María Hervás: “Ahora soy más radical en mis pensamientos de izquierda”

La actriz retoma su idilio con los escenarios con el singular proyecto ‘The Second Woman’, estrenado en el Festival Grec de Barcelona

María Hervás lleva abrigo y bufanda de lana de PHILOSOPHY DI LORENZO SERAFINI.PABLO ZAMORA

Hay caballos que, según María Hervás (Madrid, 37 años), galopan dentro de nosotros. Corceles salvajes que no se frenan fácilmente, ni siquiera ante la fuerza de la razón o de la corrección política. Tanto en su faceta profesional como en la mediática, la actriz, productora y dramaturga confiesa que los ha dejado correr libremente sin importar los sinsabores que le pudieran acarrear. “He tomado como una decisión política el no coartarme. Es mi compromiso como artista”, afirma.

Sobre esa libertad innegociable y personalísima ha construido una de las carreras más singulares de la industria, conciliando algunos de los papeles más memorables de la escena teatral reciente (Iphigenia en Vallecas, Jauría) y el éxito comercial en el audiovisual (Machos alfa, El pueblo). Empeñada en doblar cada apuesta que realiza, Hervás ha hecho realidad ahora su anhelo de adaptar The Second Woman, de Nat Randall y Anna Breckon, que la subirá al escenario durante 24 horas para repetir una misma escena 100 veces con 100 partenaires diferentes. Una experiencia “épica” que representará por primera vez este 6 de julio en el marco del Festival Grec de Barcelona, y después llevará a Sevilla y Madrid, con el objetivo de exponer ante el público los mecanismos de poder de género.

Cazadora de piel y pantalón de GIORGIO ARMANI y camiseta de ISABEL MARANT.PABLO ZAMORA

Supongo que para aguantar 24 horas sobre el escenario hace falta fondo físico y mental. ¿Buscaba ponerse a prueba?

No sé lo que hay que tener, no he dedicado ni un segundo a meditar eso… [ríe]. Como soy una persona especialmente reflexiva y concienzuda, me pongo retos de un carácter más impulsivo y arrojadizo para compensar tanta razón. Como muchas veces tengo que ir a la tele 12 horas a rodar cosas que no siempre me motivan, pero que pagan las facturas, al teatro le reservo las experiencias más extraordinarias. Es mi templo, ese amor platónico en el que siempre piensas, aunque estés con otra persona.

¿Se siente más realizada sobre las tablas que cuando cosecha un gran éxito en el audiovisual?

Así lo siento, aunque seré más objetiva con el paso de los años. Hasta ahora los proyectos que he hecho en el teatro han sido mayores retos a nivel interpretativo: personajes poliédricos, complejos, con un compromiso social muy poderoso y que muchas veces he creado yo misma. La gente no te detiene para pedir una foto por lo mona que sales en la serie, sino para decirte que algo se ha transformado en ellos. Con Jauría, a raíz del juicio de La Manada, abrimos muchas conciencias… y las nuestras, las primeras. Es satisfactorio sentir que tus acciones repercuten en tus conciudadanos.

Cazadora de piel y pantalón de GIORGIO ARMANI y camiseta y 'pumps' de piel de ISABEL MARANT.PABLO ZAMORA

La tele es otra cosa…

Siento que cuanto más adulta me voy haciendo, más trato de que mi felicidad no dependa del trabajo. Intento vincularla a una actitud vital, no a una acción artística. Da igual que tenga que grabar una escena de mierda, yo voy a intentar hacer el gran trabajo de mi vida. Haría falta que en las escuelas nos enseñaran ese compromiso con la felicidad de uno mismo. La felicidad hay que ejercitarla, no depende de algo que nunca conseguimos tener.

Rompe con el arquetipo de actriz que empieza sobre las tablas y va subiendo peldaños hasta conquistar la gran pantalla. ¿Por qué siempre vuelve al teatro?

