Cuando la abstinencia sexual es una forma de terapia: los motivos que mueven las mujeres que optan por el celibato voluntario
No se trata de una abstinencia sexual total ni de abrazar el celibato, sino de descentrar los intereses. Pero, ¿qué pasa a la libido, a las inseguridades y a las relaciones no amorosas durante esos años sin relaciones sexuales?
“Desde que soy madre soltera no he podido tener una relación íntima. He tenido el honor y el placer de trabajar en mí misma y de aprender lo que supone criar a mis hijas”, escribe Drew Barrymore en su blog. “No soy una persona que necesite sexo. Estoy comprometida al cien por cien con trabajar en la forma en la que se supone que mis hijas y yo misma, como mujeres, debemos funcionar en este mundo”, explica la actriz. Desde Emily Ratajkowski hasta Terelu Campos, que acaba de declarar que lleva nueve años sin acostarse con alguien, cada vez son más las mujeres famosas y con poder de influencia que se suman a la tendencia denominada boysober, una suerte de detox de las aplicaciones de citas y las relaciones sexuales con hombres. Sin embargo, como aclara Melanie Eichhorn, sexóloga de Satisfyer, a diferencia de un voto religioso de celibato, este movimiento no implica una abstinencia sexual total, pues la masturbación y el autocuidado no tienen por qué no formar parte de la ecuación. Es más: algunas personas reportan que su libido se dispara gracias a sesiones de autocuidado indulgente, por lo que el deseo no tiene por qué disminuir necesariamente durante el tiempo de retiro sexual. “No tener relaciones sexuales con otras personas ha hecho que el sexo conmigo misma haya mejorado mucho, conociéndome mejor y disfrutando del sexo con una regularidad y una plenitud, que en muchas ocasiones, no alcanzaba al lado de un hombre”, explica a S Moda G. O. P., diseñadora gráfica de 50 años especialista en producción gráfica, que lleva sin tener relaciones sexuales desde 2019.
Melanie Eichhorn se pregunta si realmente, en el caso de que disminuya la libido durante una fase boysober, ese cambio es negativo. “Al fin y al cabo, esta tendencia trata de cambiar el enfoque mental y de alejarlo de las citas y el sexo. La libido fluctúa de manera natural a lo largo de la vida, algo completamente normal y de lo que no hay por qué preocuparse”, reflexiona. “Muchas mujeres se sorprenden del impacto que un estilo de vida boysober puede tener en varios aspectos de sus vidas. A menudo, solo al eliminar por completo las relaciones románticas, las citas y las situationships, nos damos cuenta de cuánto espacio mental ocupan estas cosas. Gran parte de esto ocurre de manera subconsciente, como buscar validación y aprobación a través de las citas. Es aquí donde puede comenzar el crecimiento personal”, señala. Comenta además que más allá de la autorreflexión, también hay un efecto muy práctico: disponer de mayor tiempo, un espacio temporal adicional que puede ser invertido en amigos y familiares.
Pero regresemos a G. O. P., que lleva cinco sin practicar sexo por un motivo bien sencillo: no le apetece. “Me da muchísima pereza volver a encontrar a alguien, conocer a una persona, a tener que conquistar… Nunca he sido una persona de aquí te pillo aquí te mato ni de quedar por una dating app para tener sexo. Así que si llegara a acostarme con alguien, sería porque he hecho una inversión en tiempo que ahora mismo, no me apetece hacer en absoluto. No echo de menos tener a alguien a mi lado. Al contrario: me encuentro en una plenitud personal en mi “soledad”. Y no quiero que esto cambie. No estoy diciendo que me cierre de por vida a un celibato. Pero desde luego, hoy por hoy, lo último que me apetece es invertir tiempo y hacer el esfuerzo en estar con alguien por el mero hecho de tener sexo”, confiesa. “Ahora me considero más importante a mí misma e intento invertir el poco tiempo libre que tengo en mi persona, la cual he tenido muy relegada y abandonada durante muchísimo tiempo por muchas circunstancias. Me estoy priorizando a mí y me estoy recuperando”, dice.
El regreso a la vida sexual… ¿Está libre de miedos e inseguridades?
Confiesa que si volviera a mantener relaciones sexuales, está convencida de que sería diferente. “Ya no solo porque la fortaleza física que puedo tener ahora no es la misma que tenía con 20 o 30 años, sino porque soy otra persona y posiblemente, ahora apreciaría otras cosas en la cama u otras maneras de hacer. Pero sea lo que fuere, no lo echo de menos”, dice. Añade que si de repente, mañana se acostara con alguien, no sentiría inseguridades ni miedos. “Que conste que podría ocurrir, pues no creo que sea raro sentir cierta inseguridad a la hora de mostrar el cuerpo, que sabes que ha cambiado —y no precisamente para mejor— después de que los años y los embarazos hayan pasado… Si llegara a acostarme con alguien, sería porque me siento absolutamente tranquila y a gusto con esa persona y sobre todo, conmigo misma. Si por cualquier razón tuviera la mínima sensación de inseguridad, ni entraría al trapo”, aclara.
