La tercera dosis de la vacuna contra la covid dependerá de lo que cambien las variantes

Los expertos sostienen que la respuesta inmunológica a las actuales vacunas hará innecesarios nuevos pinchazos salvo que surjan nuevas cepas por la deficiente inmunización mundial

Una enfermera sostiene varias jeringuillas con dosis de Pfizer el 7 de marzo en Kiskunhalas (Hungría).Zoltan Mathe (EFE)

La respuesta a la pregunta de si los mayores españoles necesitarán el año que viene una tercera dosis de la vacuna frente al coronavirus se escribe ahora en los arrabales de Yakarta (capital de Indonesia, con más de 30 millones de habitantes) o el Delta del Nilo (donde viven casi 40 millones de personas). También en las atestadas ...

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La respuesta a la pregunta de si los mayores españoles necesitarán el año que viene una tercera dosis de la vacuna frente al coronavirus se escribe ahora en los arrabales de Yakarta (capital de Indonesia, con más de 30 millones de habitantes) o el Delta del Nilo (donde viven casi 40 millones de personas). También en las atestadas fiestas de personas jóvenes del primer mundo. Son esos lugares, donde el virus puede circular ampliamente entre grupos de población aún no inmunizada, los que multiplican el riesgo de que surjan nuevas mutaciones que rearmen al patógeno, alertan los expertos. Unos cambios que obligarían a revacunar a la población para evitar una nueva oleada de hospitalizaciones y fallecimientos.

África González, catedrática de inmunología en el Centro de Investigaciones Biomédicas (CINBIO) de la Universidad de Vigo, expone: “La llamada tercera dosis solo será necesaria en dos supuestos. El primero es el menos probable y ocurriría si las personas vacunadas empiezan a sufrir reinfecciones porque sus defensas dejan de ser eficaces frente al virus al haber perdido la memoria inmunológica. El segundo sería la aparición de una nueva cepa muy cambiada respecto a las variantes actuales que hiciera que las vacunas dejen de ser eficaces. Pero, en sentido estricto, entonces ya no estaríamos hablando de una tercera dosis, sino de una nueva vacuna, como ocurre cada año con la gripe”.

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Ugur Sahin, uno de los fundadores de BioNTech —la farmacéutica que ideó la vacuna comercializada por Pfizer— dio alas el pasado 27 de abril al debate al pronosticar que la tercera dosis será necesaria “entre nueve meses y un año después de la primera pauta completa”. La razón sería la disminución de los anticuerpos generados por el organismo. Hace 15 días, el consejero delegado de Moderna, Stéphane Bancel, insistió en esta idea en una entrevista concedida al diario francés Le Journal de Dimanche.

Ambos sustentan sus afirmaciones en estudios llevados a cabos por ambas compañías que apuntan a la pérdida de la memoria inmunológica de las personas vacunadas. Unos estudios que no han sido publicados, lo que lleva a los expertos a acoger los anuncios con cautela. Rafael Cantón, jefe de servicio de microbiología del Hospital Ramón y Cajal (Madrid), afirma: La información que tenemos no apunta hacia la pérdida de eficacia de la respuesta inmunitaria del organismo. Si las farmacéuticas disponen de esos estudios, deberían hacerlos públicos”.

En una rueda de prensa celebrada el pasado 28 de mayo, el portavoz de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aseguró que con los “datos disponibles” la tercera dosis no será necesaria ya que la respuesta inmunitaria lograda con las vacunas actuales es suficiente frente a todas las variantes conocidas del coronavirus.

Una enfermera prepara la vacuna de Pfizer en el Hospital Son Espases de Palma de Mallorca en enero.Isaac Buj (Europa Press)

Los expertos recuerdan que el sistema inmunitario, uno de los más complejos del ser humano, se defiende de los patógenos en varios niveles. Magda Campins, jefa de servicio de medicina preventiva del Hospital Vall d’Hebron (Barcelona), explica que “los anticuerpos son uno de ellos, pero que estos disminuyan no significa que el organismo se quede sin defensas. Existe la inmunidad celular, con leucocitos capaces de volver a producir anticuerpos si el virus trata de infectar de nuevo a la persona incluso varios años después”.

