Radiografía de ‘Amo a Dick’, la obra sobre el deseo sexual femenino que fascina a Rosalía (y antes a generaciones de mujeres)
Casi 30 años después de su primera publicación, la obra más popular de Chris Kraus sigue siendo hoy todo un icono del feminismo
“Estar enamorado de ti, decidirme a hacer este viaje, me ha hecho sentir como a los dieciséis, en chupa de cuero, encorvada en una esquina con mis amigos. Una imagen atemporal, joder. Se trata de que te importe una mierda o que vislumbres las consecuencias de algo y pese a todo lo hagas”, dice un fragmento de Amo a Dick, la novela que Rosalía aparecía leyendo recientemente en su ...
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“Estar enamorado de ti, decidirme a hacer este viaje, me ha hecho sentir como a los dieciséis, en chupa de cuero, encorvada en una esquina con mis amigos. Una imagen atemporal, joder. Se trata de que te importe una mierda o que vislumbres las consecuencias de algo y pese a todo lo hagas”, dice un fragmento de Amo a Dick, la novela que Rosalía aparecía leyendo recientemente en su Instagram.
Cada cierto tiempo, la icónica novela de Chirs Kraus parece sumar una nueva vida. Ridiculizada y reducida a novela-escándalo cuando fue publicada originalmente en 1997, tardó casi 10 años en agotar esa primera edición. No fue hasta años después, cuando Semiotext(e) —una de las editoriales independientes más influyentes de Estados Unidos, en la que la autora sigue trabajando también como editora— la reeditó en 2006 y, a partir de ese momento, una generación más joven la descubrió y la adoptó como un símbolo del feminismo. Convertida también en una divertida serie de televisión dirigida por Joey Soloway (disponible en Amazon Prime) y reeditada en España hace poco más de un año por Alpha Decay, hoy su familia de lectores es cada vez más grande, desde la escritora Gabriela Wiener (quien escribe un interesante prólogo en esta última edición en castellano) hasta la cineasta Lena Dunham o la famosa cantante catalana.
Cuando Amo a Dick se publicó por primera vez fue percibida como una suerte de autobiografía velada sobre la obsesión de Chris Kraus por el sociólogo y crítico cultural británico Dick Hebdige (autor de libros como Subculture: The Meaning of Style). La novela cuenta la historia del enamoramiento de la autora por el carismático teórico, a mediados de los noventa y como ella y su entonces marido —el reputado profesor universitario Sylvère Lotringer— inician una correspondencia entre ellos dando rienda suelta al romance que imaginan con Dick, y cómo después ella decide perseguir a su objeto de deseo por los Estados Unidos.
Si bien los datos biográficos de la Kraus del libro son los de la propia autora en el momento en el que lo escribió (solo cambió los detalles sobre Dick antes del lanzamiento con tal de protegerlo), resulta evidente que su propósito va más allá de lo puramente personal (como la misma escritora argumenta a lo largo de la novela), que, como también decía Annie Ernaux sobre su amante en Pura pasión, no se trata de un libro sobre “él”, ni siquiera sobre sí misma. “Ella usa a Dick para el discurso. Ella usa a Dick para la liberación. Ella usa a Dick para la revancha. Ella usa a Dick para construir teoría. Y belleza. Y lo que denuncia son muchas cosas”, dice Wiener en el prólogo.
Tuvieron que pasar varias décadas para que el centro del debate no estuviera en Dick, sino en todo lo que representa y desencadena ese “Dick” para la autora. En por qué I love Dick (ese sujeto del título original en inglés resulta muy revelador) es una novela en la que el “yo” de la autora desplaza al “Dick” como término dominante, en la que él simplemente es un motivo para que ella encuentre su propia voz para, en realidad, escribirse a sí misma. “Supongo que en cierto sentido te he matado… Te has convertido en Querido Diario…”, escribe la autora en un pasaje del libro.
Como el personaje de la novela, en la época en que la escribió, Kraus era una artista frustrada al borde de los 40 años, sus trabajos como cineasta no encontraban distribución en Nueva York. Gravity and Grace (la película inspirada en la obra de Simone Weil que menciona continuamente en el libro) era su último intento de hacer cine y fue varias veces rechazada en importantes festivales internacionales como el de Berlín. Al ser la pareja de Sylvère Lotringer, conocido teórico cultural y profesor de la Universidad de Columbia, Kraus solía sentirse realmente abrumada por su aura e invisible en los círculos de intelectuales con los que se relacionaban. Editora también en el sello fundado por Lotringer, Kraus quería hacer algo por sí misma, por lo que decidió aceptar un trabajo que le ofreció una amiga como maestra en el Art Center de Pasadena y mudarse a Los Ángeles. Pero poco antes de que esto sucediera, una noche de diciembre de 1994, Kraus y su marido cenaron con un colega de profesión de este, Dick Hebdige. Y es ahí donde la historia de Chris Kraus comienza.
Más allá del alcance de la correspondencia entre realidad y ficción en el libro (como dice Joan Hawkins en el epílogo de la última edición de Alpha Decay, es difícil saber si ciertas cosas que Kraus cuenta sucedieron realmente), lo verdaderamente revolucionario es cómo la autora utiliza a Dick para la búsqueda del ‘Yo’ y que ese ‘Yo’ performático se convierta en sujeto universal. Al final, lo que Kraus cuenta en el libro casi nada tiene que ver con Dick, poco importa que responda o deje de responder a las cartas que le envían, él simplemente es un medio para algo que consigue trascender lo individual. Con todo y ante todo, Amo a Dick es una novela sobre el denominado empoderamiento femenino (por muy tópico que hoy pueda parecer esto), sobre una mujer que más allá de intentar encontrar el sentido de su vida decide dotarla de sentido. Kraus usa a Dick para romper esquemas —sociales, literarios y académicos— y hablar de forma libre acerca de la experiencia del deseo, el amor, el sexo, la abyección femenina, su vínculo con la locura, y las relaciones de todo ello con el poder, la escritura y su capacidad transformadora.
“Si las mujeres hemos fracasado en hacer arte ‘universal’ porque estamos atrapadas en ‘lo personal’, ¿por qué no universalizar lo ‘personal’ y convertirlo en tema de nuestro arte? Lanzar esta pregunta, estar dispuesta a vivirla, sigue siendo una osadía”, escribe Kraus citando a la artista norteamericana Hannah Wilke. Y en esa pregunta, en preguntarse por qué se sigue cuestionando la literatura escrita por mujeres como si se tratara de un género en sí mismo, también reside una de las razones por las que Amo a Dick sigue siendo hoy una lectura profundamente reveladora.