Luiz Henrique Mandetta: “Vi pasar a Bolsonaro de la fase de la negación a la de la ira”

Destituido en plena pandemia, que suma más de 100.000 muertos por coronavirus, el exministro de Salud brasileño releva detalles de sus discrepancias con Bolsonaro

El exministro de Salud brasileño Luiz Henrique Mandetta.Erasmo Salomão

Desde que fue destituido del Ministerio de la Salud de Brasil por no participar en la política negacionista y anticiencia del presidente Jair Bolsonaro, el exministro Luiz Henrique Mandetta (Campo Grande, 1964) está en cuarentena laboral. Como no puede trabajar durante seis meses, mantiene su sueldo de unos 30.000 reales (5.500 dólares, 4.700 euros) al mes y divide su tiempo entre escribir un libro sobre lo ocurrido entre bambalinas en ...

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Desde que fue destituido del Ministerio de la Salud de Brasil por no participar en la política negacionista y anticiencia del presidente Jair Bolsonaro, el exministro Luiz Henrique Mandetta (Campo Grande, 1964) está en cuarentena laboral. Como no puede trabajar durante seis meses, mantiene su sueldo de unos 30.000 reales (5.500 dólares, 4.700 euros) al mes y divide su tiempo entre escribir un libro sobre lo ocurrido entre bambalinas en Brasilia durante la pandemia del coronavirus, visitar la hacienda familiar y ejercer su afición de carpintero. Médico y veterano político de derechas, se mostró crítico con el Gobierno, sobre todo con su gestión de la epidemia, en una entrevista por videoconferencia con EL PAÍS el pasado jueves.

Es recurriendo a sus conocimientos médicos que habla de la postura de Bolsonaro frente a la pandemia que, oficialmente, ya ha matado más de 106.000 brasileños. “Hay gente que, cuando recibe una mala noticia, cuando el médico le dice que tiene una leucemia, dice: ‘No me lo creo. Voy a pedir otra prueba’”, explica Mandetta, que lo define como la fase de la negación. “En la fase siguiente, pasa a tener rabia. Vi al presidente oscilar entre la fase de la negación, que fueron esas frases infelices —‘eso es una gripecita’—, y le vi pasar a la fase de la ira”, señala.

Mandetta revela que en el entorno de Bolsonaro hubo empresarios, médicos y diputados que planteaban que Brasil tendría menos de 10.000 fallecidos por la covid-19, y así fortalecían el negacionismo del mandatario brasileño. “Él se aconsejaba muy poco con los ministros. Tenía un asesoramiento paralelo. Y cuando tienes a personas que te aconsejan hablando lo que quieres oír, diciendo que tienes razón y que eso se va a acabar, no escuchas a la ciencia”, dice. “Traté de explicarlo, lo entregué por escrito”, recuerda. El 16 de abril, anunció su salida por Twitter: “Acabo de oír del presidente Jair Bolsonaro el anuncio de mi destitución del Ministerio de la Salud”.

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Cuenta que en varias ocasiones trató de alertar a Bolsonaro sobre la gravedad de la enfermedad, oralmente y por escrito, y que el presidente conocía las proyecciones de muertes. Entre los varios escenarios que barajaba el ministerio, uno indicaba que Brasil podría llegar a 100.000 fallecidos en septiembre. Alcanzó esa cifra a principios de agosto y hoy ya suma más de 106.000 muertes.

Bolsonaro quería que, en un año de elecciones municipales, el Ministerio de la Salud se embarcase en una disputa política ante las municipales del próximo noviembre. “Quería que el ministerio saliese de esa enfermedad, se callara, y que fuera crítico con los alcaldes y gobernadores, porque en la elección municipal el punto principal es la salud”, recuerda. Y así “él podría decir que estaba luchando por la recuperación económica, porque la economía es un tema presidencial”.

