África se lanza a una carrera para producir sus propias vacunas contra la covid-19 en dos años
Sudáfrica, donde ya se lleva a cabo una parte del proceso, y Senegal, que pretende construir una fábrica en tiempo récord, son los países con proyectos más avanzados
África está inmersa en una carrera contra el reloj para producir vacunas contra la covid-19. Con el escandaloso porcentaje de menos del 3% de su población inmunizada, debido en buena medida al acaparamiento de dosis por los países ricos y en un contexto de fuerte dependencia exterior, varias naciones se han propuesto alcanzar esta capacidad en un plazo de entre dos y cuatro años, pensando en el coronavirus pero también en futuras epidemias. Sudáfrica ...
África está inmersa en una carrera contra el reloj para producir vacunas contra la covid-19. Con el escandaloso porcentaje de menos del 3% de su población inmunizada, debido en buena medida al acaparamiento de dosis por los países ricos y en un contexto de fuerte dependencia exterior, varias naciones se han propuesto alcanzar esta capacidad en un plazo de entre dos y cuatro años, pensando en el coronavirus pero también en futuras epidemias. Sudáfrica ya es el primer país africano en llevar a cabo una parte del proceso, el fill and finish (rellenado y acabado, las últimas fases de fabricación, en concreto de los medicamentos de Pfizer y Johnson & Johnson), y Egipto, Marruecos y Argelia pretenden imitar al país austral este año, pero para alcanzar la soberanía vacunal la idea es fabricarlas de principio a fin. Y en esta carrera hay dos países en cabeza: la propia Sudáfrica y Senegal, aunque Ruanda pretende sumarse al pelotón. La contrarreloj será frenética y está llena de obstáculos.
Cuando el mundo empezó a vacunarse contra la covid-19 el pasado mes de diciembre una cosa quedó clara: los países pobres se iban a quedar atrás. Pese a todos sus esfuerzos, ni siquiera la iniciativa público-privada Covax, lanzada por Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, entre otros, ha podido reducir la brecha. El problema va mucho más allá de esta pandemia. El 99% de las vacunas que se administran en África proceden del exterior. Solo un puñado de países tiene la capacidad de producirlas, y para conseguir una fabricación completa y a la escala necesaria esta industria requiere de sólidas inversiones y de un robusto apoyo público.
Ya en abril, la Unión Africana lanzó el reto: de aquí a 2040 el continente debe producir al menos el 60% de sus vacunas. Un salto cuántico, una auténtica revolución que empieza por la covid-19, pero que va mucho más allá. En Sudáfrica, con su presidente Cyril Ramaphosa liderando esta batalla, tienen los mejores cimientos: la compañía Aspen Pharma ya está produciendo la vacuna de Johnson & Johnson. Fernando Albericio, doctor en Química Orgánica que trabaja en la Universidad de Kwazulu-Natal (Durban), explica que “este es uno de los pocos países del mundo que tiene esa capacidad. Aspen Pharma es una compañía que tiene todos los estándares y la credibilidad para producir vacunas bajo patentes de otras empresas farmacéuticas. Y se van a empezar a distribuir antes de que acabe el año”.
“Ninguna empresa hace el proceso completo de la vacuna”, añade el experto, “en realidad es como un puzle y el acabado final se hace en Sudáfrica, lo que es fundamental porque demuestra su capacidad. Lo importante es tener acceso a las vacunas. La producción en Sudáfrica va a abaratar el coste porque tres o cuatro euros ,que para Europa pueden significar muy poco, en los países africanos es dinero”. Sin embargo, la polémica ha llegado con una reciente investigación de The New York Times que revela que una parte de las vacunas fabricadas por Aspen Pharma en Sudáfrica estaba siendo exportada fuera de África. La farmacéutica impuso esta condición en el contrato para deslocalizar parte de su producción.
Este tipo de cláusulas se evitarían con un proceso de fabricación totalmente local. Eso es lo que pretende conseguir, también en Sudáfrica, la empresa Biovac. Patrick Tippoo, jefe de Ciencia e Innovación de la compañía y director ejecutivo de la Iniciativa Africana de Fabricación de Vacunas, asegura que trabajan con el objetivo de 2023. “Hay dos iniciativas en las que Biovac está involucrada. Por un lado, el acuerdo de rellenado y acabado con Pfizer cuya producción estará destinada únicamente al continente africano; y por el otro, el centro de transferencia de tecnología de la OMS y Covax para la vacuna Covid mRNA [de ARN mensajero], que sí que es una producción completa: desde sus componentes al producto”.
100 millones de dosis
“La intención de Sudáfrica es tener un manejo completo de la producción de la vacuna, la sustancia y el producto farmacológico”, prosigue Tippoo, “como ya ha demostrado Aspen, la infraestructura existe y está funcionando, muchos millones de dosis ya han sido producidas en sus instalaciones. En Biovac, las instalaciones también están preparadas para tener una capacidad completa en 2023 con una producción de 100 millones de dosis al año. Lo que debe construirse en los próximos seis meses es la infraestructura para almacenar las vacunas, porque la vacuna Pfizer requiere estar a una temperatura de menos 70 grados”.
En paralelo, pero en otra punta del continente africano, Senegal presentaba el pasado mes de julio su iniciativa para la fabricación completa de una vacuna contra la covid-19. Bajo la iniciativa del presidente Macky Sall, con la experiencia acumulada del Instituto Pasteur de Dakar, una referencia en el continente, y con el impulso financiero y técnico del Banco Europeo de Inversiones, la Development Finance Corporation (DFC) estadounidense y el Banco Mundial, la idea es ser los primeros. Ya se está trabajando en la preparación de un terreno cedido por el Estado en Diamnadio, el nuevo polo de desarrollo de la capital senegalesa, y existe un acuerdo con un socio tecnológico, la empresa belga Univercells. Se pretende contar con esta infraestructura a pleno rendimiento en el tiempo récord de 18 meses. Empezar a fabricar la vacuna a finales de 2022 es un sueño; 2023 parece un objetivo más realista.
En todo caso, el ambicioso proyecto ya ha echado a andar y cuenta también con financiación de la Comisión Europea, Alemania y Francia. Los primeros 26 millones de dólares ya han sido desembolsados. Por ahora, y pese a ser un país prioritario en su estrategia de cooperación en África, España no ha mostrado interés en participar. En los próximos días, el presidente Sall tiene previsto reunirse con la canciller alemana Angela Merkel en Berlín para abordar un posible acuerdo con BioNTech, la compañía que desarrolló la vacuna de Pfizer. A dicho encuentro también asistirá el presidente ruandés Paul Kagame, quien aspira a que su país también comience a fabricar vacunas contra la covid-19 en un plazo razonable.
Superar la negativa de las farmacéuticas a suspender sus patentes es el último de los desafíos. “La creación de una capacidad de fabricación de vacunas de ARN mensajero (ARNm) en África es absolutamente posible”, asegura Lara Dovifat, directora de la Campaña de Acceso de Médicos sin Fronteras. “Nuestro análisis muestra que al menos siete fabricantes en países africanos cumplen actualmente los requisitos previos para producir vacunas de ARNm, si se compartiera abiertamente toda la tecnología y la formación necesarias”.