Prudencia en la desescalada ante pequeños brotes

Episodios infecciosos en Lleida y Totana retrasan el paso de fase en estas zonas

Una pareja de jóvenes con mascarilla este domingo en el municipio murciano de Totana, que permanecerá en la fase 1 de la desescalada por un brote surgido hace unos días.Marcial Guillén (EFE)

La prudencia se ha instalado en la desescalada ante el temor a una nueva transmisión descontrolada de la covid-19. Así, ante la aparición de varios brotes en Lleida, Cataluña ha decidido retrasar la propuesta para que la región sanitaria pase el lunes a la fase 2. Lo mismo ha hecho Murcia, que tras detectar un brote en temporeros del municipio de Totana, ha optado por mantener a la localidad en la fase 1.

Los expertos insisten en qu...

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La prudencia se ha instalado en la desescalada ante el temor a una nueva transmisión descontrolada de la covid-19. Así, ante la aparición de varios brotes en Lleida, Cataluña ha decidido retrasar la propuesta para que la región sanitaria pase el lunes a la fase 2. Lo mismo ha hecho Murcia, que tras detectar un brote en temporeros del municipio de Totana, ha optado por mantener a la localidad en la fase 1.

Los expertos insisten en que los rebrotes formarán parte de la nueva normalidad. Lo importante es detectarlos precozmente y cortar cuanto antes las cadenas de transmisión. Pero los primeros gobiernos autonómicos que han tenido que enfrentarse a un episodio infeccioso de este tipo han optado por la mesura.

La portavoz del Govern, Meritxell Budó, en una rueda de prensa sobre el coronavirus. En vídeo, Budó explica por qué Lleida se queda en la fase 1. Vídeo: EFE

La Generalitat de Cataluña, por ejemplo, ha decidido esperar unos días tras detectar cadenas de transmisión en cuatro mataderos, dos residencias y centros sanitarios. También se ha registrado un episodio infeccioso vinculado a una fiesta de cumpleaños donde, incumpliendo las restricciones que fijaba el estado de alarma, se reunieron 20 personas: cuatro participantes estaban infectados y acabaron contagiando a todos los asistentes.

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Según los datos de la Generalitat, el 11 de mayo, cuando se aprobó la propuesta de desescalada de Lleida a fase 1, la tasa de incidencia acumulada en siete días era de 12,1 casos por 100.000 habitantes, mientras que el 22 de mayo era de 42,7 casos. La Generalitat aseguró que harán visitas a las empresas agroalimentarias para inspeccionar caso a caso y que ya investiga la evolución del contagio y de dónde proviene.

Fuentes sanitarias sospechan que parte de las cadenas de transmisión actuales de Lleida pudieron originarse en Binéfar (Huesca). Se da la circunstancia de que allí también hubo un gran brote en abril en dos mataderos cuya mitad de la plantilla residía en Lleida: las pruebas serológicas registraron 171 positivos en una compañía, aunque luego las PCR —pruebas más fiables— rebajaron los confirmados a 13 empleados de esa empresa y 25 de otra.

Las condiciones de vida y trabajo de los empleados no son algo baladí. “En estos sectores suelen ser gente precaria, que cobra un jornal y si tienen síntomas o se encuentran mal, se aguantan y van a trabajar. Y esto, en este caso, es letal”, valora el epidemiólogo, Joan Ramon Villalbí. En el sector agroalimentario, en muchos casos, son trabajadores inmigrantes, que viven hacinados, con pocas medidas de protección y poco vinculados al sistema de salud. Fuentes sanitarias señalan que, en el caso de Lleida, hay muchas cadenas de transmisión en gente joven por cuyo perfil “es difícil que contacten con los servicios sanitarios”, admiten.

En Totana (35.000 habitantes, 10.000 de ellos extranjeros) también se detectó un brote la semana pasada entre temporeros. En total, seis trabajadores del campo dieron positivo en las pruebas PCR y el servicio murciano de Epidemiología detectó a 45 contactos estrechos de esas personas, a las que se aisló y se están sometiendo a test PCR. Por el momento, ninguno de ellos ha dado positivo. El Gobierno regional rechazó avanzar en la desescalada para el municipio porque este brote, aunque no parezca muy numeroso, supuso más de la mitad de los nuevos casos de la comunidad en la primera semana de mayo.

La prudencia, no obstante, trasciende a los brotes abiertos. Cualquier repunte de casos eleva las alertas. Como en la Comunidad Valenciana, que decidió la semana pasada echar el freno tras detectar un incremento de infectados. No había ningún brote activo, pero aumentó el número reproductivo (la cifra que estima las personas a las que contagia cada infectado) del 0,66 al 0,85. Llegó a estar por encima de 1, pero ayer la consejera de Sanidad, Ana Barceló, anunció que volvía a estar en 0,84 y solicitó el pase a la fase 2 de toda la comunidad.

Los expertos insisten en que hay que acostumbrarse a pequeños sobresaltos. “En algún momento podemos ver un acúmulo de casos, pero lo importante es detectarlos y establecer las cadenas de contacto. El virus sigue existiendo y puede contagiar, por eso es clave el control de las cadenas para evitar transmisiones sostenidas”, dice Toni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic de Barcelona. “La gracia está en tener capacidad de detectar pronto los casos. Se ha reforzado esto, pero no está garantizado que funcione perfectamente en todas partes. Investigar contactos no es fácil y aquí hay criterios de rapidez. Es normal que se vaya con toda la prudencia”, concluye Villalbí.

En Tenerife se ha detectado un contagio intrafamiliar con nueve afectados, pero, en este caso, no inquieta al Gobierno canario. “En una isla en la que en una semana se han registrado solo 15 casos, no se puede hablar de rebrote ni pensar en echar para atrás una fase”, dice una portavoz.

Con todo, Trilla entiende a los precavidos: “Si los brotes están bien controlados, puedes usar medidas de cirugía fina y no es necesario que la unidad territorial tenga que volver atrás. Aquí pueden estar aplicando el principio de prudencia porque también influye que son los primeros rebrotes y se opta por la precaución”.

“No se respeta la distancia de seguridad”

Los mataderos se han convertido en un foco de riesgo. De hecho, un informe del Centro americano de Control y Prevención de Enfermedades, ya apunta en este sentido: “Las condiciones de hacinamiento para los trabajadores en las instalaciones de procesamiento de carne y aves de corral podrían dar lugar a un alto riesgo de transmisión del SARS-CoV-2”.

Ventura Campo de CCOO denunció hace unos días ante la Inspección de trabajo al matadero de pollos Avidel de Lleida. “En una sección de 15 empleados hubo tres positivos. No se respetaban las distancias de seguridad ni las medidas de protección”. Roberto Núñez trabajó en Litera Meat de Binéfar y asegura que la mayoría de empleados son inmigrantes que viven juntos en pisos proporcionados por la empresa o en pisos patera. “En vez de un matadero de cerdos parece una granja de virus. Los comedores no respetan las distancias de seguridad. Llegan todos hacinados en autobuses”, destaca Núñez.

Con información de Virginia Vadillo, Cristina Vázquez y Noor Mahtani.

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