Porque como explica Andrea Vicente, autora de Quien bien te quiere te hará feliz (Harper Collins NF, 2024), es completamente normal que quien decida volver a tener relaciones se enfrente a ciertos miedos e inseguridades. “Después de un tiempo de inactividad sexual, muchas mujeres experimentan inseguridades relacionadas con su cuerpo, especialmente si ha cambiado, o con su habilidad para volver a conectar con el sexo. Es común preocuparse por la “falta de práctica” o sentirse vulnerable al exponerse físicamente después de tanto tiempo. Sin embargo, es importante recordar que la sexualidad no se trata de cumplir con un estándar o de “rendimiento”, sino de disfrutar y conectar, tanto con una misma, como con otra persona”, explica. “Para mitigar estos miedos, es fundamental tomarse las cosas con calma y permitir que el regreso a la vida sexual sea gradual y auténtico. Practicar la autoexploración puede ser una gran herramienta, ya que permite reconectar con el propio placer y eliminar la presión de satisfacer a otra persona. Si hay una pareja involucrada, la comunicación abierta sobre las emociones e inseguridades también puede hacer que el proceso sea más cómodo. Al final, el regreso a la sexualidad debe ser un espacio de autocompasión, curiosidad y disfrute, dejando a un lado la autoexigencia y enfocándose en el bienestar emocional y física”, añade.
Aunque el título de su libro indique lo contrario, Blythe Roberson asegura en How to Date Men When You Hate Men (Cómo salir con hombres cuando los odias, St Martin’s Press, 2019) que quienes se abstienen de tener relaciones con hombres durante un tiempo no lo hacen porque les odien. “Puedo entender por qué el hombre promedio puede sentirse inestable y confundido, ya que todos los medios y figuras de autoridad le han dicho toda su vida que estaba bien que se comportara de cierta manera que realmente no requiere la agencia femenina. Los hombres leyeron mucho a J. D. Salinger y crecieron con Annie Hall, por lo que de verdad, entiendo que piensen así. Pero por favor, hombres: tomad asiento en mi salón lleno de cactus y cojines y aprended acerca de lo que se siente al amar desde el otro lado de las cosas. Usarlo como modelo sobre cómo amar a las mujeres, cómo coquetear y cómo ser sexuales de una manera que no arruine sus vidas. Aprended cómo funciona el algoritmo en el que hemos sido codificados y ayudadnos a cambiarlo”, escribe.
Lamentablemente, los motivos por los que hay quienes deciden abstenerse de practicar sexo son en ocasiones más dolorosos. Es el caso de Laura A, informática de 38 años. “No practico sexo desde julio 2022 a causa del abuso continuado de mi exnovio, que dejaba de lado el consentimiento cuando yo dormía. Esa relación me impactó tanto que ya no he podido tener contacto con ningún otro hombre. Me niego: siempre es lo mismo. Desde que no estoy con nadie, me siento menos sucia y siento menos culpa. Tengo menos quebraderos de cabeza y estoy más en paz conmigo misma. Antes, en muchas ocasiones, lo hacía para que me valorasen y validasen: era mi moneda de cambio para conseguir amor, afecto, cariño, visibilidad, etc”, confiesa.
Cómo afecta la ausencia de sexo al bienestar
¿Cómo puede influir elegir prescindir de tener relaciones sexuales esta elección en el bienestar emocional y psicológico? Esperanza Gil, psicóloga, sexóloga clínica y encargada de Amantis Russafa (Valencia), señala que cuando la abstinencia es elegida de forma consciente, no se vive como una carencia, sino como una herramienta de autocuidado y autodescubrimiento que refuerza nuestra autonomía. “Incluso puede ser un acto de rebeldía y de reafirmación personal brutal. En una sociedad en la que la sexualidad está unida a exigencias de rendimiento y estándares imposibles, tomar la decisión de pausar la actividad sexual te permite tomar el control de la narrativa. No es una renuncia, sino un momento para la introspección en el que dejamos atrás el sexo de cartón piedra esculpido en la rutina y las presiones externas para poder conectar con tu sexualidad más primitiva, explorar tus deseos y atender con calma a tus necesidades emocionales y físicas reales”, explica.
Comenta que al vincularse en la cultura actual la sexualidad con la madurez, el éxito e incluso la felicidad, quienes no tienen relaciones sexuales a menudo son percibidos como inmaduros, incompletos o incluso infelices. “La gente tiende a cuestionar si esa abstinencia es realmente una decisión propia, salvo que esté asociada a un compromiso religioso. En su lugar, solemos asumir que es consecuencia de la falta de oportunidades o de una supuesta represión, lo que alimenta estigmas y prejuicios. Esto puede dar pie a comentarios inapropiados o actitudes condescendientes y paternalistas, tratando la abstinencia como algo temporal, un error o una carencia”, asegura. Sin embargo son cada vez más los que desafían tales creencias al promover una visión más amplia de la sexualidad, donde la abstinencia es vista como una elección válida y respetable que no tiene que ver con el valor, la madurez ni la plenitud de una persona.