Lo primero de todo es que el tipo de vida que te obliga a tener me encanta: hago todo lo que me da la gana por la mañana y luego me voy a hacer mi función. Por otro lado, las emociones tan altas que te da el teatro no te las da nada más. Nunca me he drogado, pero es como si te metieran cada día un chute del elixir de vida más concentrado que pueda haber. Eso engancha, tío. Encima trabajas con gente que te cae bien, es un acto comunitario que puede cambiar cosas y la gente te aplaude. Lo malo es que no se puede vivir del teatro… si no espérate tú que me tenían mucho en la tele, ¿sabes?

Mono de lana fría con tirantes metálicos de LANVIN y 'pumps' de piel plateados de ISABEL MARANT.PABLO ZAMORA

¿Es muy distinta la María que se subía a los escenarios hace cinco años con Iphigenia en Vallecas de la que estrena The Second Woman?

No lo sé. Por ideología, por mi paradigma de visión del mundo, tengo que contestar que soy distinta. De hecho, vería como un fracaso decirte que soy la misma. Cambio a cada rato, también después de esta conversación. Hay cosas que me gustan más de mí que antes y otras menos, pero sí que guardo la misma pasión por el oficio al que me dedico. Eso lo mantengo.

¿Y qué le gusta menos de su realidad actual?

Que cada vez estoy más profesionalizada en todos los aspectos. Todo está más organizado, más compartimentado. Hay poco lugar para la improvisación. A veces veo películas que me recuerdan a cuando era más joven, con veintipocos, y me pregunto en qué momento empecé a sacrificar esos niveles de bienestar, de lo sencillo, del disfrute, de la conexión con los amigos y las conversaciones hasta las tantas, en pos de ser la persona que se esperaba de mí tanto a nivel profesional como personal. Todo está ahora más diseñado.

¿Está cumpliendo entonces con lo que se esperaba de usted?

Sinceramente, lo he cumplido con creces. Podría darme una palmadita en la espalda y decir: “Nena, lo hiciste bien. Ahora ponte a vivir y déjate de tanta tontería”. Lo que querían para mí mis padres, que son personas de puta madre, es que fuese feliz y que me fuera bien en aquello a lo que me dedicase. Las tareas que me quedan por hacer son, primero, autovalidarme a todos los niveles, no tener que esperar la mirada de alguien para saber quién soy; y, segundo, ser incluso más punk de lo que ya soy en esencia, sin tener miedo a las pérdidas que eso pueda generar.

Vestido corto de lana fría de SPORTMAX y pantalones de lana fría de ISABEL MARANT.PABLO ZAMORA

Califica como “épico” su encuentro con 100 masculinidades distintas en The Second Woman. ¿No intimida el número?

Tengo una relación muy buena con las masculinidades. No con todas, como tampoco tengo una relación estupenda con todas las feminidades. En febrero existieron unas declaraciones muy controvertidas por mi parte [”Hay un ambiente muy crispado en el que se está convirtiendo todo en una lucha de la mujer contra el hombre”, alegó] que me podría haber ahorrado… o quizá no, porque las cosas a veces vienen de lugares que no sabemos de dónde nacen. Lo que quería decir es que el feminismo, en su definición teórica, es la liberación de todos los seres humanos. Obviamente primero tenemos que liberar a quienes más subyugados han estado por la historia: tanto las mujeres como otros sectores marginales, oprimidos y menos normativos. Pero, en última instancia, el feminismo también viene a liberar al hombre del propio yugo patriarcal.

¿En qué sentido?

Por ejemplo: si pueden llorar o no, si tienen que ser ellos los que provean... Desde pequeña he tenido conciencia de que los hombres son víctimas del mismo patriarcado que yo. También hablo desde la suerte de tener un padre extraordinariamente feminista. Cocina, limpia, va al mercado, me ha planchado hasta los tangas… Siempre me ha instruido en la igualdad y en la libertad. Él ha hecho que tenga una relación con el hombre muy amigable. Soy consciente de que a veces puedo generalizar desde ahí y que a algunas mujeres eso les parezca frívolo.

Jersey de cuello alto, pantalones globo, cinturón de flecos en piel y tacones de red, todo de ALAÏA.PABLO ZAMORA

¿La controversia le hizo cambiar su pensamiento de algún modo?