Para el exministro, las acciones de Bolsonaro buscan más distanciarlo de la crisis que mitigarla. La estrategia, señala, pasa por quitarle protagonismo al Ministerio de la Salud, evitar que den entrevistas, ablandar los números de la pandemia y empujar la responsabilidad hacia los gobernadores y alcaldes, los últimos sometidos a fuertes presiones locales para relajar la cuarentena en un año electoral.

Mandetta cree que los dos cambios en la jefatura de la Salud durante la crisis —fue sustituido por el médico Nelson Teich, que dimitió en menos de un mes, y ahora ejerce de ministro interino un militar, el general Eduardo Pazuello— fueron nocivos, pero la sustitución del equipo técnico del ministerio fue aún más grave y dejó el país “sin referencia”, además de resultar en el abandono de medidas preventivas, lo que puede causar una explosión de otras enfermedades en el futuro, advierte.

A esa “ira” y a una supuesta necesidad de apuntar culpables el médico Mandetta atribuye declaraciones como la hecha por Pazuello, de que el exministro se había equivocado al orientar, en el inicio de la pandemia, que las personas solo acudieran a los hospitales si tenían falta de aire. “Una crítica venida de él [Pazuello], yo la escucho. No puedo criticarlo porque no entiendo nada de militarismo, de paracaídas, de trampas, de [fusiles] AR15. Si fuera yo a criticarlo de que no pliega bien a un paracaídas, iba a mirarme a mí y a decir: ‘Oye, tú, ¿acaso ya plegaste a alguno en tu vida?’ Iba a decirle que no. En Salud es más o menos lo mismo”, contesta.

Mandetta, que daba largas y didácticas conferencias de prensa a diario, dice creer que, al inicio de la crisis, fue capaz de transmitir un mensaje claro a la población, pese a las declaraciones divergentes del presidente, pero matiza que las informaciones contradictorias de la OMS hicieron que Occidente tuviera que modificar estrategias en los primeros meses de la pandemia. “Solo cuando ganó fuerza en Italia, Occidente asumió la gravedad del problema y vio cómo los sistemas de salud de diversos países colapsaban. Hasta el caso de Italia, nuestro SUS [la sanidad pública de Brasil] se preparaba para un virus lento. Cuando vemos que es un virus con velocidad de transmisión muy grande, tenemos que redimensionar todo nuestro sistema”, explica. El ministro defendía el aislamiento social para dar tiempo a que el sistema de salud se organizara para atender a la elevada demanda de pacientes graves.

Dice que Bolsonaro imitó el discurso del presidente de EEUU, Donald Trump, y usó la cloroquina como un atajo para acabar con el distanciamiento social y priorizar su pauta económica. Sostiene que el país aún tardará en regresar a la mesa de las decisiones internacionales. “No sé si Brasil está peor evaluado internacionalmente por la salud o por el medio ambiente”, dice.

Mandetta revela que la epidemia ha cumplido las proyecciones más pesimistas de su ministerio, pero cree que el número de muertes diarias deben empezar a caer gradualmente este agosto. Mirando hacia atrás, lamenta la evolución de la pandemia en Brasil. “El 10 de mayo llegamos a 10.000 fallecidos. Estamos en agosto con 100.000. Así que estamos haciendo 1.000 muertes por día desde hace 90 días, ininterrumpidos. No hacía falta que fuera así”, zanja.

Pese a las innumerables críticas sobre cómo ha gestionado la crisis Bolsonaro, el exministro dice no ver un genocidio, como alegan denuncias presentadas a la Corte de la Haya, sino “negligencia” y “omisión de socorro”. Sobre si se arrepiente de haber votado a Bolsonaro en las últimas elecciones, Mandetta dice que no, pero espera no tener que escoger por exclusión en 2022, como hizo en 2018, dada la polarización política. “Es imposible, porque él jugó a favor de lo que más combato en la vida, que es la muerte”. El exministro amaga con disputar las elecciones presidenciales de 2022, pero recuerda que esos comicios están todavía muy distantes y que sería “inocuo” discutir una candidatura en plena pandemia.

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