Isabel López-Quesada: “Pinterest me marea, me parece demasiada información. Con las redes ves tanto que te cansas”

Lleva 41 años volcada en la decoración. Cuando empezó, apenas había mujeres en ese exclusivo sector. Ahora es una figura del diseño de interiores, desarrolla proyectos por todo el mundo y publica su segundo libro, ‘Town & Country’

Isabel López-Quesada, en el salón de su casa en una colonia de Madrid, que da al patio de la vivienda. Se mudó junto a su marido a este chalé, al que llama “la casa egoísta”, en 2020.Antártica

Mientras enumera los distintos lugares donde ha realizado proyectos, de Japón a República Dominicana, Isabel López-Quesada (Madrid, 61 años) sonríe, satisfecha con lo logrado a lo largo de más de cuatro décadas volcada en la decoración. “Empiezas haciendo un cuarto de baño, un salón, arreglando una cocina... Aprendes con cosas pequeñitas. Y luego empiezas a hacer cosas cada vez más grandes, cada vez más difíciles y en países lejanos”, resume. Uno de sus primeros trabajos fue un bar en la avenida del Mediterráneo de Madrid. “Era el bar de copas de un primo de mi marido, que era íntimo amigo nuestro y me dijo ‘por qué no me lo arreglas, que está horroroso”, rememora.

Un detalle de su biblioteca, que ocupa toda una pared bajo la escalera que conduce a la segunda planta.Antártica

A los 17 comenzó a estudiar en la Escuela de Artes Decorativas de Madrid, con 20 abrió su estudio. Entonces no había muchas mujeres en el sector. “Estaban Fernando Benjumea, Pascua Ortega, Duarte Pinto Coelho, Paco Muñoz... Esos eran los maestros”, repasa. “Era 1983, en aquella época estaba todo por hacer. Había poquísimas cosas de fuera de España”, relata, “por eso enseguida salí fuera. Me fui a Londres, a París, a ver nuevos proveedores que me traía, no en exclusiva, porque nunca he querido distraerme trayendo exclusivas de nada. ¿Qué ha cambiado? Pues que ahora el mundo está muy cerca. Con internet, en el ordenador lo tienes todo. Antes había que ir allí, visitarlos, enamorarte y convencerles”. Hoy se crean tableros de inspiración en aplicaciones. “Pinterest me marea, me parece demasiada información”, admite, “con las redes ves tanto que te cansas de cosas que no han pasado. Una clienta me dijo que estaba agotada de ver un sofá de terciopelo verde esmeralda. Y era porque había una foto que todo el mundo compartía”.

La interiorista, sentada en el sofá con sus perras, 'Juana' y 'Rita', y tras ella los paneles color chocolate comprados en París al anticuario Horacio Portuondo que le sirvieron para definir la decoración de su salón.Antártica

Habla con frases cortas, segura, resolutiva. Comenta que en sus inicios “la decoración solo la hacían unos pocos y era una profesión muy exclusiva”. ¿Resultó difícil acceder a ese club tan restringido? “En aquella época no entré. ¿Sabes cuándo nos juntamos? Cuando se inauguró Casa Decor en el año 92. Ahí nos juntamos los mayores, los grandes, con los jóvenes. Y me dieron el premio a la más joven”. En 2006 protagonizó la primera portada de la edición española de la revista especializada AD y ahora su nombre figura entre los más destacados del sector y cada año realiza de 15 a 20 proyectos, “aunque a veces son tan grandes que se pueden alargar durante dos o tres años”, puntualiza. En la actualidad, por ejemplo, está metida de lleno en una obra en Shanghái. “Voy a ver la China rural, trabajando con los artesanos locales, marmolistas, pedreros, los que trabajan la madera...”.

Detalle del salón, cuyas puertas acristaladas comunican con el patio, diseñado por Fernando Caruncho.Antártica

Precisamente su vocación surgió del contacto directo con los materiales que se han convertido en su día a día, cuando con 13 años fue a visitar tiendas de decoración en Madrid con su madre. “Cambiamos el hall de casa con unas telas de Designers Guild, una firma inglesa que tenían en Usera y Bernal, en la calle Ayala. Con esas telas, beis, rosa clarito y topo con unas flores desdibujadas, hicimos unos puff muy grandes, quitamos un banco español antiguo y refrescamos el espacio”, rememora. A partir de ese momento supo que sería interiorista. Fue un flechazo; no se planteó otra opción. “Me dio por ahí. Y para siempre. Soy de amor a primera vista, y leal para siempre, con lo cual toda la vida me entusiasma lo que hago. Siempre he disfrutado y disfruto muchísimo con mi trabajo y mi profesión”, subraya sentada en el salón de su casa de una colonia de Madrid, que le sirve para corroborar con un ejemplo esa afirmación. “Vine a una fiesta en esta colonia con 19 años con mi marido, que entonces era mi novio, y dije: ‘Yo voy a vivir aquí algún día’, y Álvaro pensó: ‘Esta niña está loca”.

