La lucha contra el VIH ya no es un reto de la ciencia, sino de equidad

Unas 4.000 niñas y mujeres jóvenes en el mundo siguen infectándose de VIH cada semana, principalmente en África subsahariana

Mujeres de entre 15 y 24 años en una sesión informativa sobre prevención de VIH, donde también se hicieron pruebas del sida, en Toumodi (Costa de Marfil).Photo © J.B. Russell/Panos Pict

Cada paso que demos hoy en la lucha contra el VIH va a ser laborioso: debemos presionar más para avanzar. Los profesionales de este virus se reúnen esta semana en Yaundé (Camerún) con motivo de AFRAVIH, la mayor conferencia internacional francófona sobre el VIH/sida. En los primeros años de la lucha contra este virus, nuestros avances fueron a menudo rápidos e inmensos porque, miraras donde miraras, había grandes necesidades. Fueron tiempos devastadores: la enfermedad mató a tres millones de personas en el año 2000, más de 2,4 millones de ellas en África. En el extremo sur del continente, de donde soy, la enfermedad amenazaba con desintegrar el tejido social.

Cuando el mundo se unió para formar asociaciones como la del Fondo Mundial de Lucha contra el sida, la Tuberculosis y la Malaria y el PEPFAR, desafió la injusticia de que solo los ricos pudieran recibir tratamiento contra el VIH. Fue para frenar la posibilidad de perder a una generación de personas en muchos países de ingresos bajos y medios, así como a quienes eran estigmatizados y discriminados por ser considerados diferentes.

Hemos recorrido un largo camino: de menos de 50.000 personas en tratamiento contra el VIH en África en el año 2000 a más de 20 millones en la actualidad

Me enorgullece decir que desde entonces hemos recorrido un largo camino. De menos de 50.000 personas en tratamiento contra el VIH en África en el año 2000 a más de 20 millones en la actualidad, las innovaciones en materia de prevención del VIH han proliferado, reduciendo drásticamente las infecciones por el virus. Sin embargo, más de 1,3 millones de personas se infectaron por el virus en 2022 en todo el mundo.

Estas infecciones se producen ahora principalmente entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, personas que se inyectan drogas, mujeres trans y trabajadores del sexo. Además, sus voces son cada vez más silenciadas y se encuentran bajo la amenaza constante de la violencia y el abuso, ya que la legislación discriminatoria dirigida contra las personas LGBTI está surgiendo en todo el mundo. Entre estos grupos, los jóvenes de 15 a 24 años soportan una carga desproporcionada de VIH y son aún más vulnerables, ya que se enfrentan a mayores barreras para acceder a los servicios sanitarios.

La lucha contra el VIH ya no es un reto de la ciencia, sino de la equidad. Para que volvamos a acelerar los avances, debemos recuperar ese firme espíritu de equidad que nos animó hace dos décadas. Eso significa centrarnos en las comunidades más afectadas por el VIH. En África, centrarse en los adolescentes de ambos sexos es un imperativo urgente.

En África, centrarse en los adolescentes de ambos sexos es un imperativo urgente

Aunque la incidencia del VIH entre las adolescentes y las mujeres jóvenes ha disminuido enormemente en la última década, 4.000 niñas y mujeres jóvenes siguen infectándose por el VIH cada semana en todo el mundo, principalmente en el África subsahariana. Esto es inaceptable. Este grupo sigue sufriendo las condiciones más inicuas de todas, con injusticias estructurales que las predisponen a las enfermedades.

Si queremos prevenir las infecciones por VIH entre esta población, debemos reunir a diversos socios para invertir en esfuerzos a largo plazo para mantener a las niñas en las escuelas. La educación convierte a las niñas en mujeres con la posibilidad de una mayor igualdad de oportunidades, y las protege de enfermedades como el VIH. Las niñas educadas registran tasas más bajas de embarazos adolescentes, violencia sexual, matrimonios precoces y, en última instancia, menos infecciones por el VIH. También debemos acelerar las inversiones en programas que apoyen la salud y los derechos sexuales y reproductivos integrales, especialmente para las adolescentes y las mujeres jóvenes.

Y debemos asegurarnos de que las mujeres jóvenes y las niñas estén en el centro de los proyectos que buscan su participación. Estos son algunos de los objetivos que la asociación del Fondo Mundial trata de alcanzar con proyectos como Voix EssentiELLES y el Fondo HER Voice, que se esfuerzan por implicar de manera significativa a las mujeres jóvenes y las niñas en los programas de salud clave y en los foros de toma de decisiones de sus comunidades.

Las niñas educadas registran tasas más bajas de embarazos adolescentes, violencia sexual, matrimonios precoces y, en última instancia, menos infecciones por el VIH

Para acabar con las infecciones por VIH entre las mujeres jóvenes y las niñas, también debemos reducir las infecciones entre sus parejas sexuales. Esto significa invertir en esfuerzos para transformar las normas culturales y sociales que predisponen a los hombres y los niños al VIH y que determinan su relación con las niñas y las mujeres en sus comunidades. También significa que los hombres con alto riesgo de infección por el VIH se sometan a pruebas y reciban apoyo para iniciar y mantener el tratamiento. Proteger a los hombres y niños heterosexuales del VIH también puede ayudar a proteger a las mujeres y niñas.

Se trata de renovar nuestro enfoque en la promoción de la equidad. Sabemos cómo hacerlo. Lo hicimos en el cambio de milenio con nuestro impulso a la equidad en el tratamiento del VIH. Faltan tres meses para la 25ª Conferencia Internacional sobre el sida de Múnich. Avancemos ahora y pongamos fin a esta lucha inacabada, reduciendo las infecciones por el VIH entre los grupos más afectados. Para conseguirlo, podemos reenergizarnos con los objetivos y el espíritu inquebrantable de aquellos años dorados de progreso en la lucha contra el VIH.

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