Muere una anciana tras esperar siete horas en urgencias de un hospital de Girona

La Generalitat abre una investigación después de que el Hospital de Palamós admitiese que "el tiempo de espera fue superior a lo normal"

Entrada de las Urgencias del Hospital de Palamos.TONI FERRAGUT

Una vecina de Palafrugell (Girona) ha denunciado a través de las redes sociales que su madre murió en el Hospital de Palamós tras esperar siete horas a ser atendida en urgencias. La defunción tuvo lugar el pasado 15 de noviembre, aunque no ha trascendido hasta ahora. Según ha avanzado Radio Capital, la paciente tenía 84 años e ingresó en el centro porque padecía vómitos y diarrea. La familia, que critica que no se la atendió, ha puesto el caso en manos de un abogado para denunciar lo ocurrido. La Generalitat, por su ...

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Una vecina de Palafrugell (Girona) ha denunciado a través de las redes sociales que su madre murió en el Hospital de Palamós tras esperar siete horas a ser atendida en urgencias. La defunción tuvo lugar el pasado 15 de noviembre, aunque no ha trascendido hasta ahora. Según ha avanzado Radio Capital, la paciente tenía 84 años e ingresó en el centro porque padecía vómitos y diarrea. La familia, que critica que no se la atendió, ha puesto el caso en manos de un abogado para denunciar lo ocurrido. La Generalitat, por su parte, ha abierto una investigación después de que el hospital haya admitido en un comunicado que "el tiempo de espera fue superior a lo normal" y que, durante las horas que estuvo en el box “hubiera sido conveniente hacer una reevaluación médica" para valorar su estado.

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Según ha explicado la hija de la víctima, Maria Rosa V.S., en las redes sociales, su madre llegó al Hospital de Palamós con ella en ambulancia procedente del centro de mayores de Palafrugell poco después de las 13.00. Tras dos horas en una camilla en el pasillo, debido a la cantidad de gente que había, la trasladaron a un box de urgencias. Según ella, “iba pasando el tiempo y allí no venía nadieni a mirarle las constantes”. Además, les dijo que su madre necesitaba una medicación para el corazón, a lo que le contestaron que “cuando viniera el médico ya se le daría”. “A las siete horas apareció una doctora y después de oír cómo les decía a las auxiliares que si no venía un médico enseguida mi madre se moría, se la llevaron a una sala de reanimación y cuando salió la doctora me dijeron que estaba muerta”, relata la hija en Facebook.

Los directores de urgencias y del centro sanitario, Marc Pérez y Xavi Pérez respectivamente, han explicado que la anciana fue atendida por el personal de urgencias a las 15.25, que se hizo el triaje y fue clasificada correctamente con un nivel tres (nivel urgente con necesidad de múltiples exploraciones y estabilidad fisiológica). Apuntan que aquel día se dio una “situación excepcional” con 30 pacientes, ocho de los cuales eran de nivel de urgencia dos (situación de alto riesgo), el doble de lo habitual, y que el tiempo medio de espera, que se sitúa de media entre 60 y 80 minutos, superó las cinco horas, muy “superior al normal". Ante esta situación, los mandos han asegurado que ampliaron en dos horas el turno de trabajo de los facultativos y que a media noche ya se había atendido a todos los pacientes.

Marc Pérez ha asegurado que “no usaría la palabra negligencia ni error”, pero ha admitido que es necesario “modificar determinadas maneras de trabajar para evitar estas situaciones”. En este sentido han informado que, una vez analizados los hechos, “hubiera sido conveniente hacer una reevaluación médica de la paciente para comprobar el nivel de urgencia” y por este motivo han anunciado que han iniciado un proceso interno de análisis para poder dar respuesta a situaciones de alta ocupación en urgencias graves, como pasó el día en que falleció la mujer.

El comunicado del hospital admitiendo que el nivel de urgencia de la paciente tendría que haber sido revisado ha precipitado que el Departamento de Salud de la Generalitat haya abierto, por su parte, un expediente informativo para estudiar el caso.

Presuntas demoras con final fatal

J. MOUZO

Las demoras en la atención a los pacientes y las interminables listas de espera siempre han estado en el foco de presuntas negligencias con final fatal. Desde el inicio de los recortes en 2011, en Cataluña se han registrado varios casos con resultado mortal denunciados por las familias y que aún ahora están en proceso judicial.

Peritonitis en el hospital de Igualada. En agosto de 2016, Rubén Pérez, un joven futbolista de 24 años y vecino de Igualada (Barcelona), falleció a causa de una peritonitis en el hospital de Igualada después de tres días de periplo por las urgencias del complejo sanitario. Los facultativos determinaron hasta en dos ocasiones que el joven, que acudió por un fuerte dolor abdominal, padecía una gastroenteritis o una gastritis. No fue hasta la tercera vez que acudió a urgencias que le diagnosticaron una peritonitis causada por una apendicitis aguda que no se había tratado. El joven fue trasladado al hospital Clínic de Barcelona en estado crítico y falleció tres días después. La familia denunció al hospital por homicidio imprudente y el Departamento de Salud, por su parte, también le abrió un expediente sancionador al centro al detectar "presuntas irregularidades".

Presuntos fallecidos por los recortes en el hospital Vall d'Hebron. El centro sanitario más grande de Cataluña, el Vall d'Hebron de Barcelona, se vio inmerso en octubre de 2015 en una serie de acusaciones que vinculaban la muerte de varios pacientes de cirugía cardíaca a causa del cierre de quirófanos en verano. El jefe de cirugía cardíaca, Manuel Galiñanes, fue quien acusó al centro de que el cierre de quirófanos aquel verano motivó retrasos en la lista de espera de cirugía cardíaca que provocaron la muerte de dos de sus pacientes. El hospital salió pronto al paso de las acusaciones y documentó que cada caso sospechoso estaba dentro del tiempo de espera estipulado por ley para ser operado y, si no se intervinieron antes, era por causas clínicas ajenas al cierre de quirófanos. La cúpula de Vall d'Hebron acusó al médico de filtrar esa información por motivos personales, ya que fue destituido del cargo de jefe de servicio por no superar una evaluación profesional. El facultativo inició un proceso penal contra el centro por las presuntas muertes que aún permanece abierto.

Un infartado sin hemodinámica en Tarragona. El farmacéutico Enrique Gheron, de 76 años y vecino de Tarragona, murió el día de Navidad de 2014 durante su traslado en ambulancia desde el hospital Joan XXIII de Tarragona, donde había ingresado tres horas antes, al complejo hospitalario de Bellvitge en Barcelona. El hombre había sufrido un infarto y tuvo que ser trasladado a Barcelona al encontrarse inoperativo el servicio de hemodinámica —donde se practican operaciones para algunos tipos de infarto en los que una arteria se obstruye por completo— de su hospital de referencia. La familia denunció que si el servicio de hemodinámica del Joan XXIII estuviese abierto 24 horas (la unidad del hospital tarragonés, única en la provincia, solo estaba operativa de 8 a 20 horas), se podría haber evitado su muerte. El fallecimiento de este farmacéutico precipitó la apertura 24 horas de al menos un servicio de hemodinámica en cada provincia. La familia denunció igualmente al Instituto Catalán de la Salud, la empresa pública que gestiona el Joan XXIII, y precisamente este miércoles, arranca el juicio por la vía contencioso-administrativa.

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