Marquesa de Parabere
Recuerdo otro encierro, mucho más leve, apenas una semana, durante la Navidad de 1989. Fue en Panamá, tras la invasión de USA que mató a muchos panameños y a Juantxu Rodríguez, fotógrafo que me acompañaba
Menos mal que no me dio por la bollería. Lentejas con alcachofa y una lata de chipirones, brócoli con porotos blancos, menestra de verduras; de vez en cuando, un arroz con ingredientes vegetales, un pisto con huevos escalfados. Poca grasa y los hidratos necesarios. Y nada de pastelería. Nunca me tiró.
Recuerdo otro encierro, mucho más leve, apenas una semana, durante la Navidad de 1989. Fue en Panamá, tras la invasión de USA que mató a muchos panameños y a Juantxu Rodríguez, fotógrafo que me acompañaba. Me refugié en la embajada, con el añorado Tomás Lozano como anfitrión, porque los es...
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Menos mal que no me dio por la bollería. Lentejas con alcachofa y una lata de chipirones, brócoli con porotos blancos, menestra de verduras; de vez en cuando, un arroz con ingredientes vegetales, un pisto con huevos escalfados. Poca grasa y los hidratos necesarios. Y nada de pastelería. Nunca me tiró.
Recuerdo otro encierro, mucho más leve, apenas una semana, durante la Navidad de 1989. Fue en Panamá, tras la invasión de USA que mató a muchos panameños y a Juantxu Rodríguez, fotógrafo que me acompañaba. Me refugié en la embajada, con el añorado Tomás Lozano como anfitrión, porque los estadounidenses querían fulminar a quienes habíamos presenciado su “fuego amigo” y lo denunciábamos.
Allí di con dos clásicos gastronómicos de la Marquesa de Parabere: Confitería y repostería, y La Cocina Completa. Son de los años treinta, de cuando las mujeres se entretenían mucho cocinando. El paso del tiempo, y que ahora los hombres sean chefs, ha llenado las cocinas de tecnologías. Pero durante aquel encierro me dediqué a copiar en un cuaderno, a mano, todas las recetas Parabere (aunque nada de dulces) que pude. Cómo me entretenía la descripción de su lenta elaboración de los guisos.
Parece que harina y levadura son bienes codiciados desde el confinamiento. Hace poco, un operario descargó un par de palés con sacos de ambos ingredientes, con destino a la panadería contigua. “¡Casi una tonelada de harina! ¿Puedes creerlo?”, gritó desde abajo C., nuestro conserje. Pensé en la Marquesa, en su libro salado, en aquel encierro. He perdido el cuaderno. Entre otras cosas.
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