Por qué en España faltan test de antígenos y son caros: poca previsión y trabas para subir la producción
El sector asegura que los suministros volverán a la normalidad la semana que viene. Los fabricantes españoles critican que Sanidad les exija un certificado que no piden Francia ni Alemania
España ha transitado por uno de los momentos más delicados de la sexta ola, en plenas fiestas navideñas y con la circulación de la variante ómicron desbocada, sin una de las herramientas más útiles para la detección precoz de casos positivos, las pruebas de autodiagnóstico. Con los centros de salud desbordados, las largas colas frente a las farmacias se han repetido en casi todo el país por unos dispositivos cuyo precio se ha disparado de cerca de los 5 euro...
España ha transitado por uno de los momentos más delicados de la sexta ola, en plenas fiestas navideñas y con la circulación de la variante ómicron desbocada, sin una de las herramientas más útiles para la detección precoz de casos positivos, las pruebas de autodiagnóstico. Con los centros de salud desbordados, las largas colas frente a las farmacias se han repetido en casi todo el país por unos dispositivos cuyo precio se ha disparado de cerca de los 5 euros que costaban hace un mes a más de 12 en algunos casos. “Lo que ha pasado recuerda bastante a lo sucedido con las mascarillas al principio de la pandemia”, resume Ana López Casero, miembro del comité directivo del Consejo General de Farmacia.
El aumento de la demanda ha sido global, pero la situación cercana al desabastecimiento ha castigado especialmente a España. Lo ocurrido, según las fuentes consultadas, es el resultado de una cadena de decisiones adoptadas por el Ministerio de Sanidad y las comunidades en la gestión de la crisis que, a la hora de la verdad y pese a las gestiones de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), no ha logrado evitar la escasez de estas pruebas. “Ha faltado previsión, en buena parte porque se han minusvalorado los test. Es cierto que son inferiores a las PCR, pero bien utilizados pueden tener un papel clave porque permiten detectar casos en casa a un coste asequible, lo que evita saturar los centros de salud y los servicios de urgencias”, sostiene el jefe de servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla), José Miguel Cisneros.
A diferencia de otros países como Francia y Alemania, España ha decidido mantener en el último año criterios más restrictivos para la venta de estas pruebas diagnósticas. “El Gobierno exige que los test tengan el certificado de un organismo notificado europeo para su uso particular. El problema es que estos organismos se han convertido en un cuello de botella, con esperas de hasta tres años, por la gran cantidad de solicitudes recibidas. Esto impide que los fabricantes españoles, que podrían tener una producción conjunta de hasta un millón de test a la semana, estén ahora suministrándolos. Otros países han hecho una excepción”, explica el director general de la Asociación Española de Bioempresas (ASEBIO), Ion Arozena.
En Alemania,las pruebas de autodiagnóstico se venden en farmacias y supermercados por debajo de los tres euros. El país no ha sufrido escasez ni regulado el precio. Italia sigue el mismo modelo, pero los precios en el país son notablemente más altos (entre 5 y 20 euros). Francia, que sí impuso un precio máximo de 5,20 euros la unidad, ha aprobado ahora un decreto para que las pruebas puedan venderse en supermercados además de en farmacias, que sin llegar a la situación vivida en España también han sufrido colas. Reino Unido ha ido más allá y ha incorporado las pruebas en la primera línea de la lucha contra el virus: la sanidad pública las ofrece de forma gratuita y el Gobierno recomienda a la ciudadanía hacerse dos pruebas a la semana. En los últimos días el país, al igual que Estados Unidos, también ha empezado a sufrir escasez de test.
España ha sido mucho más cauta a la hora de dar protagonismo a estos dispositivos en la gestión de la pandemia. Una de las razones es el elevado porcentaje de falsos negativos que ofrecen, que pueden alcanzar el 30% de las pruebas que dan ese resultado, según el jefe de microbiología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Rafael Cantón. Un porcentaje que se reduce si se utilizan cuando ya han aparecido los síntomas o “en el quinto día del contacto con el caso positivo”, precisa Ana López Casero.
“El riesgo es que se relajen las medidas de protección por la falsa sensación de seguridad que da un resultado que puede ser un falso negativo”, argumenta un portavoz de Sanidad. Es una posición que también defienden algunas organizaciones médico-científicas, como la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), que recuerda que el uso generalizado de los test no ha librado a otros países del azote del virus en las últimas semanas. Pese a esta posición, el colapso de los centros de salud a causa de la sexta ola ha llevado a algunas comunidades, como Madrid y Cataluña, a contabilizar como positivos los casos en los que un ciudadano obtiene este resultado con una prueba de autodiagnóstico.
Las ventas de test se multiplicaron por 5,5 a mediados de diciembre respecto a las mismas fechas de noviembre y entre el 13 y el 19 de diciembre llegaron a triplicar a las registradas la semana anterior, según los últimos datos publicados por la consultora especializada Iqvia. Aunque faltan cifras definitivas, las estimaciones más prudentes apuntan a que durante este mes se han superado los seis millones de unidades vendidas, una demanda que la oferta no ha sido capaz de satisfacer.