Absolutamente. Si me apuras, ahora soy más radical en mis pensamientos de izquierda. Es gracioso porque mucha gente que no me conocía de nada hasta que llegó Machos alfa me relacionó con un pensamiento sumamente conservador y reaccionario. Me enviaron a la fachosfera por unas declaraciones sacadas de contexto, cuando yo soy todo lo contrario: vengo de una familia de obreros y con unos padres muy posicionados en la izquierda. Cada día, estudiando filosofía, me comprometo más con mis ideas. No son las mismas, van cambiando, pero no se han ido a un lugar más centrado o templado.

¿Cuál cree que fue su error?

Hablar con unos niveles de sutileza en el pensamiento más adecuados para alguien con quien charlas durante un largo rato y que tenga la misma preparación que tú. Lo que pasó fue superduro para mí, lo sufrí mucho. Era la primera vez que recibía hate. Y a mí el odio me da igual, se han metido conmigo antes por delgada, pero es más difícil cuando atacan algo tan heavy como la identidad. Ahí entendí que tenía que trabajar en la autovalidación: “¿Esto te está agrediendo porque tú también crees que te estás convirtiendo en una gilipollas o porque te asusta que los demás lo piensen?”. No, yo no tengo ningún debate, sé que no me estoy convirtiendo en una gilipollas. Las personas que me quieren y me conocen saben lo que soy. Me asusté y me dije que no hablaría tanto ni de una manera tan libre, pero a los dos días estaba diciendo otra cosa que también se malinterpretó.

Chaqueta y pantalón vaquero de NINA RICCI y salones de piel bicolor de PHILOSOPHY DI LORENZO SERAFINI.PABLO ZAMORA

El 9 de agosto estrena en cines Cuerpo escombro. ¿Cómo gestiona la dualidad de ser una actriz dramática en el teatro y, en la gran pantalla, hacer sobre todo comedias?

Ha venido así. No tengo conflicto con ser actriz de comedia, el humor tiene una función política extraordinaria: destensa, relaja y aligera la carga de la vida. El humor me ahorra terapia, aunque pago mucha otra. Pero, por ponerme a desear en alto, a mí el cine que me interesa y que consumo es el de autor. El cine que habla de otro tipo de narrativa que no es necesariamente la normativa, el que tiene más que ver con la metáfora, la sutileza y la poesía. Mi gran tarea pendiente es poder contar esas otras historias. Si lo tengo que hacer detrás de la cámara, escribiéndolo o dirigiéndolo, que así sea.

Me confesaba antes que lo último que ha hecho hoy antes de llegar al plató era leer. ¿Se puede saber el qué?

Un ensayo feminista de una profesora de filosofía llamada Victoria Camps. Lo compagino con el último capítulo de Karl [de Marie Ottavi], la biografía de Karl Lagerfeld. Vi un documental sobre él y me pareció un tipo muy interesante, que representa el vitalismo, en el sentido más nietzschiano de la palabra. Suelo leer a diario. También desayuno siempre fruta, entreno, tomo algo de sol y, si puedo, me tomo una caña con mi padre, que vive en la acera de enfrente.

¿Se considera muy de barrio?

Mucho. Nací en la Ronda de Segovia y me compré un ático ahí. Llevaba toda la vida mirando hacia arriba pensando: “¿Quién coño tendrá el dinero para vivir en esos espacios?”. Fue algo casi simbólico comprármelo en la calle donde me crie. Pero ahora, por primera vez, siento que esa raíz me atrapa demasiado. Vivo en la misma calle en la que jugué por primera vez, en la que tuve mi primer novio y me di el primer beso, en la que me emborrachaba de adolescente… Esa concentración de primeras veces la estoy sintiendo más como una losa que como un impulso. Quiero cambiar de casa.

EQUIPO

Estilismo Beatriz Machado
Maquillaje y peluquería Rebeca T. Figueroa (Another Agency) para Dior Beauty y Authentic Beauty Concept 
Diseño de set Irene Luna
Producción Cristina Serrano
Asistente de fotografía Marcos Jiménez
Asistente de estilismo: Diego Serna

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