Jemima Kirke: “¿Cómo puede un judío apoyar los asesinatos de Gaza cuando nuestra identidad está definida por el Holocausto?”
Entre la nostalgia y el vértigo de lo contemporáneo, la eterna Jessa de ‘Girls’ sigue irradiando un carisma indomable. Artista, embajadora del espíritu de Bimba y Lola y narradora de su propio enigma, encarna algo salvaje en un mundo donde la autenticidad es el último lujo posible
Jemima Kirke coge el teléfono desde su casa de Brooklyn con déficit de sueño. Se quedó hasta tarde memorizando su diálogo en Ley y Orden: UVE. “Voy a ser una villana”, avanza sobre su participación en el drama policial más visto de Estados Unidos, una serie tan mítica que hasta la escritora Carmen Maria Machado le dedicó un cuento fabuloso. A sus 40 años, si algo encaja con esta multifacética londinense criada en Nueva York es ponerse en la piel de la mala del capítulo. Irradia ese aura del que solo presumen algunas privilegiadas. Mitad sirena mitológica y femme fatale del noir de los noventa, Kirke es esa clase de mujer magnética a rabiar, alérgica a las reglas, capaz de hipnotizar y desquiciar a cualquiera. Hija de Simon Kirke, batería del supergrupo Bad Company, y de Lorraine Dellal, interiorista y coleccionista de moda vintage (“me encanta ir de compras y se me da bien vestirme, pero odio la palabra vintage, ¿no es todo ropa al final?”), también es hermana de la actriz y cantante Lola Kirke y de Domino Kirke, cantante y doula casada con el actor Penn Badgley. Que su perfil de la Wikipedia acumule tal cantidad de enlaces azules podría delatar que ese carácter despreocupado, sin miedo al abismo, le viniese de serie, pero, como aclara más adelante en esta charla, también se ha trabajado esa mística a conciencia. Y la ha perfeccionado tan bien que hasta impone escuchar su voz ronca al otro lado del teléfono. Una no habla todos los días con Jessa Johansson, el personaje con “la cara de Brigitte Bardot y el culo de Rihanna”, como la etiquetó un espontáneo con frase en Girls, la serie que la catapultó tras estudiar pintura porque era íntima amiga de su creadora, Lena Dunham.
Kirke no se quedó estancada en aquel icono caótico de melena prodigiosa en el que todas las mileniales ansiosas de no ser como las demás quisieron espejarse viendo Girls en los inicios de la década pasada. Imagen de la firma gallega Bimba y Lola, también ha trabajado en Sex Education o la adaptación de Conversaciones entre amigos, de Sally Rooney, otra creadora que ha encapsulado la feminidad contemporánea. Más allá de esos papeles clave en la cultura pop de este siglo, la artista y directora de videoclips también es la prescriptora sentimental de las mujeres crónicamente pegadas a sus teléfonos. Sus consejos en sus stories de Instagram, tan escuetos como certeros, la han convertido en la diosa a la que veneran todas esas chicas obsesas por la imagen que proyectan. Al final, confiesa, todo ese despliegue de encanto es cuestión de puro método.
Las que estamos en los 40 quisimos ser Jessa y las veinteañeras idolatran su actitud por decir las cosas de frente en Instagram. ¿Cómo se hace para ser tan carismática?
Algunas personas desprenden una mística que atrae a los demás. La clave es ser consciente de que la tienes. Si lo eres, puedes dar a la gente lo que quiere. Ese es el lado que elijo enseñar, porque tengo uno privado, solo para mí, que nunca mostraría.
“Chicas, creo que estáis pensando demasiado en vosotras mismas”. Aquella frase que respondió en sus historias de Instagram a una usuaria que le pedía consejo para las jóvenes se ha sobreanalizado hasta el delirio en ensayos de toda índole.
Es increíble como una sola historia ha perdurado tanto. ¡Es solo una frase! Cuando la escribí, pensé que no sentaría bien, pero si impactó tanto es porque lo escribí desde la honestidad y desde ese personaje que todas vosotras habéis proyectado en mí. A la gente le gusta imaginarme como un espíritu salvaje y libre, viviendo como me da la gana fuera de Instagram cuando, en realidad, estoy de un lado para otro dentro de mi casa, mirando el móvil sin parar, como todas.
Pues lo esconde muy bien.
Las redes sociales nos enseñan una versión muy depurada de nosotros mismos. Manejarlas es un arte. Puedes elegir qué quieres que vean, pero no controlar la forma en que te perciben porque la gente no es tonta. Ahora no recuerdo la cita exacta, pero Doon Arbus, hija de Diane Arbus, dijo algo así como que al intentar esconder aquello que nos hace inseguros, a menudo terminamos revelándolo aún más.
¿Por eso no se politiza en redes?
Instagram es ruido y todo se mezcla: vemos a niños siendo mutilados en Gaza y luego pasamos a una foto de Bella Hadid o la influencer de turno. Es una locura que saltemos de la imagen de un genocidio a una tradwife y que nuestra mente no recapacite sobre lo que acabamos de ver. Eso dice mucho de nosotros y es algo que me abruma. Hay quienes afirman que las redes son un espacio transformador para generar cambio y no digo que yo tenga la razón, pero no lo comparto. Además, un par de veces he subido contenido politizándome y me malinterpretaron muy rápido [se refiere a cuando pidió en una de sus historias donaciones a la Middle East Children’s Alliance (MECA), para apoyar a las familias y niños en Gaza].
¿Qué pasó?
Recibí muchísimo odio. Como judía, lo que está ocurriendo ahora mismo me horroriza. Es terrible lo que estamos presenciando. ¿Cómo podría un judío apoyar estos asesinatos cuando nuestra identidad está definida por el Holocausto? Están matando a todos esos niños y me siento tan afectada por ello que no puedo llevarlo a Instagram. Cuando subo algo, busco desconectar.
