“Hoy la innovación no es un coche eléctrico: es la conexión entre transporte e información”

La ingeniera alemana Maria Tsavachidis defiende un transporte público a la carta para mejorar la vida urbana

Maria Tsavachidis, CEO del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) en Movilidad Urbana, en el Colegio de Arquitectos de Madrid.Carlos Rosillo

“Lo que nos parece novedoso en transporte y movilidad hace décadas que existe. Lo nuevo es la posibilidad de aplicarlo y, sobre todo, la urgencia de hacerlo: ya no podemos esperar más”. Nacida en Berlín de padre griego, la ingeniera de transportes Maria Tsavachidis (1971) trabajó durante más de 20 años en el departamento de innovación de la empresa Siemens antes de fundar, el pasado diciembre, el departamento de movilidad en el Instituto Europeo de Innovación Tecnológica, un centro que conecta Ayuntamientos,...

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“Lo que nos parece novedoso en transporte y movilidad hace décadas que existe. Lo nuevo es la posibilidad de aplicarlo y, sobre todo, la urgencia de hacerlo: ya no podemos esperar más”. Nacida en Berlín de padre griego, la ingeniera de transportes Maria Tsavachidis (1971) trabajó durante más de 20 años en el departamento de innovación de la empresa Siemens antes de fundar, el pasado diciembre, el departamento de movilidad en el Instituto Europeo de Innovación Tecnológica, un centro que conecta Ayuntamientos, empresas y universidades para que la tecnología simplifique la vida de los ciudadanos. Ámsterdam, Copenhague o Praga pertenecen a la asociación que cuenta con seis socios españoles, entre otros, la ciudad de Barcelona.

 “Un objetivo fundamental es liberar en un 90% las calzadas urbanas y para eso apostamos por la movilidad compartida y el transporte público intermodal, es decir, personalizado: que cuando llegues a la estación te espere un patinete o un autobús de tal manera que combines medios de transporte para llegar a los sitios”.

Pregunta. Pero nunca nos ha gustado hacer transbordo. Preferimos dar una vuelta más larga a cambiar de estación y volver a esperar el tren.

Respuesta. Cierto. Pero los cambios no son de cuatro vehículos. El cambio está en dos kilómetros: el que rodea nuestra casa y el que rodea el lugar donde nos dirigimos. Ahí debemos elegir: caminar, bicicleta, autobús o coche compartido. Y está bien que podamos elegir porque las necesidades varían con las prisas, la edad, el dinero y los gustos.

P. Llevamos décadas hablando de intermodalidad —transbordo entre distintos transportes— ¿Por qué no se desarrolló? ¿Quién era el cliente?

R. Había departamentos de transporte y empresas de transporte, pero cada uno trabajaba por su lado. Hoy sabemos que si no solucionamos la movilidad para todas las ciudades no resolveremos el problema medioambiental. Hoy la innovación no es un coche eléctrico: es la conexión entre transporte e información que tiene el usuario para poder elegir.

P. ¿En la movilidad urbana actual, los coches son los únicos culpables?

R. Son la mayor fuente de polución, un 40% del CO2 de las ciudades europeas. También son la causa de un 50% del espacio público esté ocupado por carreteras.

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P. ¿Para una movilidad inclusiva, eficaz y sostenible se necesita abandonar el coche?

R. Se necesita transporte público económico y eficaz. Pero el coche no es el demonio. No se puede construir una estación de metro en todas partes y no todos los coches son iguales. Los hay eléctricos y compartidos. Hay gente que necesita uno por edad o por distancia. El peor coche es el que se usa individualmente. Muchas veces, además, son coches enormes. Hay maneras de evitarlos en las ciudades legislando. Lo insostenible tiene que estar prohibido o salir muy caro. El coste económico de la congestión es de 200 billones de euros al año. Todos tenemos que cambiar algo y vivimos en un momento en el que todos estamos dispuestos a cambiar algo: las personas y las empresas.

P. ¿Los problemas de movilidad varían con las culturas, con la economía?

R. Tienen que ver con los hábitos. Hacemos muchas cosas por costumbre. Y con frecuencia desconocemos las consecuencias. Si cojo una bicicleta en lugar del coche, sé lo que significa para mí, pero no para mi salud o para la ciudad. Cambiar comportamientos y mentalidades es difícil. Hoy se ha normalizado el viaje en avión. A veces es menos caro que el tren. Eso envía un mensaje: es barato no ser sostenible. Le sale barato al individuo, pero no al mundo. Se necesitan políticas para regular que el transporte menos sostenible sea más difícil de comercializar.

P. ¿En movilidad hay un primer y un tercer mundo?

R. Hay soluciones para diferentes ciudades. Los países menos desarrollados utilizan más transporte público. Pero suele ser peor. Por eso compran coches masivamente.

P. ¿Con qué autoridad se les dice a millones de ciudadanos chinos que vuelvan a utilizar sus bicis?

R. En su propio interés. Para evitar problemas de salud. Su Gobierno ya está tomando medidas. Tres ideas mejoran la ciudad: reducir el movimiento diario en la misma, coordinar transportes e informarse.

P. ¿La movilidad urbana tiene alguna relación con la movilidad internacional, la emigración?

R. Toda. La accesibilidad tiene que ver con todas las minorías. Y pasa por un precio justo o sistemas para mujeres, árabes por ejemplo, que no pueden moverse en bicicleta. La movilidad es transportar pero también informar y educar.

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