Arkaitz Carracedo, investigador: “Si el cáncer no fuera una enfermedad, sería el mejor sistema para estudiar la evolución”
El experto dirige un grupo de investigación en el instituto CIC bioGUNE de Bizkaia, centrado en el estudio del metabolismo de los tumores y en por qué las células cancerosas se comportan como lo hacen
Arkatiz Carracedo (Bilbao, 44 años) no ha parado de hacerse preguntas desde que decidió dedicarse a investigar el cáncer. Estudió biología sanitaria en Madrid, donde un profesor le animó a seguir el camino de la investigación y, en concreto, a intentar etender por qué las células tumorales actúan como lo hacen. Esa y otras preguntas le llevaron, primero, al Hospital ...
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Arkatiz Carracedo (Bilbao, 44 años) no ha parado de hacerse preguntas desde que decidió dedicarse a investigar el cáncer. Estudió biología sanitaria en Madrid, donde un profesor le animó a seguir el camino de la investigación y, en concreto, a intentar etender por qué las células tumorales actúan como lo hacen. Esa y otras preguntas le llevaron, primero, al Hospital Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York y, después, a liderar su propio equipo en el instituto CIC BioGune, el centro de biotecnología situado en el Parque Tecnológico de Bizkaia (País Vasco). El grupo centra su estudio en el metabolismo del cáncer, en cómo operan las células cancerosas, qué rutas siguen dentro del organismo y cómo indetificarlas para desarrollar terapias.
Esta investigación le ha llevado a ganar el premio nacional de investigación para jóvenes en Biología en 2022, el premio Jóvenes Investigadores de Astra Zeneca en la categoría de Oncología el año pasado, una beca Starting Grant y luego una Consolidator Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC) o el premio Ramiro Carregal a Talentos Emergentes en Investigación Oncológica 2024, entre otros reconomientos. Carracedo atiende a EL PAÍS por videollamada y dice que los investigadores deben ser creativos y estar abiertos a responder una misma pregunta desde diferentes perspectivas. “Eso da lugar a investigaciones realmente innovadoras”.
P: ¿Qué es el metabolismo del cáncer?
R: Una célula normal del organismo, ya desarrollada, desempeña una función como lo hace un trabajador en una fábrica. El hígado se encarga de detoxificar, las células de la piel nos protegen, las del intestino filtran alimentos. Cuando las células, a través de los fallos que cometen al dividirse o por la acción de agentes externos que puedan aumentar la tasa de error y las mutaciones, se transforman en células cancerosas, cambian también su objetivo. Este empieza a ser dividirse, crecer y sobrevivir.
P: ¿Y esto qué implica?
R: Pensemos en cómo nos alimentamos en las diferentes fases de nuestra vida. Por ejemplo, una mujer de 30 años se puede alimentar según si hace deporte o no hace deporte, o de cuánto se mueva y la actividad física que tenga, para estar equilibrada. Sin embargo, una mujer embarazada probablemente esté comiendo lo mismo, quizá un poquito más en cantidad, pero su cuerpo está dirigiendo los alimentos a unas funciones totalmente distintas, que son generar biomasa, un nuevo organismo. Las células de cáncer también cambian su programa. Utilizan el alimento para, entre otras cosas, generar biomasa, lípidos, membrana, material genético, proteínas. Todo esto requiere que cambien las rutas por las que los alimentos se metabolizan.
Los metabolitos, que son las pequeñas moléculas [que surgen de las rutas metabólicas], sirven para muchas cosas más. Para remodelar el microambiente tumoral, por ejemplo. Como si nosotros usásemos el hormigón que tenemos para nuestras paredes en casa para asfaltar las calles. Van más allá de lo que necesitan para crecer, y lo utilizan para remodelar el entorno y que esto les ayude a sobrevivir mejor.
P: ¿Entender cómo funciona el metabolismo tumoral puede ser clave para desarrollar tratamientos?
