Nuevas maneras de entender y practicar la arquitectura
La filosofía del ‘Do-It-Together’ es una alternativa para afrontar los retos sociales y ecológicos de nuestro tiempo. Si las comunidades no pueden pagar el precio del mercado, ¿por qué no sustituir los materiales industriales por locales o cambiar a los consultores externos por socios alineados con nuestra causa?
Poco a poco, la disciplina de la arquitectura está desafiando la manera tradicional de construir y van surgiendo nuevas técnicas, asociaciones y relaciones donde la práctica y el conocimiento se llevan a comunidades que antes no tenían acceso a servicios profesionales. Es decir, existe una alternativa que convierte las relaciones transaccionales con los clientes en colaboraciones más profundas y basadas en la confianza. Lo que llamamos arquitectura Do-It-Together (DIT). En español: “Hacerlo juntos”.
Esta categoría se define como un campo experimental en el que lo moderno se encuentra con lo tradicional, la figura del profesional con la del autodidacta, lo formal con lo vernáculo… En ella se reúnen habilidades, antecedentes históricos y culturales, conocimientos técnicos y experiencias de vida.
Hoy por hoy, la arquitectura profesional y la auto-construcción parecen dos prácticas que, a pesar de tener muchas características comunes, van en direcciones opuestas. La primera se desarrolla en distintas especializaciones, y, a medida que se vuelve más específica y técnica, se aleja de las necesidades básicas de la gente. Y es que este mundo está organizado por funciones y responsabilidades establecidas: clientes, diseñadores, asesores, gestores y contratistas que colaboran según los contratos y los medios financieros.
Cuando se trata de colaborar y hacer proyectos tanto arquitectónicos como urbanos junto con comunidades vulnerables, es cuando la disciplina se vuelve un tanto ambigua, puesto que la práctica profesional aún se enseña y se entiende para servir principalmente a atender las necesidades de un público con recursos.
Pero no son pocos los arquitectos y profesionales que se han esforzado por lograr grandes cambios. En las últimas décadas, Architecture for Humanity (cerrada en 2015) y la red Design With The Other 90% han allanado, sin duda, el camino de la arquitectura humanitaria. También el premio y la defensa de la Fundación Curry Stone y la Fundación Aga Khan han seguido llamando la atención del público sobre nuevas prácticas sociales. De la misma manera, la agencia holandesa Architecture in Development lo ha difundido aún y ha alimentado una red mundial de profesionales multi-disciplinares que buscan oportunidades y nuevas maneras de colaboración.
En los últimos diez años hemos visto surgir esta nueva arquitectura del Do-It-Together desde Venezuela hasta el Reino Unido, desde los Países Bajos hasta Bangladés, donde grupos de arquitectos (a menudo colectivos multidisciplinares), ofrecen sus servicios y conocimientos para promover un cambio positivo en el entorno.
Pero, ¿qué hay detrás de este cambio?
Desde hace una década, las plataformas sociales de financiación y de colaboración han florecido y han permitido la creación de más contenidos generados por los usuarios. La tecnología digital no solo proporciona nuevas infraestructuras en línea, sino que también inspira nuevas formas de aprendizaje, colaboración y organización. Con esta nueva manera de entender y hacer la arquitectura DIT, se desbloquean conocimientos y recursos que, hace años, eran inaccesibles en el caso de las prácticas populares. Además, esta desafía el sistema existente, ya que rompe la clásica relación diseñador-cliente y añade valor a los nuevos modos de construir.
Otra característica importante es que esta disciplina subvierte la jerarquía productor-consumidor: si las comunidades no pueden pagar el precio del mercado, ¿por qué no buscar otras nuevas maneras de utilizar nuestros recursos y responsabilidades? Por ejemplo, sustituir los materiales industriales por los de origen local, sustituir a los consultores externos por socios alineados con nuestra causa...
Frente a los grandes retos sociales, humanitarios y ecológicos de un mundo que se globaliza rápidamente, la arquitectura del Do-It-Together puede ser una razón y una respuesta para quienes buscan nuevos significados, así como valores de unión y sentido del lugar.
Por esto, es fundamental plantearse: ¿puede la arquitectura DIT ampliarse para influir no solo en las comunidades vulnerables? ¿Puede esta hacer frente a los apremiantes retos sociales y ecológicos de nuestro tiempo?
Una posible respuesta sería llevar el entendimiento y puesta en práctica al siguiente nivel, estableciendo la infraestructura digital para facilitar la colaboración entre constructores, autodidactas, profesionales, ONG, empresas y gobiernos locales. Esta labor ya la ha empezado a gestar Architecture in Development; una agencia que celebra sus 10 años de creación y que reúne talentos, habilidades y recursos diversificados en un único espacio virtual con el fin de acercar actores que, de otro modo, no tendrían acceso al intercambio de saberes y recursos.