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Enchaquirados, las pescadoras trans de Ecuador

Al menos 27 personas LGTB fueron asesinadas en Ecuador este año, según un informe de la organización Silueta X. En un pueblo de la región costeña de Guayaquil, algunas mujeres han encontrado un refugio en el que vivir y trabajar libres

Vicky posa para un retrato en el salón de su casa en Puerto Engabao, este 1 de octubre. Engabao es una pequeña localidad costera (unos 4.000 habitantes) en el sur de Ecuador, en la provincia de Guayas, que vive principalmente del turismo y la pesca. Aquí, algunas vecinas como Vicky, que se identifican como mujeres transexuales, como personas no binarias o como travestis, se han reapropiado del término enchaquirados, que definía a sirvientes transexuales del cacique Tumbalá, destinados a tareas sexuales y religiosas durante la era precolombina.
Vicky muestra sus collares, un guiño a los enchaquirados precolombinos, que, según algunos historiadores, solían engalanarse con muchas joyas. De familia de tradición pescadora, Vicky trabajó durante años en el mismo oficio, hasta que una enfermedad le impidió seguir. "Cuando una trabaja como pescadora no se trasviste, en mi caso lo hacía cuando acababa de trabajar", explica.
Vicky, Eliss y Joelis en la tienda que ahora regenta Vicky en la playa de Puerto Engabao, este 1 de octubre. Este pueblo se ha convertido en refugio para ellas. “Ser una persona trans en Ecuador en la actualidad es fácil, pero antes no", afirma Vicky. "Hoy en día todas nos vestimos como nos apetece, incluso hay leyes que nos amparan. Además, nos ayudamos entre nosotras”. La Constitución de Ecuador del 2008 consagra la igualdad y no discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género, y las parejas del mismo sexo se pueden casar en el país latinoamericano. Pero 27 personas LGTB han sido asesinadas en Ecuador en lo que va de año, según un informe de la organización Silueta X.
Eliss y Agapito posan para un retrato. Eliss (izquierda) es una mujer transexual que vive en la comuna de Engabao y que ha pasado toda su vida trabajando como pescadora. Agapito (derecha) actualmente se identifica como hombre y trabaja en la pesca. Junto a otras 20 personas, forman parte de la organización Diversidad LGTBI de la localidad. "Hay personas que aún siguen sumisas aquí, y este colectivo intenta darles apoyo y a que salgan del 'closet' (armario) sin que se sientan marginadas”, señala Eliss.
Vicky, que observa desde la ventana de su tienda los botes de pesca, calcula que alrededor de 30 personas transexuales trabajan actualmente como pescadoras en Engabao. La tasa de desempleo en personas transexuales en Ecuador es del 38%, según un estudio hecho en 2021 llamado 'Encuesta para identificar vulnerabilidades en la población LGBTIQ+', en el que colaboraron organizaciones como Fundación Mujer&Mujer, el Consejo Nacional para la Igualdad de Género y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés). El porcentaje en el caso de personas travestis es aún más alto: del 83%.
“Cuando trabajaba en una empacadora procesando camarón, los compañeros me llamaban por el nombre que me pusieron mis padres y no por el que yo me siento identificada como mujer", cuenta Eliss. "Eso era solo el principio, porque después venía el 'bullying' por vestirme y sentirme mujer”. En 2016 la ley ecuatoriana reconoció a las personas trans el derecho cambiar de nombre y de género en el registro civil.
Fotografías antiguas en las que se puede ver a Agapito y Vicky de jóvenes. “Antes de unirnos como mujeres del colectivo trans, en Engabao la gente no nos respetaba", recuerda Eliss. "Nos miraban mal por vestirnos de mujer y nos sentíamos discriminadas. Desde hace un tiempo y después de formar nuestro colectivo, la gente ya nos empezó a aceptar, pero ha sido un camino largo.”
Agapito carga un bidón de gasolina para salir a faenar. Desde que conoció a su mujer hace años, ya no se viste con ropa tradicionalmente femenina. A la mayoría de niños en Engabao los padres les enseñan desde pequeños el oficio de la pesca del camarón, una de las pocas salidas profesionales que hay en la zona, un trabajo duro en condiciones de calor extremo y durante largas jornadas.
Agapito prepara la embarcación junto al patrón este 2 de octubre. En un buen día, un pescador puede ganar entre 30 y 50 dólares (28 y 46 euros), aunque eso no es lo común: muchas veces volverá a tierra habiendo pescado muy poco. Además, algunos pescadores se quejan de las cada vez más frecuentes “vacunas”, extorsiones que los patrones tienen que pagar a organizaciones criminales para poder faenar en el mar.