Por qué el estado de alarma se queda corto

Seis puntos débiles en los que la nueva medida falla ante una pandemia que avanza más rápido que las restricciones

Dos coches de Policía Nacional circulan por la calle Calvo Sotelo minutos antes de la segunda noche de toque de queda, en Santander.Juan Manuel Serrano Arce (Europa Press)

Los partidos se han enredado en la duración del nuevo estado de alarma cuando ese es seguramente el menor de los problemas que afronta. El principal: que la covid avanza mucho más rápido que las medidas que van tomando con dificultades, divisiones y un espectáculo impropio de una crisis sanitaria. Y que pronto se va a quedar corto. Estos son los seis puntos débiles de este estado de alarma cuya prórroga llega hoy a...

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Los partidos se han enredado en la duración del nuevo estado de alarma cuando ese es seguramente el menor de los problemas que afronta. El principal: que la covid avanza mucho más rápido que las medidas que van tomando con dificultades, divisiones y un espectáculo impropio de una crisis sanitaria. Y que pronto se va a quedar corto. Estos son los seis puntos débiles de este estado de alarma cuya prórroga llega hoy al Congreso:

1. Insuficiencia de los horarios restringidos. Se prohíbe la movilidad de 23.00 a 6.00, con un margen de una hora que las comunidades pueden adelantar o atrasar. Varias ya han adoptado la opción más laxa y, en todo caso, los expertos juzgan insuficiente esa medida en un horario tan estrecho y de escasa actividad. La prórroga, además, elimina desde el 9 de noviembre su carácter obligatorio y lo deja en manos de las autonomías.

2. Insuficiencia de los confinamientos perimetrales. El decreto habilita a las comunidades para ordenar cierres regionales o de localidades y muchas así lo han hecho. Los cierres perimetrales en áreas tan grandes, sin embargo, se han revelado también insuficientes. Palencia y León, por ejemplo, que el viernes cumplieron dos semanas bajo esa medida, vivieron un fuerte aumento de cifras de contagios en su interior. El estado de alarma no habilita a las comunidades para una restricción de libertades como la que suponen los confinamientos domiciliarios, que antes o después serán necesarios, según los especialistas. Y la batalla política empezará de nuevo. Mientras, si optan por esa vía y otras no previstas en el decreto deberán ampararse en la legislación de 1986 y sus leyes autonómicas y acudir a los Tribunales Superiores, con el riesgo de parálisis que conlleva. De nuevo, el tiempo se perderá en la batalla.

3. Sin ayudas. Cuando el primer ministro italiano anunció el cierre de bares y restaurantes a las 18.00, lo acompañó de las ayudas correspondientes. Aquí no ha sido así y el sector tendrá que librar la batalla ante una situación necesaria, pero letal.

4. Legislación alternativa. El PP ha insistido en reformar la legislación existente para dotar a las comunidades de instrumentos jurídicos apropiados sin recurrir al estado de alarma. El propio Edmundo Val, exabogado de Estado, hoy en Ciudadanos, asegura que una limitación de derechos como esta solo puede realizarse mediante el estado de alarma y no en la legislación ordinaria. El Gobierno, que en junio prometió la reforma legal y luego se desdijo, debería explicar con claridad por qué hoy se niega.

5. Sanciones sin concretar. El decreto no concreta las sanciones a incumplidores, que deja en un genérico “con arreglo a las leyes”, lo que el ciudadano debería poder tener claro. Acaso no se ha analizado suficientemente la ineficacia de las medidas sin una vigilancia suficiente y un claro régimen sancionador en esta segunda oleada.

6. Seis meses. Tanto el PP como Cs o ERC han mostrado dudas sobre una extensión tan prolongada. El debate es interesante, sí. Pero la realidad es que, al ritmo con que se extiende la pandemia, los servicios médicos se verán de nuevo desbordados en noviembre, un estresor añadido para los sanitarios, para la sociedad y para los enfermos que nadie quisiera volver a atestiguar. Sin nuevos recursos y medidas más contundentes, lo veremos.

Por último, y si me aceptan una apuesta, verán qué pronto estaremos debatiendo medidas mucho más restrictivas. Miren Francia, Alemania, Italia. Al menos, ese será nuestro deber.

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