Mentiras y racismo tras el rebrote de Navalmoral

Un contagio originado por un migrante desata una campaña de bulos en la localidad extremeña

Dos vecinos de Navalmoral de la Mata pasan junto a un cartel que pide a los vecinos quedarse en casa por el coronavirus.Álvaro García
Navalmoral de la Mata -

“Cerezas, cerezas. Son frescas, de aquí, del Jerte”. Una tendera del mercadillo al aire libre de Navalmoral de la Mata, localidad de 17.000 habitantes en el norte de Cáceres, ofrece su mercancía a los vecinos. “La gente viene temprano”, apunta Tomás Colmenar, de 56 años y funcionario municipal. Desde hace un mes, los viernes deja sus labores en el Ayuntamiento para controlar el acceso principal del bazar en el que se mezclan las hortalizas con los textiles; mujeres con velo, tenderos de etnia gitana o señoras con ca...

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“Cerezas, cerezas. Son frescas, de aquí, del Jerte”. Una tendera del mercadillo al aire libre de Navalmoral de la Mata, localidad de 17.000 habitantes en el norte de Cáceres, ofrece su mercancía a los vecinos. “La gente viene temprano”, apunta Tomás Colmenar, de 56 años y funcionario municipal. Desde hace un mes, los viernes deja sus labores en el Ayuntamiento para controlar el acceso principal del bazar en el que se mezclan las hortalizas con los textiles; mujeres con velo, tenderos de etnia gitana o señoras con cardado. Colmenar invita a echarse gel en las manos a todos los que acceden al recinto y les explica la ruta “de un solo sentido” que deben seguir. “Esto está muy bien”, apunta una mujer tras su mascarilla verdosa rubricada por la bandera de España. “Sobre todo después de lo que ha pasado aquí”, agrega, acelerando el paso.

Una tormenta de bulos con tintes racistas ha invadido esta semana Navalmoral. Un fenómeno que ha tenido gran repercusión a través de redes sociales. El origen: un foco del virus en la localidad, uno de la docena que actualmente permanecen activos y monitorizados en España. Hace un mes, el pasado 24 de mayo, la Secretaría de Estado de Migraciones trasladó al municipio extremeño a un hombre de 30 años. Poco antes había llegado a Almería en una patera, arriesgando su vida para cruzar el Estrecho. Cepaim, una ONG que colabora con el Gobierno en la atención a los migrantes, se hizo cargo de varios de los ocupantes de esa patera. Algunos fueron trasladados a Soria; uno de ellos, a Navalmoral, donde la ONG tiene una sede desde 2007.

El 28 de mayo se confirmó que uno de los migrantes trasladados a Soria era positivo. “Se activaron los protocolos y se avisó a la Dirección General de Salud Extremeña”, apunta Mehrad Alizadeh, coordinador autonómico de Cepaim y responsable del centro de Navalmoral. El 1 de junio una prueba PCR diagnosticó el positivo del compañero de patera en el municipio extremeño. “Aislamos al chico con otros dos con los que había tenido contacto”, continúa el coordinador, “el día 10 de junio el chico se fue. Abandonó la casa de acogida. También avisamos a las autoridades”, prosigue Alizadeh, que llegó a Europa desde Irán hace 33 años: “Llegué a Suecia como refugiado. Hace 15 me instalé en Navalmoral. Entonces, descubrí una Europa solidaria que nada tiene que ver con los mensajes que distribuyen algunas personas”.

Incidente sin relación

Dos semanas después de que el contagiado abandonase Navalmoral —”tenía contactos en Francia”, repiten varios de sus allegados—, las calles se han llenado de rumores. Uno afirmaba que el hombre había sido visto por el municipio “expandiendo el virus”. Otros, que la fuga del migrante se había producido con violencia y en el hospital. “Hubo un incidente en el centro de salud, pero fue mucho después y sin ninguna relación con este caso”, explican fuentes municipales.

“Ha habido una campaña virtual de propaganda para incitar al odio”, resume Raquel Medina, alcaldesa socialista de 47 años que renovó mandato en las últimas elecciones. Defiende que está al frente de una localidad “abierta y diversa”. Leticia Serrano, que regenta una peluquería en el municipio, apunta: “Se han dicho muchas cosas. Y se ha achacado toda la responsabilidad a este hombre, pero a Navalmoral, desde que nos desconfinamos, ha venido mucha gente”. En la localidad hay una veintena de positivos, pero solo nueve provienen del entorno del denominado paciente cero.

Por otro lado, las autoridades sanitarias han confirmado que no ha habido contagio comunitario; es decir, que no se ha infectado nadie fuera del entorno de los casos aparecidos. “Veo a mucha gente cada día”, dice la peluquera Serrano, “y todos te cuentan algo. Tanto que te acaban poniendo la cabeza como un bombo y cabreándote. He decidido que en la peluquería vamos a hablar de otras cosas”.

Ese fenómeno de dispersión de rumores que cuenta que ha ocurrido en la peluquería de Serrano se ha multiplicado en las redes sociales. “Llevo un grupo de Facebook con más de 7.000 seguidores y lo he cerrado hace dos días”, explica María Ruiz, de 37 años. De manera temporal, ha clausurado a comentarios el foro “Navalmoral qué me narras”, que creó hace seis años. “Los vecinos estaban enfrentándose entre ellos, discutiendo. Dije: no. Este grupo no se creó para generar conflictos, sino para que la gente compartiese”, explica Ruiz, que considera que hay “grupos e intereses políticos en hacer ruido con este tema”. No lo dice, pero hace referencia al entorno de la extrema derecha en la localidad.

En las últimas elecciones municipales, el partido de extrema derecha Vox consiguió un edil. “La crispación ha ido en aumento desde 2018”, agrega la alcaldesa. “Ha habido otros brotes en la región y en España y no se les ha prestado la misma atención”, prosigue Medina, “si te metes en las redes parece que hay un conflicto racial en Navalmoral y no es cierto. Aquí no somos así”. Ni en el mercadillo, ni en “la principal” (la calle peatonal y comercial de Navalmoral), ni en las terrazas de la zona junto a la carretera de Valdehúncar se escuchan declaraciones racistas o xenófobas. “Estamos preocupados porque el virus es un problema de todos, pero no tiene nada que ver con quién es el paciente cero o no”, opina una mujer de 32 años en el mercadillo. Prefiere no dar su nombre: “No me apetece, que luego la gente habla”.


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