El virus se ensaña con la España vacía
La enfermedad evidencia el déficit sanitario en provincias como Soria y Segovia, envejecidas y despobladas
Un técnico de emergencias camina de un lado a otro frente a la entrada principal del hospital Santa Bárbara, en Soria. Enfundado en un equipo de protección blanco y con doble mascarilla, espera a que le bajen a un paciente contagiado de coronavirus que derivarán al Hospital Clínico Universitario de Valladolid. La saturación de las UCI de Soria ha obligado a transferir a decenas de enfermos a otros hospitales. El traslado ha sido la única solución de la Junta de Castilla y León para descongestionar estas unidades, cuya tasa de ocupación no ha bajado del 75% desde que comenzó la crisis. El paciente a quien esperan en recepción es el primero de los tres traslados programados el pasado jueves. Uno de ellos, iría de “UCI a UCI”.
—¿Pero es un positivo el que te llevas? —pregunta una auxiliar que sale corriendo de recepción—. ¿Cómo te lo traes por la puerta principal, hombre?
—Me lo dijo Bea.
—Bueno, estoy hablando con ella —responde otra trabajadora con el teléfono pegado a la oreja—. A partir de ahora, los positivos los sacamos por Urgencias, ¿vale? Es que por esta puerta pasamos muchos… —explica sin salir de la ventanilla de atención.
La improvisación en el hospital es cotidiana estos días en los que el coronavirus se ha cebado con las desbordadas UCI. Especialmente desde el pasado sábado, cuando se ocuparon el 100% de sus camas. Sin embargo, la consejera de Sanidad de la Junta de Castilla y León, Verónica Casado, asegura que la situación “se está estabilizando” y pide “no caer en el alarmismo”. Según sus datos, desde el 16 de marzo se han trasladado siete pacientes desde el Santa Bárbara, cinco de ellos “críticos” a Valladolid y los otros dos a Burgos.
En las últimas tres semanas, han fallecido 52 personas y se han contabilizado 769 contagios en Soria, con apenas 87.000 habitantes. Unos datos que pueden ser tan solo la punta del iceberg, dado el significativo aumento de decesos en el mes de marzo (más del triple con respecto al año anterior) y a las escasas 1.227 pruebas realizadas, según cifras del Ayuntamiento de la capital.
Carlos Martínez, alcalde de la ciudad, reitera la necesidad de trasladar personal sanitario desde otras provincias para sufragar los estragos “de esta debilitada infraestructura” y pide que el desplazamiento de contagiados se convierta en la “última y no la primera opción de la Junta”. Según el regidor, el viernes no se había trasladado ningún sanitario de otra provincia a Soria. “No es conveniente estar moviendo a pacientes en estados tan críticos. Y menos si tenemos en cuenta las deficitarias carreteras”, añade.
Si bien el hospital soriano, en el que cuatro de sus seis plantas están dedicadas a pacientes de Covid-19, amplió 15 puestos en las últimas tres semanas, el gerente del centro, Enrique Delgado Ruiz, reconoce que la demanda es inabarcable. “Ahora contamos con 25 pero ni con 10, ni con 20, ni con 100 que pusiéramos. Esta patología desborda el modelo de UCI”, explica. Delgado señala que el atasco se debe a que “entran más de los que salen”: “Los pacientes de coronavirus que necesitan de cuidados intensivos, se quedan un mes. Por eso se colapsa”. Aunque reconoce la necesidad de aumentar la plantilla en estas unidades, asegura que no es fácil. “Para ser médico o enfermera de UCI, no vale cualquiera. No hay profesionales de intensivos que podamos contratar”.