R: Lo podemos ver en retrospectiva. Hace 100 años, un investigador llamado Otto Warburg descubrió que las células de cáncer utilizan mucho más azúcar que las normales. Esta es una observación original que, si la cuento, probablemente alguien dirá: ‘Muy bien, ¿y esto para qué sirve?’ Es lo que se llama investigación fundamental y la crítica suele ser que sí es conocimiento, pero ¿cuál es su aplicación? Gracias a esa observación, hoy tenemos una técnica de imagen que se utiliza en la clínica: inyectan azúcar marcado específicamente y ven cómo se distribuye en el cuerpo. Las células cancerosas, como tienen mucha más debilidad por el azúcar, brillan por encima de los tejidos normales y podemos ver dónde está el cáncer. Esto es muy importante para ver lesiones de metástasis, por ejemplo.
Todo lo que entendamos de cómo se alimentan las células tumorales nos puede servir para la detección del cáncer y de la misma manera, si sabemos qué carreteras usan las células de cáncer para llevar su mercancía y que contiene su alimento, podemos usar fármacos para bloquearlo y tener terapias más eficaces contra el tratamiento de la enfermedad.
P: ¿Y para prevenirlo?
R: Para prevenirlo tenemos que dar otro salto. Pensamos, bueno, el cáncer crece y va desarrollando unas herramientas, pero como crece en nuestro cuerpo está expuesto a todo lo que nuestro cuerpo está expuesto y nuestro contacto más estrecho con el entorno es la alimentación. Si la alimentación cambia, si tenemos una alimentación desequilibrada, una dieta muy alta en grasas que puede dar lugar a obesidad, diabetes, etcétera, todo esto hace que el cáncer viva en un entorno muy diferente. Se ha demostrado que estos cambios de hábitos de vida pueden influir sobre la agresividad que desarrolla la enfermedad.
Tenemos que entender cómo las células de cáncer se alimentan o cómo utilizan el metabolismo de una manera más general para mejorar la gestión de la enfermedad, diagnóstico, tratamiento, pronóstico y, además, cómo nuestros hábitos de vida influyen sobre el desarrollo y la agresividad del cáncer y la respuesta a tratamientos para hacer políticas de prevención.
P: Los factores externos influyen en el metabolismo del cáncer, en esas rutas que utiliza dentro del cuerpo para crecer.
R: No solo en el metabolismo del cáncer, sino en todo lo que le rodea. Los factores los conocemos bien, asociados al desarrollo de la enfermedad, como el tabaco o el alcohol, y cambian, por ejemplo, cómo nuestro sistema inmune es capaz de defenderse de un cáncer. El sistema inmune reconoce las células cancerosas y las ataca y las elimina. Por eso, las personas que tienen una inmunosupresión, ya sea por un fármaco o por un virus, como el virus del VIH, tienen más propensión a tener cáncer. Están más expuestos, tienen menos defensas. Todos los factores del entorno que hagan que nuestro sistema inmune sea más torpe, dan una ventaja al cáncer.
P: ¿Se ha avanzado en descifrar cómo funcionan las células cancerosas o siguen siendo grandes desconocidas?
R: Hemos avanzado mucho. Si estuviéramos hablando del antiguo Egipto, podemos decir que estamos empezando a tener un buen catálogo del idioma y de la cultura, pero todavía no sabemos exactamente los detalles de cómo se unen todas las líneas. Tenemos un catálogo de alteraciones que existen en cáncer a través del abaratamiento y de la implementación de las tecnologías más avanzadas, como la secuenciación. Pero no sabemos exactamente cómo anticiparnos a la enfermedad, cómo hacer el diagnóstico temprano, cómo personalizar el tratamiento para asegurar que los fármacos seean los que mejor le van a funcionar [a un paciente]. Lo estamos aprendiendo y cada paso que se da en esta dirección es un salto cualitativo.
P: ¿En qué punto estamos?
