Cinco millones de niños mueren de hambre cada año, según Naciones Unidas

La FAO califica de "lamentable" los escasos esfuerzos para combatir el problema

Más de cinco millones de niños mueren cada año en el mundo por el hambre y la malnutrición, un mal que afecta a 815 millones de personas en los países en desarrollo, a 28 millones en los países en transición y a 9 millones en los países industrializados, según el informe anual de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Según el informe, cada año nacen en todo el mundo más de 20 millones de lactantes con insuficiencia de peso, que corren además el peligro de morir en la infancia o de sufrir discapacidades físicas y mentales durante toda su vida....

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Más de cinco millones de niños mueren cada año en el mundo por el hambre y la malnutrición, un mal que afecta a 815 millones de personas en los países en desarrollo, a 28 millones en los países en transición y a 9 millones en los países industrializados, según el informe anual de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Según el informe, cada año nacen en todo el mundo más de 20 millones de lactantes con insuficiencia de peso, que corren además el peligro de morir en la infancia o de sufrir discapacidades físicas y mentales durante toda su vida.

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Ante esta situación, esta agencia especializada de la ONU considera "lamentable" lo poco que se hace para combatir el hambre, si bien los recursos necesarios para evitar con eficacia esta tragedia humana y económica "son minúsculos en comparación con los beneficios de invertirlos en esta causa".

El coste económico del hambre

La FAO cifra en unos 30.000 millones de dólares (unos 22.500 millones de euros) anuales el coste que tiene el hambre para los países en desarrollo por la pérdida de productividad y de ingresos nacionales, lo que supone cinco veces más que la cantidad comprometida hasta la fecha para financiar el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida. Ante esta situación, la organización recuerda que si no hubiera que pagar los costes directos de los daños producidos por el hambre, "habría más recursos para luchar contra otros problemas sociales".

A los costes directos del hambre hay que sumarles los costes indirectos de la productividad y los ingresos perdidos. Por ejemplo, tolerar los niveles actuales de malnutrición infantil se traducirá en pérdidas de productividad e ingresos durante la vida de esas personas que ascenderá a entre 500.000 millones y un billón de dólares en su valor actual.

Por el contrario, la FAO hace hincapié en los beneficios que produciría invertir los recursos necesarios para luchar contra el hambre, ya que cada dólar invertido para hacer frente a este problema "puede multiplicarse por cinco, e incluso por 20 veces, en beneficios".

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