Enfermeros, auxiliares y doctores critican también la falta de coordinación y la “brutal” carga de trabajo por las elevadas bajas. En apenas tres semanas, 189 trabajadores del hospital han necesitado ponerse en aislamiento por síntomas compatibles con el coronavirus, de los cuales 153 han resultado positivos: el 8% de la plantilla, según la Delegación Territorial en Soria. Esta merma ha obligado a muchos a hacer turnos de más de 12 horas y a tener que reorganizarse “entre cada vez menos profesionales”. Además, hasta hace unos días lo hacían, según afirman, sin las medidas suficientes de protección. “Hemos reutilizado las batas externas y las mascarillas varios turnos. Y, ahora que hay, se están dosificando mucho porque no se sabe cuánto las necesitaremos en unos días”, dice una enfermera que prefiere no identificarse. Otra añade: “Como lo que precisamos son manos, hay jubilados que vienen como voluntarios supuestamente no asistenciales a los que no les queda otra que exponerse. Intentamos que sea lo mínimo, pero la carga de trabajo es tan grande...”.
A las cuatro de la tarde, salen decenas de trabajadores del hospital de Soria. Una de las auxiliares administrativas del centro, que también prefiere mantenerse en el anonimato, vuelve a la casa en la que vive sola desde hace tres semanas. Los primeros días del aislamiento decidió irse a vivir a una segunda residencia para no estar en contacto con su suegra octogenaria ni su marido con problemas respiratorios. “Yo no me perdonaría que les pasara algo por mí. Prefiero estar sola aunque los eche de menos”, explica. Una doctora, aún con la mascarilla puesta, no tiene fuerzas para hablar: “Yo no quiero contar nada, solo quiero llegar a mi casa y dormir. Estoy agotada”.
Desgraciadamente, Soria no es la única provincia de Castilla y León cuyo sistema sanitario está siendo duramente golpeado por la pandemia. Segovia suma cerca de 1.051 casos de contagio y 102 muertes, según los datos ofrecidos ayer. Ramón Cano, secretario nacional de la Asociación Española Contra la Despoblación, lamenta la situación de desprotección de los mayores en medios rurales. “Nos preocupa la deficiencia de los médicos y enfermeros en medios rurales y la atención reducida de consultorios médicos, que en su gran mayoría se han visto cerrados”, explica. De los 234 municipios segovianos, el 35% tiene menos de 100 habitantes. “Ahora que se ha vuelto a ampliar el estado de alarma, temo por las personas que lo están viviendo en soledad y que nos llaman asustados estos días”.
Soria y Segovia comparten factores determinantes: una población envejecida, sistemas sanitarios débiles y grandes focos de infección en sus residencias de ancianos. La Residencia Asistida de Segovia es el geriátrico público de la comunidad que ha sumado más víctimas mortales desde el inicio de la pandemia: 37 usuarios han fallecido, aunque tan solo nueve dieron positivo en la prueba. Los otros 28 ancianos fallecieron con síntomas compatibles a esta patología, según datos del viernes. En la residencia Los Royales, de Soria, se han contagiado 22 ancianos y 16 han muerto con síntomas compatibles a la Covid-19, aunque solo seis han sido confirmados. En esta provincia, hay cerca de 2.400 ancianos inscritos en 40 residencias. De ellos, uno de cada tres se encuentra aislado con síntomas.
“Ahora estamos pagando el olvido”
El Colegio de Médicos de Castilla y León lamenta la gestión de la comunidad, en manos del PP, y exige a la consejera de Sanidad de la Junta de Castilla y León, Verónica Casado, “medidas necesarias para una correcta distribución de los recursos asistenciales” tanto en Soria como en Segovia. En el comunicado, enviado el viernes, los profesionales piden a la consejera que “actúe de forma urgente, decidida y contundente para dar las mismas oportunidades a los habitantes de estas dos provincias con respecto al resto de la comunidad”. Críticas a las que se suma el alcalde de Soria, Carlos Martínez, que pide a Pablo Casado que traslade personal sanitario de otras provincias a Soria.
Para Silvia Largo, una de las portavoces de la plataforma Soria Ya! este “fracaso” no es una sorpresa. “Llevamos años exigiendo a la Junta que dote a Soria de los medios humanos y materiales que necesitamos. Y nuestras quejas nunca han sido escuchadas”, explica por teléfono. “Ahora estamos pagando el olvido”, añade.
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