Talia Ryder: “Daría lo que fuera por haber crecido sin redes sociales”
Es la nueva princesa de la escena ‘indie’ neoyorquina. La película ‘The Sweet East’ y vídeo para Del Water Gap lo confirman
Del downtown de Manhattan al centro de Valladolid. De bares alternativos como el KGB al mesón La Criolla en la ciudad castellana. Talia Ryder (Búfalo, Nueva York, 21 años) miraba con curiosidad la bandeja de lechazo que le pusieron delante y ese lugar tan lejano de su hábitat natural. El tour internacional que ha seguido para presentar The Sweet East, debut en la dirección del cinematógrafo Sean Price Williams y su primer papel protagonista (que acaba de estrenarse en cines), ha sido casi como una extensión del filme, en el que interpreta a una moderna Alicia en el país de las maravillas. Una adolescente que se escapa de su mundana vida sureña y va conociendo distintos especímenes de la Costa Este estadounidense: desde un radical de derechas a un punk o una estrella de cine… Vestigios de contracultura que la llevan a regresar a su mundo original con los ojos más abiertos. Lillian, su personaje, se ha convertido en parte de la actriz, y desde el estreno en el Festival de Cannes, Ryder ha llevado con ella una pequeña cámara de vídeo con la que está grabando todos los encuentros y lugares que está recorriendo muy lejos de la escena indie neoyorquina en la que algunos hablan de ella como la nueva princesa cool. De Valladolid y su lechazo se llevó buenas imágenes.
¿Cuál fue su primera impresión al leer el guion?
Lo leí rapidísimo y en cuanto lo acabé, lo volví a leer. Eso ya era buena señal. Me surgieron muchísimas preguntas y me sentí identificada con Lillian porque, como ella, me siento una outsider, pero, justo por eso, puedo encajar en muchos sitios distintos.
No es un personaje adolescente habitual.
Exacto. Está un poco loca, es problemática, que es algo que puede ser divertido de interpretar, pero que no se ve como de chica protagonista. Vemos todas estas películas con chicas jóvenes que tienen que aprender a ser fuertes y poderosas. Y Lillian lo es, pero también es insegura y mentirosa y se mete en líos y es egoísta. No es muy simpática, pero es muy curiosa. Me parezco a ella en esa curiosidad por conocer el mundo. Me gusta la frase con la que acabamos, “Todo pasará”, en vez del clásico “The End”. No estaba al principio, salió del proceso conjunto de crear al personaje. Y así lo siento. Es algo que, por cierto, resaltan más aquí o en las proyecciones de la película en Europa que en Estados Unidos.
Y, sin embargo, la película resulta muy americana: es un retrato de todos esos EE UU que hoy están enfrentados.
Sí, al principio, no sabía si se entendería más allá, hay algo de humor muy juvenil de redes que quizá sí era más internacional, pero hay cosas muy nicho, es una película para nerds, como somos yo y el resto del equipo. La película muestra cómo estamos todos metidos en nuestras propias burbujas, vivimos cada uno en nuestra propia realidad y nos cuesta salir de ella.
The Sweet East es la primera película que Talia Ryder carga sobre sus hombros sola (aunque en el reparto la acompañan Jacob Elordi, Ayo Edebiri o Simon Rex), pero ella lleva ya una década dedicada a la interpretación. Natural de Búfalo, al norte del estado de Nueva York, en un viaje con su madre y su abuela a Manhattan las llevaron a ella y su hermana pequeña a ver el musical Matilda en Broadway y ambas salieron convencidas de que ellas, como entrenadas bailarinas, podrían hacerlo. Rogaron a su madre que las llevara a las audiciones y su hermana de nueve años, Mimi, logró el papel de Matilda, y Talia el de una secundaria. La familia se mudó a Nueva York ciudad y ambas hermanas decidieron intentar forjarse una carrera en la interpretación que van continuando en paralelo. Mimi es ahora su prima pequeña en The Sweet East.