Parece que todo el mundo ha vuelto a ver Girls. ¿Qué cambios detecta entre esta generación y la que la vio en su día?
Mi relación con la serie se ha ido alejando cada vez más según pasaban los años, pero este resurgir ha hecho que mucha más gente le encante la serie, lo que es genial. En mi barrio, todos los días me para alguna persona extremadamente joven para hablarme de Jessa. Eso ayuda a mi ego.
¿Y qué le dicen?
Es muy interesante ver cómo algunas personas adoran a Jessa y quieren ser como ella, mientras que otras creen que es una tía horrible. Creo que depende de tus valores. Ella es igual de desastre que todas las demás, igual de incómoda y con multitud de defectos, pero lo que tiene su personaje y no las demás es cierto misticismo, una despreocupación que juega a su favor. A mí también me pasa. Esa arma secreta funciona con algunas personas, pero no con otras. En general, toda esta revisión a la serie es muy halagadora. Ahora la valoro mejor. Cuando se emitía semanalmente, no lo entendía.
Lena Dunham dijo que usted quiso abandonar Girls en la segunda temporada y Allison Williams, Marnie en la serie, ha afirmado que el cinismo de la crítica online pasó factura al casting. ¿También le pasó?
Mi primer instinto fue rechazar el papel, yo no quería ser famosa, yo solo quería que me pagaran. Entiendo por qué Allison ha dicho eso, pero yo no leía lo que se escribía sobre la serie. No porque me sintiera muy cool o por encima de lo que pensara la crítica, pero en ese aspecto no era tan consciente. Cuando la gente me hablaba de Girls y del ruido que generaba, pensaba que exageraban. Creo que Allison leía todo lo que se publicaba porque se sentía parte de la industria y era importante para ella. Para mí fue mi primera experiencia en el negocio de la televisión, todo era nuevo.
Dos de las series en las que ha trabajado, Girls y Conversaciones entre amigos, fueron ideadas por Lena Dunham y Sally Rooney, dos de las autoras del cambio de paradigma en la concepción de la feminidad de este siglo. Ahora las ficciones se han vuelto mucho más planas y esencialistas de género, parece que todo se reduce a qué hombre elegirá la protagonista. ¿Estamos viviendo una regresión?
¿Te refieres a Materialistas? Esa película es terrible. No se por qué pasa esto ahora, yo llevo un par de años sin hacer televisión porque ya no me emociona y me cuesta muchísimo verla. Tanto contenido disponible me provoca una sensación de vacío. Me da ansiedad porque hay demasiado y te insensibiliza. Por eso he vuelto a la tele por cable y a escuchar la radio. Me encantan los anuncios. Me gusta no saber qué va a salir. Cuando era joven estaba obsesionada por el punk y el rock and roll, por explorar todas sus vertientes. Igual es porque me he hecho mayor y me importa menos, pero prefiero que me digan qué debo escuchar o qué debo ver.
Comparada con cómo se veía Nueva York en Girls, ahora todas las tramas que transcurren en la ciudad tratan sobre ambición profesional o dinero. Es una ciudad mucho más fría y cínica. No dan ganas de vivir ahí.
No sé por qué, pero la ficción se está centrando más en la dificultad de sobrevivir en la ciudad que en el propio disfrute de vivir en Nueva York. La gente sale menos y hace menos cosas, será porque estamos todo el día trabajando o mirando el móvil.
¿Eso no pasaba antes?
La cultura laboral no da tregua y se ha instalado en la ciudad. No es que realmente queramos trabajar tanto, pero parece que no tenemos excusas para no trabajar. Es más, da vergüenza decir que no trabajas porque puedes hacerlo. Quizá por eso los estadounidenses están tan deprimidos.
¿Es deprimente levantarse en Nueva York?
Yo siempre estoy deprimida, así que no sé si es igual para el resto. La gente se queja mucho de los móviles, pero me aburre esa postura de “antes hacíamos más cosas” y “todos éramos más felices sin pantallas”. No era así, solo era distinto. Lo que sí ha empeorado es la cultura laboral y eso es un reto para todos.
Ahora hasta Leonardo DiCaprio tiene que hacer vídeos cortos en redes o ir a podcasts contando cosas que no tienen nada que ver con la película que protagoniza. ¿Es cansado este nuevo escenario de promoción?
Es muy cansado en Instagram y lo de los podcasts es agotador. ¿Por que todos los famosos tienen el mismo puto podcast si no aportan nada? Lo curioso de este fenómeno es que todas esas entrevistas supuestamente desenfadadas en realidad están milimetradas, son muy estratégicas y nadie dice nada en realidad.
Ha contado que su hermana Lola no llevó bien su éxito en Girls porque la actriz era ella y usted, supuestamente, era la hermana pintora. ¿Cómo se lleva lo de tener hermanas artistas?
No puedes elegir a tu familia y, a veces, los miembros de la tuya son personas de las que no te harías amiga. A mí me pasa con Lola. A veces, le digo: “Si no fueras mi hermana, no te llamaría nunca”. Mis hermanas son personas geniales. Lola es la persona menos insegura que conozco, hará todo lo que se proponga y es graciosísima. Yo fui cruel con ella de niña, como casi todas las hermanas mayores. Reflexioné mucho sobre mi actitud con ella al ser madre, cuando me replanteé todos los vínculos familiares. Ahí me arrepentí de haber sido así, entendí lo dañino que puede llegar a ser. Aunque, mira por dónde, creo que eso la convirtió en la persona brillante que es. Quizá sea gracias a mí. Me gustaría llevarme ese mérito.