedagogía”, destaca el regidor.
En la playa coruñesa también reina la concordia, aunque no todo el mundo cumple. Ana, que elude dar su apellido, confiesa, junto a su cenicero de cono clavado en la arena, que en este lustro ha seguido fumando como si Bastiagueiro no se hubiera adherido a la red. Esta mujer de 53 años es una asidua a la playa desde hace años y hasta ahora, asegura, no ha afrontado ni un solo conflicto. “No entiendo la medida. Playas sin colillas, sí, pero sin humo, no. Yo siempre he fumado con un cenicero y nunca pegada a otra gente”, critica. A unos cuantos metros de Ana, la familia Ruiz, una tropa de siete miembros de todas las edades, aplaude que en Bastiagueiro se restrinja el humo del tabaco. “Lo habitual de los fumadores es que no sean conscientes de las molestias que causan a un no fumador. Si les dices algo, se enfadan, porque ellos ni siquiera se dan cuenta”, expone la abuela mientras los demás asienten.
Tampoco hay unanimidad en Alicante. Tres amigas descansan a la sombra en unas tumbonas del Postiguet, la playa del casco urbano de la ciudad. Son de Bulgaria, han venido de vacaciones y prefieren no dar sus nombres. Dos de ellas no fuman y preferirían que el tabaco estuviera prohibido. Al menos, continúan, “podrían reservar espacios para fumadores, como en los aeropuertos”. La otra, que sostiene un cigarrillo encendido en la mano, se queja de quienes entierran la colilla en la arena. “Tendrían que poner más ceniceros” en el paseo marítimo, antes de entrar en el espacio en el que se extienden los bañistas. Coincide con ella Óscar López, que trabaja en un puesto de alquiler de patines. “Generalmente, la gente sale a fumar al paseo”, sostiene, “pero deberían instalarse más ceniceros y hacer más campañas de publicidad contra el tabaco”. A 50 metros de él, cerca de la orilla, Pedro Olmedo fuma de pie y echa la ceniza a un vaso de café. “Hay gente que da mucha más guerra que los fumadores”, asegura, “es un espacio al aire libre y no me parece bien que se prohíba fumar”.
Desigualdades en el derecho a respirar aire sin humo
La falta de una normativa estatal hace que cada ayuntamiento regule como considere oportuno el tabaco en las playas. El Ministerio de Sanidad tiene desde hace meses en un cajón el borrador de Estrategia contra el tabaco que debería ya estar aprobado y que cuenta entre sus medidas con aumentar los espacios descubiertos libres de humos. Pero ni está concretado ni el documento aprobado. Y una vez que el departamento de Carolina Darias lo valide, sus líneas maestras se deberán plasmar en leyes: todavía queda un recorrido largo en caso de que vengan cambios con respecto a más restricciones para el tabaco.
Ramón Reyes, presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer, reclama acelerar ese plan: “En España todas las personas deberían tener las mismas oportunidades para prevenir el cáncer y no es así. El tabaco es responsable del 30% de los casos y solo está regulado en interiores. Es necesario ampliar los espacios libres de humo para proteger a los menores y conseguir, en línea con la UE, una generación libre de humo”. Reyes se queja de las inequidades en función del lugar de residencia de cada ciudadano: “Ejemplo claro son las playas, apenas el 20% de las playas del litoral español está libre de humo, en el 80% restante se fuma y se obliga a fumar a quien no lo hace, incluyendo a los menores que no pueden decidir. Es necesario homogeneizar y por eso es necesaria una norma estatal que contemple este, y otros espacios de convivencia común, libres de humo de tabaco”.
En la ciudad de Cádiz, por ejemplo, no hay ninguna playa libre de humos. El Consistorio confirma que están en proceso de aprobar una nueva ordenanza de playas que prohibirá fumar solamente en el entorno de los espacios deportivos que están ubicados en esos lugares de esparcimiento. Aseguran carecer de medios para un control efectivo, “lo cual podría resultar contraproducente porque si prohíbes, pero no controlas, la gente al final no se lo toma en serio y el cumplimiento futuro se hace aún más difícil”, apuntan fuentes consistoriales. Sin embargo, abren la puerta a aumentar cada vez más los espacios sin humo en las playas, conforme los usuarios se vayan acostumbrando para “posteriormente eliminar el tabaco en toda la playa”.
En la provincia sí hay una veintena de playas donde está prohibido fumar. Una es la de La Puntilla, de El Puerto de Santa María. Apenas hay carteles que indiquen que está prohibido fumar, aunque Domínguez y sus otros cuatro amigos ya se habían enterado “por Facebook”. “Debería estar indicado, pero diría que la mayoría de los que vienen aquí no fuman. De todas formas, yo con que se aleje de mí a dos metros y no tire la colilla tengo bastante”, contesta pragmática Manuela González, que está en el arenal con unos amigos. Por ahora, en La Puntilla la Policía Local no ha puesto ninguna multa por infringir la norma, según confirman fuentes municipales. Sin embargo, la mañana de este viernes, había bañistas que fumaban y que aseguraban desconocer la prohibición.
El tabaco no solo causa problemas para la salud, también para el medioambiente, como refleja el que la norma que permite prohibirlo verse sobre residuos. Por la megafonía de la playa de Ondarreta, en San Sebastián, se repiten mensajes a favor del cuidado de la costa marina. Aitor Arbizu, veraneante pamplonico, no es fumador: “Entiendo a los que sienten placer al fumar en un entorno como este”, dice sentado en la toalla, “pero deben saber que están causando un daño medioambiental cuando tiran las colillas y dan muy mal ejemplo en un lugar al que vienen muchos menores”. Un estudio elaborado en 2021 por Azti (centro tecnológico especializado en el medio marino), por encargo del Ayuntamiento donostiarra, concluyó que las colillas representan el 38% del total de desechos que se recogen en La Concha y el 50% en Ondarreta.
Xavier Curto, responsable de incidencia política de la ONG Surfrider, es partidario de la iniciativa de playas sin humo, porque en estas “se acumula la mitad de colillas que en el resto” de arenales, aunque propone “ir más allá” y extender la prohibición de fumar en estos espacios costeros porque “una sola colilla puede contaminar hasta 500 litros de agua, según algunos estudios”. “Hay que pasar de las medidas locales a las globales y es necesaria una herramienta estatal que impida fumar en las playas”, plantea Curto. Karmele Martínez se declara “fumadora practicante”, también cuando va a la playa, aunque precisa que “nunca” entierra el sobrante del cigarro en la arena: “Me parece muy bien la recomendación de no fumar, pero estamos en una zona al aire libre y no se causa ningún daño si evitamos los comportamientos incívicos”.
San Sebastián ha puesto en marcha este verano la campaña ItsaSOS, que pretende “concienciar a los bañistas de las ventajas de mantener las playas sin malos humos y sin colillas abandonadas en la arena”, explica la edil responsable de Ecología, Marisol Garmendia: “Debemos ser conscientes de que cualquier residuo que generamos en la playa acaba en nuestros mares, y eso es malo para el medio ambiente y para los ciudadanos. Es una recomendación sanitaria y medioambiental”. Las colillas son el principal contaminante de las playas en Europa, apostilla Curto, y suponen “la mitad de la basura que se acumula” en estos espacios.