Esta especialista también considera que, con la evidencia disponible, actualmente no hay razones para pensar que la tercera dosis vaya a ser necesaria. “Si las farmacéuticas tienen estudios que digan lo contrario, deberán presentarlo a las agencias regulatorias, que los estudiarán y, en su caso, aprobarán estas nuevas dosis”, añade.

Los expertos recuerdan que es común, por ejemplo, que el cuerpo se quede sin anticuerpos frente a la hepatitis b años después de la vacuna, pero que la memoria celular mantiene la capacidad de producirlos en caso necesario. “Yo pienso que si no surgen nuevas cepas, no será necesaria la tercera dosis”, detalla África González. “La respuesta inmunológica será suficiente. Hay estudios que revelan que personas infectadas con el primer SARS, en 2002, son todavía capaces de producir anticuerpos eficaces”.

Esta memoria es eficaz incluso entre las personas de más edad, que suelen tener una peor respuesta inmunológica. Países como Francia sí han empezado a aplicar la tercera dosis en algunos perfiles de enfermos, como oncológicos, trasplantados y otros pacientes inmunodeprimidos. Aunque esta medida ha sido adoptada por precaución, Magda Campins la considera “algo prematura”. La idea de fondo es la misma: aunque algunos estudios parecen indicar que pierden anticuerpos con rapidez, “esto no significa que no tengan la capacidad de producirlos de nuevo”.

Nuevas mutaciones

Si la opinión dominante es que la respuesta inmunológica ofrecida por las vacunas actuales será suficiente para contener a todas las variantes conocidas, más abierto está el debate sobre las nuevas mutaciones que puedan surgir y que harían revacunar a la población. En opinión de Luis Enjuanes, director del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), es una ecuación en la que intervienen las probabilidades y, por tanto, el azar, pero si el virus sigue por mucho tiempo replicándose trillones de veces diariamente en cientos de millones de personas infectadas lo previsible es que esto acabe por suceder,

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“Por lo que hemos visto ahora, el virus lleva una trayectoria de mutar bastante, casi como el virus de la gripe”, explica Emjuanes.”Su genoma tiene 30.000 nucleótidos y en cada ciclo de reproducción cambia 1 de cada 10.000. Cada vez que se replica, por tanto, el virus sufre tres cambios y esto puede alterar mucho sus capacidades infectivas y de escape a las vacunas. Pienso que es muy posible que cada año o a lo sumo cada dos haya que adaptar las vacunas a las variantes o cepas que estén circulando en ese momento”.

Otros expertos, en cambio, opinan que “aún hay tiempo” para evitar el surgimiento de estas cepas si el mundo es capaz de producir y distribuir con rapidez vacunas suficientes para inmunizar a la población mundial. Con muchas menos personas susceptibles de contraer el virus y la mayoría de ellas vacunadas, las que se infecten será de forma muy leve y con una carga viral baja. El virus, por tanto, tendrá muchas menos oportunidades de seguir mutando y “la pandemia se irá autocontrolando”, sostiene África González.

Viales de Pfizer en París en mayo.MARTIN BUREAU (AFP)

La Comisión Europea anunció el pasado 20 de mayo la adquisición de 900 millones de nuevas dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech para su entrega entre finales de este año y 2023, con la opción de doblar esa cantidad. Es la forma de estar preparado ante cualquier escenario de futuro, ya que la tecnología disponible también permitiría adaptar estas vacunas a nuevas variantes o cepas.

Algunos expertos, sin embargo, temen que esta operación sea un nuevo primer paso hacia una estrategia que ha demostrado sus límites. La carrera de los países ricos para acaparar dosis en esta primera fase de la pandemia ha dejado a amplias zonas del globo rezagadas en la campaña de vacunación, recuerdan que no es casualidad que las nuevas variantes hayan surgido en zonas con menores coberturas, como India, Sudáfrica y Brasil. La británica (alfa según la nueva nomenclatura), en cambio, es anterior a la fabricación en masa de las primeras vacunas.

El peor de los escenarios sería un bucle interminable en el que la deficiente vacunación en algunas partes del globo permita el surgimiento de nuevas cepas frente a las que los países ricos corran de nuevo a vacunarse los primeros. África González concluye: “Para evitarlo, la mejor estrategia es la global y lo deseable es que sea la Organización Mundial de la Salud la que la lleve a cabo”.


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