La empresa Cinfa, que distribuye en España el SARS-CoV-2 Antigen Test Card, del fabricante Xiamen Boson Biotech, explica que pese a “haber realizado una previsión muy por encima de la demanda existente” en noviembre, se topó con que en diciembre “en una semana la demanda pasó de 20.000 test al día a más de 250.000″, lo que le llevó a vender más de dos millones de pruebas a principios de mes, más de la mitad de sus ventas de todo el año. Pese a ello, la compañía no ha subido sus precios por “responsabilidad para garantizar la disponibilidad y accesibilidad de esta herramienta frente a la pandemia”.
Un portavoz de Federación de Distribuidores Farmacéuticos, que agrupa a 19 mayoristas que suman una cuota de mercado del 97%, afirma que no se ha llegado a vivir una situación de desabastecimiento. “Los test han seguido llegando a las farmacias al ritmo que lo hacían, pero han sido insuficientes para cubrir una demanda disparada. Es un problema de escasez en algunos momentos y lugares, porque el mercado necesita un poco de tiempo para ajustarse a estos cambios súbitos en la demanda, pero es algo que empezará a normalizarse la semana que viene”, afirma este portavoz.
La AEMPS detectó ya a principios de diciembre el repunte de la demanda y empezó a tomar medidas que, a la hora de la verdad, se han mostrado insuficientes. “Preguntamos a las empresas comercializadoras y algunas nos informaron de que sus previsiones eran muy elevadas, por encima de sus capacidades”, explica un portavoz. La Agencia ha aumentado en las últimas semanas de 22 a 33 los test autorizados (todos ellos con el certificado exigido en España) y, además, ha permitido que tres tipos de pruebas de uso profesional también puedan venderse en las farmacias.
Esto no ha evitado que el precio de estos artículos llegara a doblarse o incluso más en algunas zonas de España, lo que ha llevado a entidades como el Consejo General de Enfermería y a la asociación de consumidores Facua a pedir que Sanidad intervenga los precios. El Ministerio, por ahora, no ha precisado si esta opción está encima de la mesa, aunque recuerda que “los test no son un medicamento y, por tanto, su precio es libre” y que, a diferencia de las mascarillas, las pruebas “no son de uso obligatorio ni la situación ahora es la de abril de 2020″.
Ana López Casero, del Consejo General de Farmacia, denuncia que “ante la falta de suministro de los canales habituales, han empezado a aparecer intermediarios nuevos que aprovechan la situación para vender el producto a mucho mayor precio, lo que es una especulación que denunciamos y que sufren los profesionales, que son los que sienten la presión de los ciudadanos”.
Algunos farmacéuticos han tenido que hacer enormes esfuerzos para obtener una prueba. María José Martínez regresó a toda prisa a su botica de El Campello, en Alicante, a solo unas horas de la cena de Nochebuena con 600 pruebas en el maletero, que había conseguido de un intermediario en una rotonda desierta de Murcia. Al menos 450 clientes apuntados en una lista de espera aguardaban su llegada para irse a cenar. “Imagínate los nervios que había”, cuenta en la rebotica.
Martínez había acabado en una carretera de Murcia esa tarde del 24 de diciembre, con 4.800 euros en el bolsillo, porque el pedido de pruebas de antígenos que había hecho el día antes no llegaba. Un proveedor habitual le prometió la mercancía, pero avanzaba la jornada, no tenían noticias del camión y el repartidor no respondía al teléfono. “Había una partida de 14.000 test perdida… Parece que otro proveedor ofreció un euro más por cada prueba”, cuenta Martínez, que acabó buscándose la vida con otro proveedor que le indicó una amiga.
Más de tres de cada cuatro test de autodiagnóstico de venta en España han sido producidos en China, aunque en el listado de la AEMPS también figuran fabricantes de Corea del Sur, Alemania, Estados Unidos, Suiza, Francia y Canadá. Entre las nuevas compañías autorizadas de forma excepcional solo figura una española, de la marca CerTest, lo que lleva al sector español a calificar lo ocurrido de “oportunidad perdida”.
Biolan es uno de los fabricantes nacionales atrapados en las largas esperas de los organismos notificados. “No tenemos turno hasta el próximo mes de octubre. Se ha perdido la ocasión de que España pueda cubrir una parte importante de sus necesidades con un sector nacional. El resultado es que seguimos siendo dependientes del exterior, sobre todo de China, y cuando la situación epidemiológica se ha complicado, lo hemos vuelto a pagar”, critica el director general de la compañía, Asier Albizu.
María José Martínez bromea que pagó “a precio de percebe gallego” los test que tras mucho esfuerzo logró conseguir justo antes de Nochebuena. “Ha sido un disparate”, exclama. La farmacéutica los compra normalmente a unos tres euros, pero estos últimos le costaron ocho euros la unidad. Los vendió a 9,95 euros. “Lo hice por dar servicio, no quería hacer dinero con esto”, mantiene. En dos días, el lote estaba prácticamente agotado. Martínez se prepara ahora para la de Nochevieja. El grupo farmacéutico al que está asociada, Farmacia I+, acaba de enviarle 1.000 nuevos test. “Ellos son los que están consiguiendo que no nos quedemos sin pruebas. Pero no sé si nos quedaremos cortos”, concluye.
Con información de Silvia Ayuso, Eva Millán, Enrique Müller y Lorena Pacho.