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Cebos humanos para acabar con las moscas que causan la ceguera en Nigeria

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 99% de las personas infectadas viven en África y Yemen y cerca de 250 millones de personas necesitan tomar un tratamiento preventivo para no contagiarse

En la remota aldea de Nindama, dentro del Estado de Nasarawa (Nigeria), Yahaya Umar, de 50 años, recuerda con gran claridad el trabajo más peculiar que ha tenido que realizar: cazador de moscas. Cada mañana, al despuntar el día, se sentaba a la orilla de un arroyo junto a otros voluntarios de la comunidad. Se arremangaban los pantalones, exponían sus piernas desnudas y aguardaban a que las moscas negras se posaran sobre su piel. En el instante justo antes de la picadura, tal y como les habían enseñado trabajadores sanitarios, atrapaban a los insectos con pequeños tubos de laboratorio para analizar si eran portadores del parásito Onchocerca volvulus, que transmite la oncocercosis, también conocida como ceguera de los ríos.

“Nos destapábamos la parte inferior de las piernas y, cuando iban a picarnos, las atrapábamos. Cada sesión duraba varios minutos y descansábamos solo un poco antes de la siguiente”, relata Umar. Durante los meses en los que se desarrolló una de las últimas campañas realizadas en Nigeria, —de junio a octubre, la temporada alta de picaduras—, él y sus compañeros repitieron este ritual cuatro días al mes. Conservaban después cada insecto en isopropanol, cuidadosamente etiquetado con la fecha y el lugar de captura, antes de enviarlo al laboratorio de Jos. El objetivo era comprobar si en esa zona, donde durante años se había administrado a la población ivermectina, la transmisión de la enfermedad se había interrumpido, requisito indispensable para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) decrete la desaparición de la enfermedad y se pueda dejar de suministrar el medicamento. Solo en los Estados de Nasarawa y Plateau se recogieron 44.208 ejemplares, cuyo análisis permitió certificar que estas regiones estaban libres de oncocercosis.

Nos destapábamos la parte inferior de las piernas y, cuando iban a picarnos, las atrapábamos
Yahaya Umar, cazador de moscas

El parásito que provoca la ceguera de los ríos penetra en los seres humanos por la picadura de la mosca negra Simulium damnosum, que puede puede portar el parásito y que se reproduce en ríos y arroyos de curso rápido. Los gusanos inmaduros entran en el cuerpo y entonces se transforman en larvas y se instalan bajo la piel. Estas microfilarias pueden migrar a los ojos, en los que causan un picor intenso, dermatitis y, en los casos graves, ceguera irreversible. Solo en Nigeria, que está en el epicentro de la lucha contra la onocercosis con más de tres décadas de campañas para administrar ivermectina, hay registrados aproximadamente 120.000 casos de ceguera a causa de esta enfermedad.

Por eso el de Umar era un trabajo arriesgado. Al final de cada jornada él y sus compañeros recibían una dosis de 150 miligramos de ivermectina como precaución, por si alguna de las moscas los picaban y eran portadoras del parásito.

Gracias a la paciencia y resistencia de estos “cazadores de moscas”, y al análisis de decenas de miles de ejemplares, la OMS ha podido certificar en los últimos años el fin de la transmisión en 10 Estados del país además de en Nasarawa y Plateau, según Babatunde Adewale, director de investigación del Instituto Nigeriano de Investigaciones Médicas.

Pero la batalla aún “no está ganada”, recuerda Adewale. “Ya no solo nos estamos limitando a controlar la enfermedad; tenemos a nuestro alcance poder eliminarla de aquí a 2030, de forma que Nigeria sea declarada libre de oncocercosis”, aseguró en una rueda de prensa reciente. Aunque más de 37 millones de nigerianos han recibido tratamiento, aproximadamente 43 millones siguen en riesgo de padecer la enfermedad, lo que pone de manifiesto la importancia de una de las campañas de salud pública más prolongadas del país, que todavía sigue necesitando de los cazadores de moscas.

La batalla aún “no está ganada”
Babatunde Adewale, director del Instituto Nigeriano de Investigaciones Médicas

Según la OMS, el 99% de las personas infectadas viven en África y Yemen y el 1% restante en la frontera entre Brasil y Venezuela. En las dos últimas décadas, la administración masiva de medicamentos con ivermectina ha reducido drásticamente la transmisión en todo el mundo.

Varios países han logrado enormes progresos. En América, hace más de 10 años que se declaró eliminada la ceguera de los ríos en México, Guatemala, Ecuador y Colombia. En África, en 2025, Níger ha sido el primer país en el que la OMS ha certificado la desaparición de la enfermedad. Otros, como Senegal, han superado la fase de tratamiento y han entrado en la de vigilancia posterior al tratamiento.

En América, hace más de 10 años que se declaró eliminada la ceguera de los ríos en México, Guatemala, Ecuador y Colombia

Sin embargo, las cifras muestran por qué es fundamental mantener esa observación. Según los últimos datos de la OMS, 249,5 millones de personas seguían necesitando tratamiento preventivo en 2023, aunque la cifra disminuye de forma constante.

Ciencia y ética

El método humano para cazar moscas sigue siendo considerado el más fiable, aunque plantea dilemas éticos. “La OMS sostiene que capturar los insectos cuando van a posarse en una persona es el método ideal, porque las moscas negras se sienten atraídas por el sudor y el aliento humanos”, explica a EL PAÍS el profesor Gideon Amuga, zoólogo de la Universidad Estatal de Nasarawa. “Pero es un método que suscita preocupaciones éticas y por eso se están probando alternativas como la trampa Esperanza o nuevos métodos de atracción por el color”, continúa Amuga.

El doctor alude a la trampa Esperanza Window Trap, un dispositivo diseñado para atraer a las moscas con dióxido de carbono elaborado a partir de azúcar y levadura, para imitar el aliento humano. Después se mezcla con ropa sucia para reproducir el olor corporal. Las moscas que se posan en la trampa quedan atrapadas en una superficie recubierta de pegamento y así es posible recolectarlas de forma segura.

Aunque esta trampa ha tenido éxito en Latinoamérica, en África subsahariana los resultados han sido ambiguos, por lo que, de momento, los cazadores de moscas humanos siguen siendo indispensables. En Nigeria, varias ONG como The Carter Center, con el apoyo de Merck & Co. Inc., siguen financiando las fases de vigilancia, la distribución de medicamentos y la educación sanitaria.

Otros grupos, como Sightsavers, tienen equipos de voluntarios que trabajan en Estados como Kwara, donde aún no se ha confirmado la eliminación de la enfermedad. Estos voluntarios también ayudan a capturar moscas negras para recopilar datos, un trabajo por el que reciben un estipendio mensual de alrededor de 10.000 nairas, unos 6,50 dólares, según un reportaje de The Guardian; una cantidad simbólica para una labor que es fundamental en la erradicación de una enfermedad que causa daños desde hace siglos.

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