R: Hace 50 años, uno de cada cuatro pacientes diagnosticados con cáncer no vivía más de cinco años y hoy la supervivencia a cinco años está en torno a más del 50%. Ese paso a paso ha tenido un impacto en la supervivencia del cáncer tremenda, con el avance de las tecnologías, por ejemplo, que permiten detectar trazas del cáncer en la sangre [lo que se llama biopsia líquida] o de educar nuestro sistema inmune para que sea capaz de encontrar el cáncer como un perro sabueso. Todo esto hace que los cánceres sean más curables, pero seguimos teniendo grandes retos. Hay cánceres de los que sabemos poco, que se diagnostican tarde o que no son fácilmente operables: el de pulmón, de páncreas o del cerebro. Por una razón o por otra, no tenemos todas las herramientas para dar un avance significativo todavía.
P: ¿Cuál cree que es el siguiente gran hito en la investigación contra el cáncer?
R: Hay diferentes direccines en las que se está avanzando de un modo muy significativo. Un ejemplo, los tratamientos de precisión, el que las tecnologías más punteras de secuenciación estén cada vez más al alcance de los sistemas de salud para que se implementen. Esto nos va a permitir que la personalización que se hace de los tratamientos vaya más allá de análisis superficiales o puntuales y que en vez de ver sólo la portada del libro podamos leer todos los capítulos.
P: ¿Es posible, estudiando las rutas metabólicas del cáncer, entrenar al sistema inmune para que identifique las células tumorales?
R: Primero, debemos estratificar mejor, esto es, separar mejor a los pacientes. Luego, entrenar mucho mejor al sistema inmune para que ataque el tumor. Y esto se está haciendo de diferentes maneras. El cáncer desarrolla herramientas para hacerse invisible frente al sistema inmune. Los tratamientos de inmunoterapia lo que hacen es despertar al sistema inmune para que ataque al tumor. Esto es algo que ya está en la clínica y que está haciendo que cánceres que eran intratables, que habían fracasado a todos los regímenes de tratamiento, estén respondiendo. Pero todavía no sabemos tan bien quién va a responder y quién no. Sabemos que un tercio de los pacientes tratados con estos fármacos responden.
Lo que también se está haciendo es sacar células de la sangre del paciente y, sabiendo qué características tiene un tumor, alterar esas células para que sean capaces de identificar el cáncer. Es como darles un GPS de cómo y dónde está el tumor y volver a inyectarlas en el paciente. Esto es muy personalizado, pero está teniendo buenos resultados. La última pata es la biopsia líquida, definir en la sangre marcadores más tempranos del cáncer, de manera que se pueda hacer este diagnóstico precoz.
P: ¿Considera que es un buen momento para la investigación del cáncer en España?
R: Es un buen momento porque tenemos una generación con un talento tremendo. Tenemos una gente súper bien formada, gente joven que viene con ideas innovadoras y que, a pesar de la pobre financiación que todavía hay con respecto a otros países, está consiguiendo establecer unas líneas de investigación muy competitivas. Lo que va a marcar la diferencia es si esta gente se puede desarrollar en toda su capacidad.
P: ¿Qué hace falta para ello?
R: Una inversión estratégica a largo plazo, sólida, que piense en generar conocimiento y que el conocimiento genere innovación. No es generar innovación directamente. Hay que nutrir la carrera investigadora, que ahora mismo está sobresimplificada. Es como si tú trabajas para un periódico y el objetivo de todos tus compañeros fuera ser director del periódico. Tenemos que tener gente formada y excelente en todos los desarrollos profesionales. Esto en ciencia todavía no está suficientemente reforzado.
P: ¿Cuál es la principal pregunta que está intentando responder con su investigación?
R: Si tuviera que aglomerar todas las preguntas que hacemos en una sola, sería: ¿cómo consigue la célula del cáncer las herramientas de nuestro organismo para avanzar a lo largo de la enfermedad? Es como si pensamos que a cada uno de nosotros nos dieran una herramienta diferente y el cáncer fuera capaz de entrar en el taller y hacer uso de todas ellas. Utiliza programas de células embrionarias, de células de la placenta, de células inmunes. Va pirateando todo el sistema para poder hacerse paso. Una de las cosas más fascinantes es que si el cáncer no fuera una enfermedad, sería el mejor sistema experimental para estudiar la evolución, porque es un ejemplo de cómo la selección natural se va abriendo paso.