Empezar con 12 años en esta profesión, ¿hace madurar o crecer más rápido?
Siempre me sentí una chica muy normal. Mi experiencia en el instituto fue normal, la única diferencia era encontrar el equilibrio entre los amigos de clase y los del trabajo.
Pero dice que se ha sentido una outsider...
Creo que, en esta era de tecnología y redes sociales, todos somos un poco outsiders y solitarios. Es una locura. Yo desearía haber crecido sin redes sociales, daría lo que fuera por haber nacido antes de que existieran. Creo que son una de las peores cosas que le está pasando a nuestro mundo, solo generan soledad. Pero no sé, me sentía que no encajaba cuando vivía en Búfalo antes de mudarnos a Nueva York. En la actuación voy encontrando mi sitio, pero sigue siendo un mundo extraño para mí.
Hace cuatro años debutó en el cine con Nunca, casi, a veces, siempre, que fue un pequeño gran éxito indie. ¿Supuso un gran cambio en su vida?
Pues no tanto, porque se estrenó durante la pandemia y todo era por Zoom. En ese sentido, The Sweet East ha sido un mayor cambio, me llevó a Cannes, al festival de Nueva York, aquí [Valladolid], a Londres… Me ha empezado a reconocer más gente.
¿Agobia ese paso, que la gente la reconozca, la celebridad?
No sé, sí, quizá. Intento no pensar mucho en ello.
¿Por eso se está dirigiendo más hacia la escena indie? Aunque hizo West Side Story y Golpe a Wall Street.
Me atraen las historias y creo que en el cine indie hay historias más interesantes que las de grandes presupuestos y superhéroes, pero tampoco estoy en contra de ellas. Golpe a Wall Street era una película grande en cuanto a presupuesto y también una historia emocionante que yo viví en primera fila porque muchos amigos invirtieron en GameStop. Solo quiero hacer películas guais. Es como elegir una pareja romántica, le estás dando tu tiempo, tu alma y tu energía, así que más vale que sea la elección correcta.
¿Y qué tipo de trabajo que quiere hacer? ¿Algo que ver con esa cámara que lleva todo el tiempo encima?
Sí, sí, quiero dirigir. Yo vengo del mundo de la danza, del baile, y me gustaría ser coreógrafa y directora. Cuando empecé en el cine, me di cuenta de que es el medio que más me gusta para contar historias, pero me gustaría usarlo para contar mis propias historias, tengo como cuatro películas escritas. Me gustaría hacer más películas sobre baile porque hay muy pocas. Yo rodé The American (Joika) [con Diane Kruger sobre la primera bailarina americana graduada en el Bolshói ruso], que fue un trabajo durísimo, pero gratificante. El baile es el único arte en el que estoy formada. Me enseñó la importancia de la quietud, del lenguaje corporal. Todo lo que sé de interpretación lo aprendí a través del baile, creo que por eso puedo expresar tanto sin palabras.
Ha dirigido un videoclip, ¿ve cerca el salto a la dirección?
Espero que sí, pero sé que va a ser difícil. Lo es para todos, lo he visto con Sean [Price Williams], esperando que The Sweet East vaya bien para que le dejen hacer otra película. De todas formas, no dejaría la interpretación, nunca pensé que me dedicaría a esto, pero quiero seguir. Y, además, tengo un millón de planes b…
¿Como cuáles?
Todos relacionados con algún arte [se ríe]. Desde que trabajé con Paul Grimstad en The Sweet East [ella canta la canción principal del filme], volví a la música, a cantar, y creo que mi próximo objetivo podría ser un disco. Lo del videoclip que dirigí de Del Water Gap fue a través de mi relación personal y profesional con Anthony Vaccarello y Saint Laurent. Si me preguntas a qué carrera aspiro, sin compartir o estar de acuerdo con muchas cosas de él o sus opiniones, no es la mejor persona, pero como artista me intriga Serge Gainsbourg, cómo fue capaz de hacer tantas cosas. Me gustaría una carrera así de libre.