El alumno más deseado de Estados Unidos se inspira en el ‘Quijote’
Craig McFarland fue aceptado en la red de universidades de élite del país y en otras nueve escuelas superiores
El plazo para inscribirse en una universidad vencía el 1 de mayo. Craig McFarland, de 18 años, esperó hasta el último día para apuntarse. A diferencia de la mayoría de jóvenes, este estudiante de una escuela pública de Jacksonville, Florida, tenía opciones para regodearse. Las ocho Ivy League de Estados Unidos, un...
El plazo para inscribirse en una universidad vencía el 1 de mayo. Craig McFarland, de 18 años, esperó hasta el último día para apuntarse. A diferencia de la mayoría de jóvenes, este estudiante de una escuela pública de Jacksonville, Florida, tenía opciones para regodearse. Las ocho Ivy League de Estados Unidos, una red de universidades de élite caracterizadas por su excelencia académica y su admisión selectiva, le habían enviado una carta de admisión. Otras nueve también le aceptaron. Desde pequeño soñaba con Harvard o Yale. Varios exalumnos de la primera le advirtieron de que no disfrutaron de su paso por ahí porque los compañeros “solo se enfocan en lo académico y en sus carreras”. Finalmente, se matriculó en Bioquímica y Lingüística en Yale y en el futuro quiere ser médico o abogado. Pero el alumno estrella, que nunca ha cruzado la frontera de su Estado, anhela tener “experiencias de vida impactantes” más allá de los apuntes.
McFarland solo quería que sus notas no fueran un motivo de estrés para su madre. Donabel Santiago, originaria de Filipinas, ha criado sola a sus tres hijos. Cada día conduce casi cuatro horas para ejercer de ecografista, un trabajo que no le ha dado mucho dinero. “Mi mamá nunca me ha presionado para que lo haga bien, siempre lo he hecho lo mejor que he podido en la escuela para hacerle sentirse orgullosa”, comenta su hijo por correo electrónico, en un español casi del todo correcto, uno de los seis idiomas que habla con fluidez. El inglés, el tagalo e ilocano -dos lenguas filipinas- las habla en casa, y el francés y el árabe los mantiene frescos, dice, gracias a que trabaja como tutor para una familia libanesa. El latín y el italiano todavía los chapurrea.
En la escuela tomó tres clases de Historia de España y una en español, de Literatura, en la que, según cuenta, leyó el Quijote, El Conde Lucanor, El Lazarillo de Tormes, entre otras. Pero fueron sus amigos de Madrid y Cataluña los que le enseñaron sus primeras palabras. La fluidez la adquirió con la serie Elite, que le sirvió para aumentar su “sabiduría” sobre la cultura española. “Aprendí muchas frases y palabras que escucho frecuentemente como ‘joder’ y ‘hostia’, las que uso todo el tiempo con mis amigos hispanohablantes”, comenta. Ahora está enganchado a La casa de papel. Muchos de sus mejores amigos son de México y Puerto Rico, por lo que diariamente practica distintas aproximaciones del idioma. El adjetivo que más le gusta es ‘pinche’.
Por el coronavirus, Craig, el mejor estudiante del Instituto Stanton Collage, no va a tener fiesta de graduación. Tampoco la grad bash, un rito característico de Florida que celebra el fin de la etapa escolar. Siente que con la pandemia le han “robado” muchas de las mejores experiencias del instituto. Sin embargo, sus cerca de 350 compañeros sí acudirán presencialmente a la ceremonia de graduación, aplazada para julio.
McFarland, hijo de la educación pública estadounidense, critica la mala paga que reciben los profesores y el exceso de exámenes que deben rendir los alumnos, dos factores que considera que socavan la calidad de la educación. También lamenta los ambientes extremadamente competitivos, como el que describe de su colegio, porque provocan que los alumnos se enfoquen solo en las calificaciones y no en disfrutar de la formación y de la juventud en general.
“A pesar de que he tenido éxito académicamente, creo firmemente que es más importante que valoremos nuestras experiencias de vida, nuestros amigos y nuestra salud mental más allá de las notas”, sostiene Craig, que considera que el éxito no es ser consejero delegado de una empresa o millonario, sino estar contento con las experiencias acumuladas.
Por eso a la pregunta de cómo se ve en 10 años responde que viajando con sus amigos por el mundo, aunque aclara que, por supuesto, quiere tener un buen trabajo de abogado o doctor. Uno de sus principales destinos es España. El mejor alumno de Estados Unidos espera que su testimonio también sirva de enseñanza: “Como una persona LGTB y mestizo que ha tenido mucho éxito espero haber demostrado que los estereotipos sobre las minorías son absolutamente falsos: ninguna raza ni sexualidad ni clase económica es inherentemente más tonta ni más inteligente que la otra”.