El Gobierno británico esquiva el conflicto entre la UE y AstraZeneca y asegura su propio suministro
Londres prioriza su campaña de vacunación, pero se muestra dispuesto a ayudar a “los amigos europeos” con las dosis sobrantes
Los tabloides británicos han entrado esta semana con toda la caballería en la “guerra de las vacunas”. Enormes titulares impregnados del aroma del Brexit y con los inevitables signos de exclamación, para añadir dramatismo. “No, la Unión Europea no puede tener nuestras vacunas”, proclamaba el Daily Mail. “¡Espera tu turno! Una egoísta Unión Europea quiere nuestras vacunas”, acusaba el Daily Express. ...
Los tabloides británicos han entrado esta semana con toda la caballería en la “guerra de las vacunas”. Enormes titulares impregnados del aroma del Brexit y con los inevitables signos de exclamación, para añadir dramatismo. “No, la Unión Europea no puede tener nuestras vacunas”, proclamaba el Daily Mail. “¡Espera tu turno! Una egoísta Unión Europea quiere nuestras vacunas”, acusaba el Daily Express. Más allá de la competición en ardor patriótico, todos los periódicos británicos han interpretado lo ocurrido como el inicio de una guerra comercial entre Londres y Bruselas. El mensaje ha quedado tan claro que el Gobierno de Johnson ha optado por mostrar públicamente su lado más amable y diplomático, pero con la misma firmeza. “Todo lo que puedo decir es que tenemos mucha confianza en [la seguridad] de nuestros suministros, y en los contratos firmados. Sobre esa base seguimos adelante con los planes”, respondía el primer ministro este miércoles, para evitar que el conflicto desatado entre AstraZeneca y la Comisión Europea le salpicara. “Es un asunto a resolver entre ambas partes. El Reino Unido cree firmemente que la producción de vacunas es el resultado de alianzas internacionales, y que su distribución por todo el mundo debe ser un esfuerzo internacional”.
Downing Street ha lanzado la consigna entre los ministros para evitar cualquier escalada verbal. Comienza a perfilarse el triple objetivo perseguido con esta estrategia de templanza: asegurar su propio suministro, ofrecer a la UE el lado británico más amable y presentar a su Gobierno como un protagonista clave en la defensa del multilateralismo y la cooperación internacional. El Gobierno de Johnson, por primera vez en un año salpicado de errores, se está apuntando un gran éxito con su campaña de vacunación. Un 10% de la población adulta ha recibido ya la primera dosis, y el objetivo de vacunar a 15 millones de personas a mediados de febrero parece en estos momentos alcanzable. El primer ministro no quiere poner en riesgo su estrategia con una batalla que comienza a desbordarse.
Michael Gove, el jefe de Gabinete de Johnson (con rango ministerial), era el encargado de transmitir este jueves a la opinión pública un mensaje medido al milímetro: “El programa de vacunación [del Reino Unido] ha sido decidido y asegurado, y los suministros fijados, hace ya mucho tiempo. Nos encargaremos de que la campaña continúe exactamente como fue planeada. Por supuesto, hablaremos con nuestros amigos de Europa para ver cómo podemos ayudarles, pero lo importante es que nuestro propio programa de vacunación salga adelante como estaba planeado”, ha dicho a la cadena ITV.
Downing Street se muestra convencido de que Bruselas tiene pocos asideros legales para modificar el contrato de suministros alcanzado entre el Reino Unido y las distintas farmacéuticas. El Gobierno de Johnson comenzó a financiar en mayo con 90 millones de euros el esfuerzo conjunto de la Universidad de Oxford y AstraZeneca, y aseguró una entrega de cien millones de dosis (los treinta primeros millones en septiembre), más de dos meses antes de que la UE firmara su propio contrato. Londres exigió además que las vacunas producidas en las dos plantas que el gigante anglo-sueco tiene en el Reino Unido (en Oxfordshire y Staffordshire) aseguraran primero el suministro concertado con el Gobierno británico.
Fuentes anónimas de la industria farmacéutica citadas por The Times aseguran, sin embargo, que el Reino Unido “tiene ya aseguradas para este año más vacunas de las que necesita” y puede perfectamente donar los remanentes a otros países. El Gobierno de Johnson fue el primero en cerrar contratos con los principales laboratorios que trabajaban con ensayos contra la covid-19. En total 357 millones de dosis de siete fabricantes diferentes. No es ese el problema, sino el ritmo de entrega de unos laboratorios que se han encontrado con problemas de producción en los primeros meses. Nadie cuestiona que ese ritmo se incrementará gradualmente, pero ningún país quiere sufrir un parón drástico en su campaña de vacunación, en la que se han puesto todas las esperanzas para salir de la pesadilla de la pandemia.
Ante esta situación, el Gobierno de Johnson se ha reafirmado en dos de sus decisiones más cuestionadas en el arranque de esta crisis: rechazar la participación en la estrategia colectiva de vacunación diseñada por la UE (a pesar de que, en medio del periodo de transición, el Brexit todavía no era una plena realidad jurídica); y utilizar la propia legislación europea para adelantarse al resto de países y aprobar unilateralmente los nuevos fármacos para su uso y distribución. “Hemos sido capaces de hacer las cosas de un modo diferente y, en cierta medida, de un modo mejor”, explicaba Johnson este jueves en la Cámara de los Comunes. “Pero aún es muy pronto, y es importante recordar que se trata de un esfuerzo internacional. Dependemos de nuestros amigos y socios, y seguiremos trabajando con ellos, con la UE y con el resto del mundo”.
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