La cocina de la vivienda. En su casa nunca faltan las flores de Inés Urquijo, como estas ramas de manzano.Antártica

Este chalé es una de las viviendas que aparecen en su segundo libro, Town & Country, que Vendome Press publica en octubre. En él recoge proyectos de ciudad y campo realizados a lo largo de su carrera. La privacidad manda en su profesión, también en el libro; no revela quién le hace encargos ni su ubicación exacta; pueden estar en una isla mediterránea o en Extremadura, sin mucho más detalle. “Es importantísimo, si no perdería la confianza, y cuando un cliente pierde la confianza, estás muerto. La discreción es importante. Y además, para siempre. No puedes contar que hace 20 años le hice la casa a fulano, no puedes contar cosas malas de nadie”. En el libro, su vivienda actual se llama “la casa egoísta”. “Es nuestro capricho, mío y de mi marido, de arriba abajo. Pocas cosas, buen tamaño cada cosa. Y cero desperdicio de metros”. Se mudó a su casa egoísta en febrero de 2020, justo antes del confinamiento. “La pandemia nos paró a todos y nos hizo preguntarnos ¿qué es lo importante?, ¿cómo vives?, ¿qué sueños tienes? Hazlos. Porque a lo mejor no hay un mañana. O a lo mejor sí, pero hazlos, vete haciéndolos porque no sabes lo que va a pasar”, reflexiona.

Dos piezas de mariposas del artista californiano Dustin Yellin.Antártica

Su hija Isabel Llanza, junto a la que ha desarrollado el proyecto decorativo online Isita, destaca la energía que su madre vuelca en sus obras. “Lo que más admiro de ella es que no para, pone pasión y ganas en cada proyecto”, recalca. “Es que si quieres triunfar, aparte de tener un don, trabajar es casi más importante que el don. No hay que tener pereza al dirigir la obra, descubrir proveedores nuevos, trabajar en todo desde el principio, el dibujo, a lo que presentas y realizas. Si no te quedas a medias”, apostilla López-Quesada. El mayor reto, señala, “es cuando te toca una casa que es fea, fea, y la tienes que reconvertir en preciosa. Si veo que es imposible esa reconversión, digo que no”. En sus proyectos, ajenos al minimalismo, mezcla materiales y procedencias, piezas de firma y anónimas, recicla estanterías de un comercio que puede incorporar en un salón... “Me encanta darle una segunda vida a todo. Tiene más interés algo viejo que algo nuevo y pulcro y repulido”, defiende. Muchas de las piezas de su casa la han acompañado a lo largo de su vida, pero ¿hay algún objeto que se haya arrepentido de no haber comprado a lo largo de los años? “Te voy a decir una chulada. Es que siempre lo compro. Como soy de amor a primera vista, si me enamoro de algo lo compro. Me enamoré del Günther Förg, me enamoré de un escritorio francés del siglo XVIII, de ese banco sueco... Y si no lo compré es porque no me enamoré. Pero soy pragmática, realista. No me enamoro de un Goya. Me enamoro de cosas que puedo comprar”. Esos objetos que va adquiriendo pueden acabar en alguna de sus obras, en su casa de Madrid, en la de algún familiar o en la granja que tiene desde hace 20 años en Biarritz. El mantra con el que sintetiza su labor es sencillo: “Haciendo bien una casa enseñas a vivir bien. A querer pasar el tiempo en ella y compartirla. Hacer casas felices, eso es importantísimo. No solo bonitas, sino felices”.

Interior en Jarabacoa (República Dominicana), un salón con una estructura de madera antigua de Pensilvania. Es uno de los trabajos que muestra en su libro 'Town & Country'.FOTO: MIGUEL FLORES-VIANNA. ESTILISMO: LORETO LÓPEZ-QUESADA

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