“Qué guapa estás”: por qué elogiar a las niñas por su belleza puede ser problemático

Los expertos coinciden en que no hay nada malo en decirle a un niño o a una niña que es guapo. El problema reside en que sea la única característica que se destaca o resalta de esa persona

Shirley Temple en una imagen de archivo.New York Daily News Archive

“Oye, tú, guapa”, “Qué bonita eres”, “Qué niña tan linda”. Son frases que utilizamos en el día a día para referirnos a las menores, y muchas veces no somos conscientes del impacto que esto puede causar en su crecimiento. “Elogiar solo cualidades que sean físicas puede tener efectos en el desarrollo de la autoestima de nuestras hijas”, explica la sexóloga y psicóloga general sanitaria en Centro TAP Ana Antelo Pousa.

La razón es que las niñas imitan lo que ven, y en la era de las redes sociales, lo que consumen en sus pantallas son hábitos obsesivos con la belleza y la perfección. Los estándares irreales que impone este culto al cuerpo y la presión social por lucir impecables tienen efectos en el desarrollo de las niñas, que cada vez más temprano se ven sometidas a esta presión. “En nuestra sociedad a las mujeres se les premia por estar guapas y canónicamente bellas desde cada vez más jóvenes”, asegura Antelo.

Iván Rotella es sexólogo y miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS), y asegura que la presión sobre el peso y el cuerpo normativo en las niñas es enorme desde pequeñas. “Vivimos en una sociedad basada casi exclusivamente en la imagen, y cada vez nos expresamos más solo de manera visual”, dice, y asegura que de esta forma se va inculcando una imposición de cuerpos delgados, medidas a veces casi imposibles, tallas irreales. “Ese bombardeo acaba siendo integrado socialmente sin tener en cuenta ni hacer explícita la diversidad de formas y cuerpos en todas las personas, con lo que el daño puede ser muy grande: problemas de autoestima, trastornos de alimentación, alteraciones en el deseo, en las relaciones”.

Diversos estudios que han surgido a raíz del movimiento #MeToo en EE UU han demostrado las consecuencias negativas de cosificar a las jóvenes. La investigación titulada: El impacto de la victimización por acoso sexual por parte de pares en la victimización y adaptación posterior de los adolescentes demuestra que muchas veces el acoso sexual incluye frases de elogio sobre el aspecto físico que pueden causar problemas de salud mental. Esto aumenta la posibilidad de sufrir trastornos alimentarios, autolesionarse y abusar de sustancias o tener ideas suicidas.

El acoso sexual se refiere a una conducta ofensiva que no se basa necesariamente en el deseo sexual. Algunos ejemplos de elogios que pueden ser considerados abuso sexual son: formas de contacto fisico no deseado, comentarios sobre el aspecto físico no solicitados como, por ejemplo, comentar si una está más o menos guapa por bajar o aumentar de peso, miradas lascivas y gestos relacionados con la sexualidad o petición de favores sexuales a cambio de ascensos en el trabajo.

“No todos los cumplidos son acoso, y comentar sobre el aspecto de otra persona no siempre es un abuso. Pero el punto es que puede serlo”, aclara la psicóloga sanitaria y docente de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) Zara Casañ, especialista en temas de género y disforia, quien explica que aunque llamemos guapas o bonitas a nuestras hijas haciendo un uso de un lenguaje positivo, estos son adjetivos abstractos que solemos relacionar con el aspecto físico de la persona. “No debería ser nada malo elogiar a nuestras hijas con estas palabras, pero deberíamos también resaltar otras cualidades como los diferentes y muy diversos tipos de inteligencia que tienen con el fin de fomentar su empoderamiento presente y futuro de la mejor manera”.

La psicóloga del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid Miriam González Pablo aclara que hay que cambiar el lenguaje “Si crecemos viéndonos como una sola cosa, como puede ser el ser bellas, cuando esa persona ya no se sienta guapa, entonces no va a saber quién es”, asegura.

El privilegio de la belleza

Para Antelo es una cuestión cultural. A las mujeres se les dice guapas, mientras que a los niños se los tilda de campeones. “No somos conscientes de que estamos poniendo toda nuestra atención en apelar al físico de las mujeres y reforzar estas características que solo tienen que ver con lo estético y la belleza”.

Este tipo de apelativos siempre han sido distintos para un género y para otro. Se ha estudiado además que puede acabar teniendo efectos en el desarrollo de la autoestima y el autoconcepto que tienen los niños y niñas a medida que van creciendo. “El lenguaje es una herramienta muy poderosa, también sobre cómo nos conceptualizamos y cómo nos vemos en el mundo”, aclara Antelo, y pone el ejemplo: “Cuando a una niña se le alaba por su belleza de manera continuada, va a aprender que uno de los valores que ella tiene como persona va a ser su belleza. Cuando a un niño lo alabamos por su inteligencia, va a aprender que una de las cosas valorables e importantes de su persona es la inteligencia”.

Al final, la forma en que los padres se refieren a sus hijos supone un refuerzo de lo que hacen, de lo que tienen y de lo que son. “Es importante que sepan que ser niños empáticos es algo bueno, de la misma manera que las niñas tienen que saber que además de ser guapas, también son fuertes, que también son inteligentes, que también pueden enfadarse. Y todo esto está muchas veces en el lenguaje, en cómo nos dirigimos hacia ellos”.

Si esto no sucede y las niñas crecen creyendo que su mayor atributo es su belleza, la idea puede generarles muchas dificultades con su aspecto físico. “Vemos cada vez más cómo los trastornos de la conducta alimenticia de insatisfacción corporal aparecen a edades más tempranas, porque a estas mujeres solo las valoraron desde pequeñas por su belleza física y es en lo único que se han enfocado”, dice la experta. En España, una de cada 20 mujeres entre 12 y 21 años sufren un trastorno de la conducta alimentaria, según la Asociación contra la anorexia y la bulimia (ACAB).

El perfil más común se da entre mujeres con edades comprendidas entre los 12 y 25 años. “La presión social de estar flaca a veces puede afectar mucho a la autoestima de las niñas en crecimiento, sobre todo las mujeres que tienen una personalidad muy perfeccionista y exigente”, afirma la psicóloga clínica y directora de la Fundación Fita, especialistas en salud mental, Raquel Linares.

“Esta presión por el cuerpo, por mostrar un cuerpo delgado, en el caso de las chicas, hace que muchas veces esta obsesión se lleve al extremo. Les empieza a condicionar la vida. Aunque hayas bajado de peso, sigues viéndote mal, entonces ahí hay que tener cuidado, porque puede ser que estés entrando en un trastorno alimentario”, explica Linares.

La psicóloga coincide con que en los últimos años, gracias al MeToo y al feminismo, mucha más gente es consciente del valor de las palabras en las niñas. “Necesitamos una educación feminista para poder cambiar el concepto cultural que se tiene. Tradicionalmente, se ha buscado mujeres valoradas por su belleza pero que sean tranquilas y sumisas a unos hombres fuertes, líderes y dominantes”.

La realidad es que muchas veces solemos hacer piropos sobre el físico de una persona porque es una forma rápida de alabanza. “Los tenemos muy a la mano y a veces no nos damos cuenta de que precisamente esas cosas más estéticas son las que menos valoramos de la gente a la que queremos”, dice Linares.

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