‘Música para respirar’, una bocanada de aire para las personas que enfrentan el coronavirus en Bolivia
La Sociedad Boliviana de Música de Cámara ha ofrecido cientos de miniconciertos gratuitos de forma virtual para animar a quienes sufren y combaten la pandemia
La clarinetista Camila Barrientos podía ver a través de videollamada a Octavina Cáceres recostada en la cama. Se encontraba aislada en una habitación junto a su hija Judith Morales Cáceres, ya que ambas reciben tratamiento contra el coronavirus. Parecía dormida, recuerda la música, cuando se dispuso a empezar a interpretar para ellas la popular pieza Bolero, de Maurice Ravel. Con ese tempo regular e invariable de la melodía, la mujer de 69 años se levantó como el crescendo de la obra, como si hubiera recibido una bocanada de aire contra el virus. La melodía la devolvió a 1...
La clarinetista Camila Barrientos podía ver a través de videollamada a Octavina Cáceres recostada en la cama. Se encontraba aislada en una habitación junto a su hija Judith Morales Cáceres, ya que ambas reciben tratamiento contra el coronavirus. Parecía dormida, recuerda la música, cuando se dispuso a empezar a interpretar para ellas la popular pieza Bolero, de Maurice Ravel. Con ese tempo regular e invariable de la melodía, la mujer de 69 años se levantó como el crescendo de la obra, como si hubiera recibido una bocanada de aire contra el virus. La melodía la devolvió a 1956 y activó la imagen del comediante mexicano Mario Moreno, mejor conocido como Cantinflas, hipnotizado y bailando al compás de Elaine Bruce con la música del compositor francés en la popular película de 1956, El bolero de Raquel. “Parece que desde ese momento nos ha sanado”, afirma la casi septuagenaria. Ese acto de empatía de Barrientos, fue parte de uno de los 355 miniconciertos gratuitos que los integrantes de la Sociedad Boliviana de Música de Cámara ofrecieron a oyentes directamente afectados por la covid-19.
Música para respirar 24/7 es una iniciativa que nació en Bolivia con el objetivo de ofrecer un “espacio sonoro de tranquilidad, paz y bienestar” para pacientes con coronavirus, parientes cercanos de enfermos, doctores y trabajadores del área de la salud. A través de videollamadas por WhatsApp, 12 músicos de la Sociedad Boliviana de Música de Cámara (SBMC) se propusieron ofrecer breves conciertos, con una duración entre cinco y 20 minutos, como terapia en medio de la pandemia. La idea, según cuenta Barrientos, surgió inspirada en un proyecto de Estados Unidos en el que intérpretes de orquesta llevan la música a los hospitales.
“Cuando pensé en la realidad boliviana no todos van al hospital o no pueden ir al hospital porque están colapsados. Tenía que ser abierto para todos y durante 24 horas. Fue como un ejercicio de empatía hacia el personal médico que está en las salas de emergencia o en las salas donde se trata a pacientes con la covid-19. Nosotros apreciamos y valoramos su trabajo y quisimos ponernos en primera línea con lo que nosotros hacemos, que es música”, enfatiza la también cofundadora de la SBMC.
En la primera etapa del proyecto, que se realizó del 10 al 17 de agosto, se llegó a 750 oyentes aproximadamente con un total de 1.719 minutos de conciertos. La mecánica para solicitar una presentación era sencilla. Solo había que mandar un mensaje con la solicitud de un recital a las redes sociales de la SBMC y en menos de 30 minutos un músico, de turno por 12 horas, se encontraba listo para atender las demandas musicales de su público. Si bien el proyecto nació con Bolivia “en mente y corazón”, los pedidos para los microconciertos llegaron también de países como Estados Unidos, Alemania, España, Brasil, Argentina, Panamá y Ecuador.
Barrientos, que toca el clarinete desde hace 24 años y reside en Brasil, cuenta que los pedidos se incrementaron tanto en los últimos días que otros siete músicos invitados entraron como refuerzo para cubrir la demanda. Pero no solo eso, aparte cada integrante de la iniciativa cumplió con seis horas extra de trabajo como voluntario administrativo para ocuparse de la parte logística, recibiendo mensajes y encaminando los oyentes para los intérpretes.
“Hemos tenido llamadas que han durado más de media hora, más de una hora. No solamente es el hecho de que hables con alguien, sino que te escuche verdaderamente. Al hacer estos conciertos personales nos hemos conectado con completos desconocidos. Qué experiencia más cansadora y maravillosa a la vez”, afirma Fernando López, de 26 años, integrante de la SBMC y que realiza la especialidad de interpretación de piano en Florida, EE UU.
Desde un cuarto de ensayo en la escuela de música y artes Bower, a altas horas de la noche y en la madrugada, sin despertar a nadie en la universidad, López desplegó en el piano música boliviana a ritmo de tonadas tradicionales del país andino-amazónico, como la cueca y el taquirari, para los conciertos virtuales, además de repertorio clásico e internacional, que incluyen obras de grupos británicos como The Beatles o Coldplay. La selección del repertorio, a elección de cada músico –con el asesoramiento de la compositora y musicoterapeuta boliviana Teresa Laredo–, incluía una pieza clásica, una internacional y una típica de las distintas regiones de Bolivia. “Teresa nos recomendó no demostrar virtuosismo o cosas pomposas, sino más bien entregar alivio y calma a las personas”, agrega el pianista.
Bolivia se encuentra en el pico de la pandemia, con más de 112.000 casos y rozando los 5.000 fallecidos. Los centros de salud están casi saturados y se reportan a diario más de 1.000 positivos. Durante la semana de los microconciertos, la doctora Patricia Ricaldi sentía que se encontraba a punto de colapsar. Antes de comenzar su turno en la Caja Nacional de Salud en Villamontes, en el sur de Bolivia –a casi 100 kilómetros de la frontera con Argentina–, vio el anuncio en Facebook y decidió probar suerte. No tenía expectativas reales de que vayan a responderle. Media hora después le confirmaron que el trompetista brasileño Bruno Lourensetto iba a tocar para ella. “Más allá de la atención médica, tenemos que brindar contención y eso hace que reprimamos muchos sentimientos, que a la larga nos afecta. No me sentía bien ese día, la música me ayudó a controlar la ansiedad, a mejorar mi estado de ánimo”, afirma.
Barrientos dice que cada miniconcierto fue como viajar al mundo de una persona diferente, por lo que la Sociedad Boliviana de Música de Cámara ya comienza a pensar en las próximas temporadas de Música para respirar 24/7. Sueña con, algún día, llevar un concierto en todas las ciudades que participaron y poder conocer a todas las personas para las que estuvo tocando. “No pensábamos que se iba a contagiar las ganas de hacer algo tan lindo como esta iniciativa. De que no se detiene, no se detiene”, sentencia Flores, con un aire de determinación y optimismo.