Jugar con los clichés para mostrar Viena de una forma diferente

La lista de qué hacer (o no) en Viena que propone la artista visual Stefanie Moshammer es la siguiente: “Bebe Soda Zitron. Come apfelstrudel. Acepta la hostilidad de las camareras. No pasees en coche de caballos. Visita el viejo apartamento de Sigmund Freud, que ahora es un museo, porque allí nació el psicoanálisis y porque así entenderás mejor el título de mi libro”. Se refiere a A Fountain Playing in the Sun. Vienna, nueva entrega de la serie ...

La lista de qué hacer (o no) en Viena que propone la artista visual Stefanie Moshammer es la siguiente: “Bebe Soda Zitron. Come apfelstrudel. Acepta la hostilidad de las camareras. No pasees en coche de caballos. Visita el viejo apartamento de Sigmund Freud, que ahora es un museo, porque allí nació el psicoanálisis y porque así entenderás mejor el título de mi libro”. Se refiere a A Fountain Playing in the Sun. Vienna, nueva entrega de la serie Fashion Eye de Louis Vuitton, una colección que invita a conocer distintas urbes y regiones del mundo. En su tomo, esta creadora austriaca de 35 años ha querido compartir su visión de la ciudad que la vio nacer: “Con mis imágenes reflejo el mundo externo para crear algo interno e identificar aquello de lo que no se habla. No busco hablar sobre las historias que ya existen allí, sino dar mi propia perspectiva”.

Para lograrlo, en lugar de rehuir los clichés se apoya en ellos. “Son mi herramienta”, subraya, “los manipulo y los reinterpreto”. Considera que “son una parte integral de la percepción y a menudo sirven de base para presentar un lugar desde una nueva perspectiva”. Por eso buscó en internet rincones típicos de la ciudad y quiso burlarse de los estereotipos, darles una vuelta a través de su filtro; “todo trata sobre la ironía de representar un lugar”, subraya.

Esculturas, interiores de cafés, parques y panorámicas comparten espacio en el libro con telas y vecinos de la ciudad. Antes de formarse como fotógrafa Moshammer estudió diseño textil y de adolescente formó parte de la escena punk vienesa. “Hacía flyers de conciertos, cosía mi propia ropa, retrataba a mis amigos”, recuerda. Luego descubrió que la imagen era el mejor medio para plasmar sus inquietudes: “El arte visual ofrece una plataforma para impulsar conversaciones y pensamientos, crear ilusiones y evocar fantasías”.