Controla a una persona en tiempo real. Es Halloween

En la Noche de Brujas, el MIT Media Lab da a internet el poder de decidir las acciones y movimientos de un humano en su lucha contra una malvada inteligencia artificial

MIT Media Lab / BeeMe

Que todo internet sea capaz de controlar la voluntad de un individuo de forma colectiva y con un objetivo común es algo que solo podía pasar en Halloween. Será a partir de las 11 de la noche de hoy (en horario del este, que equivale a las 4 de la mañana del 1 de noviembre en horario central europeo). Los artífices del conjuro son unos investigadores del laboratorio Cooperación Escalable del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

La clave para invocar al humano subyugado será “BeeMe”, un ju...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Que todo internet sea capaz de controlar la voluntad de un individuo de forma colectiva y con un objetivo común es algo que solo podía pasar en Halloween. Será a partir de las 11 de la noche de hoy (en horario del este, que equivale a las 4 de la mañana del 1 de noviembre en horario central europeo). Los artífices del conjuro son unos investigadores del laboratorio Cooperación Escalable del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

La clave para invocar al humano subyugado será “BeeMe”, un juego de palabras que alude a la coordinación en enjambre (“bee” significa “abeja” en inglés) y también a la invitación a ser otra persona (“be me” significa “sé yo”). A través del navegador, desde la dirección https://beeme.online, se podrá controlar a esta persona -un actor entrenado para la ocasión- mediante comandos simples de tipo “abrir la puerta” o “saltar por la ventana”. Cada acción será votada y el actor realizará la acción con más votos a favor.

Las acciones no se dirigirán al tuntún. Como todo juego que se precie, la meta es derrotar a un malvado villano, que en este caso es una inteligencia artificial llamada Zookd. “Ahora que los algoritmos toman una gran mayoría de decisiones por nosotros, un individuo renunciará por completo a su libre albedrío por un día para ser guiado por una gran multitud de usuarios en una búsqueda épica para derrotar a una IA malvada”, reza la descripción de este juego de realidad aumentada.

Pero este es solo un objetivo secundario. En realidad, lo que los investigadores del MIT Media Lab buscan es abrir conversaciones sobre privacidad, ética, entretenimiento e interacciones sociales. Explorar cómo se puede escalar el potencial humano por un objetivo común, revelar verdades ocultas sobre la sociedad digital rompiendo la llamada cuarta parte de internet y llevando la red a lo real.

“Ya sabemos que, cuando se le otorga el control, internet revela su naturaleza ‘troleadora’. ¿Puede esto revelar algo más profundo sobre el potencial de la multitud? Hasta el momento no sabemos si una masa de personas es capaz de mantener una meta en mente y ejecutar la secuencia correcta de acciones adecuada para lograrla”, comenta Niccolo Pescetelli, padre creador de BeeMe en el MIT. “El sueño -continúa- es diseñar herramientas que permitan a grandes colectivos controlar sobre la marcha sistemas complejos, con orientación a unos objetivos. Queremos abrir el camino a esta posibilidad”.

Más información

Otro de sus propósitos es alterar cómo se dan las interacciones digitales. Pescetelli critica que el entretenimiento online está perfectamente adaptado a gustos individuales y que en las redes sociales el enfoque está siempre en compartir las experiencias personales individuales con el mundo. “Parece que internet es incapaz de crear experiencias compartidas entre extraños. Me pregunto, como Cass Sunstein, si podemos crear un internet donde las personas vivan las mismas experiencias junto con desconocidos”, plantea el investigador.

BeeMe intenta romper la cuarta pared y devolver internet al espacio físico, sumando una capa de inteligencia colectiva. Que lo consiga o no, ya es otra cosa. Pescetelli contempla tres resultados igualmente probables: que la multitud consiga el objetivo dado, que se organice por sí misma y se proponga otro objetivo diferente o que actúe como pollo sin cabeza, saltando entre acciones sin sentido. “Desde un punto de vista científico, todos los resultados son extremadamente informativos”, afirma el investigador.

La historia se desarrollará en torno a varios puntos clave en el campus MIT (en Boston, EE.UU.) pero, en última instancia, será la multitud la que decida dónde debe ir y qué debe hacer el actor. ¿La única limitación? La conexión a internet y las fronteras de la ley.

 

Archivado En