“Si hay planes para el seguimiento de contactos, no los conocemos”
Miriam Alía, enfermera de Médicos sin Fronteras y especialista en respuesta a epidemias, ve con preocupación el inicio de la desescalada
La enfermera Miriam Alía (Madrid, 46 años) ha pasado de su puesto en el hospital Gregorio Marañón de Madrid a lidiar con epidemias de difteria entre los refugiados rohingyas en Bangladés y de ébola en África, para volver a España en los hospitales de campaña que Médicos Sin Fronteras ha montado en Alcalá de Henares y Leganés durante la crisis del coronavirus. Como especialista en respuesta a epidemias de la organización ...
La enfermera Miriam Alía (Madrid, 46 años) ha pasado de su puesto en el hospital Gregorio Marañón de Madrid a lidiar con epidemias de difteria entre los refugiados rohingyas en Bangladés y de ébola en África, para volver a España en los hospitales de campaña que Médicos Sin Fronteras ha montado en Alcalá de Henares y Leganés durante la crisis del coronavirus. Como especialista en respuesta a epidemias de la organización observa con preocupación el inicio de la desescalada en España.
Pregunta. ¿Cuáles son los requisitos básicos para el control de una epidemia?
Respuesta. Lo primero que hay que saber es cómo se transmite una enfermedad para definir los contactos estrechos. No es lo mismo la difteria, que se transmite por gotitas, que el ébola. Pero en ambos casos lo importante es identificar pronto al infectado y sus contactos. En los campos de refugiados de los rohingyas estos suelen ser los que conviven en la misma casa, porque como están confinados no pueden salir. Con el ébola es diferente. Nosotros desde el minuto uno nos ponemos a hacer una lista, vamos a su casa, a su aldea, y la vamos completando. Hemos llegado a tener hojas con más de 100 contactos para un enfermo.
P. ¿Identificar los contactos es fácil?
R. Es un proceso muy detallado, pero muy bonito y que está siempre abierto. Sin una persona fue en autobús o en avión, como nos pasó con el viajero que llegó con ébola a Nigeria, hay que localizar a todos los pasajeros, a la tripulación, al taxista que le llevó al hotel...
P. Pero identificarlos no basta.
R. No, claro. Luego hay que hacerles seguimiento. Por ejemplo, con la difteria, hacíamos una primera visita el personal médico y un sanitario comunitario, acompañados del líder del campamento, claro. Les dábamos tratamiento profiláctico de antibióticos para una semana. Y luego el sanitario comunitario, que es una persona con conocimientos básicos de medicina pero que conoce muy bien al grupo, va todos los días a la casa, se asegura de que se han tomado las pastillas, de que no haya nadie más con síntomas, y todo eso se recoge en una base de datos. En esos lugares no se puede hacer un seguimiento por teléfono porque pueden no tener y la conexión no siempre funciona.
P. ¿Ese modelo es extrapolable a España?
R. Las líneas generales, sí. Aquí al principio, cuando empezó la epidemia, se empezó con la identificación y seguimiento de los contactos. Pero hubo un momento en que hacer esto era imposible, aunque con el confinamiento por lo menos sabíamos que iban a estar en cuarentena. Pero, ahora que nos planteamos desconfinar, no se puede dejar eso atrás.
P. ¿Por qué es tan importante?
R. Es algo que tiene que ser uno de los pilares fundamentales. Lo tenía que haber sido desde el principio. Te garantiza que no vas a tener un brote descontrolado. Pero para eso hay que tener un mínimo del 80% identificado y en aislamiento, que tiene que ser voluntario. Y para eso hay que disponer de sitios para que los contactos puedan aislarse en condiciones.
P. ¿Qué requisitos deberíamos cumplir?
R. Se puede hacer de muchas maneras, hay tecnología para ello. Tiene que haber una base de datos a la que llegue la información de todas partes, de los casos que detecten los hospitales, de los que están en casa y de los de atención primaria. Y tiene que haber suficiente gente para hacer el seguimiento, para hacer las llamadas o para seguir las aplicaciones de móvil. Pero la tecnología no basta. Hay que tener en cuenta a los mayores, que muchos no la manejan tan bien; a los que viven en la calle, a las personas sordas, a quienes no son capaces de contestar a una autoevaluación. Y hay que visitar a los contactos, y para eso hay que dotarles de material de protección y de medios de transporte.
P. ¿Y aquí estamos preparados para hacer eso?
R. La verdad es que no sabemos si estamos preparados porque el plan de cada comunidad autónoma o no está escrito o si lo está no lo han compartido. Ha habido algunas circulares, pero cada comunidad tiene la responsabilidad de hacer su plan. Hay que decir qué se va a hacer y con qué, porque la gente no puede ponerse a trabajar el lunes sin un protocolo y ni una formación hecha. No se trata de que nos centremos mucho en las camas de UCI porque lo que te tiene que preocupar es el personal, que una enfermera de intensivos no se crea de la noche a la mañana. La Organización Mundial de la Salud lo dice claro en su guía: hay que hacer la vigilancia y el seguimiento de los contactos, pero se tiene que incluir la comunicación a profesionales y a la población.
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