Las crisis globales ponen en vilo la transición verde de los países en desarrollo, según la ONU
Solo el 20% de los 95 Estados analizados en un informe del organismo han logrado reducir los niveles de pobreza desde 2019, agudizada por la pandemia, la deuda y al guerra de Ucrania
Tres años de crisis simultáneas, tras la pandemia de covid-19, la guerra en Ucrania y la grave crisis de deuda, han obligado a la mayoría de países en desarrollo a renunciar o recortar las inversiones para transitar hacia energías más verdes o en protección social. Esta es la conclusión del último informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), hecho público este martes, según el cual, el 75% de los 95 Estados en desarrollo analizados han aumentado desde 2019 sus emisiones de carbono —38 de ellos en hasta un 10%— y solo uno de cada cinco ha logrado reducir los niveles de pobreza. “Los países están atrapados por la presión constante de buscar el crecimiento económico a toda costa”, especialmente en una situación de “estrictas restricciones fiscales y financieras”, sostiene la investigación, que analiza el progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que deberían alcanzarse en 2030 para erradicar la pobreza y proteger el planeta.
“El desarrollo que queremos, impulsado por el desarrollo humano, el crecimiento económico sostenible y la innovación continua, es frecuentemente rehén del crecimiento que obtenemos impulsado por los combustibles fósiles, la extracción de minerales, los altos precios de las materias primas y la deuda insostenible”, alertó Achim Steiner, administrador del PNUD, durante la presentación del informe. El aviso llega una semana antes de que comience la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, que se celebrará los días 18 y 19 de septiembre en Nueva York. En ella, el PNUD asegura que instará a una “acción internacional para lograr un crecimiento económico ambientalmente sostenible e inclusivo”. “Esto no se logrará mediante una economía de goteo ni una solución rápida: requerirá una revisión de la arquitectura financiera internacional y de las políticas internas para permitir a los países alinear mejor sus recursos fiscales y financieros con los ODS”, añadió Steiner.
El crecimiento apoyado en combustibles fósiles sigue siendo palpable en los países en desarrollo. En Estados como Mongolia, la República Democrática del Congo o Tayikistán las emisiones de gases tóxicos están aumentando en tasas anuales que oscilan entre el 11,5% y el 12%, según los datos del PNUD. En otros, como Sri Lanka, Malaui o Namibia los incrementos son mucho más reducidos, por debajo del 1%.
Los índices de pobreza tampoco han mejorado. En el 80% de los 95 países analizados, la tasa de pobreza ha aumentado o se ha mantenido. Algunos de los ejemplos más dramáticos son los de Haití, Chad o Gambia, donde el porcentaje de la población que vive bajo el umbral de pobreza, con menos de 2,15 dólares (unos dos euros) al día, ha aumentado en más de 5%. “En 2015 [año en que la ONU aprobó los ODS] no teníamos en mente la pandemia, las guerras o un mundo en el que los mercados financieros se encontraran en una situación como la actual”, señaló Steiner para subrayar la dificultad de alcanzar en 2030 las metas para construir un mundo más próspero y sostenible.
Las economías invertirán 2,3 veces más en la deuda que en asistencia social y 1,4 veces más que los gastos en salud
La excesiva deuda es, según el PNUD, uno de los grandes obstáculos en la consecución de los ODS. En 2022, “los países en desarrollo pagaron 400.000 millones de dólares [373.295 millones de euros] en intereses de la deuda pública”, mientras que recibieron 473.000 millones de dólares en créditos de distintos organismos internacionales, recordó Steiner. Un total de “52 economías en desarrollo se encuentran en sobreendeudamiento o en riesgo de tener un alto nivel de endeudamiento”, alerta el organismo, que advierte que, si las previsiones no cambian, “50 países gastarán más del 10% de sus ingresos en pagar sus deudas este año”. El resultado de esta elección es que “las economías invertirán 2,3 veces más en la deuda que en asistencia social y 1,4 veces más que en los gastos en salud”, según los datos globales de la agencia de la ONU.
La situación es especialmente grave en países donde la deuda supera el 100% del PIB, como en Sri Lanka (117,7%), Zambia (110,8%) y Maldivas (108,9%). Además, “Sri Lanka, Ghana y Zambia han incumplido el pago de sus deudas y, por tanto, han perdido el acceso a los mercados internacionales de capital”, recuerda el PNUD.
Soluciones
Sin embargo, la agencia de la ONU ve un hilo de esperanza y rechaza que no exista una “solución intermedia entre pobreza y clima”, tal y como demuestran los ejemplos de algunos países, aunque para ello es necesaria la “eficacia institucional, sistemas de justicia que funcionen y una gobernanza sólida”. De hecho, el informe, que analiza individualmente cada país en desarrollo, pretende ser “un manual” de políticas que contribuyen a combatir la pobreza y construir un mundo más justo. “Al centrarse en lo que está sucediendo a nivel nacional, nuestro análisis revela que las prioridades nacionales de los gobiernos, como empleos, infraestructura, ciudades e instituciones, pueden impulsar un realineamiento más amplio del progreso social, ambiental y económico; pero para hacerlo, estas prioridades deben vincularse con combinaciones específicas de ODS”, destaca Laurel Patterson, directora de Integración de los ODS del PNUD. Esta elección de políticas que propicien el desarrollo sostenible es lo que “podría cambiar los patrones de crecimiento”.
El organismo destaca casos como los de Egipto y Zambia, que han puesto en el centro de sus políticas el “trabajo decente”, una prioridad para el desarrollo y objetivo de la Agenda 2030, con políticas como “la promoción de la inclusión, el empoderamiento de los jóvenes o la creación de oportunidades para las mujeres”. Estas iniciativas, según la agencia de la ONU, tienen impacto a su vez en otros ODS, como el fin de la pobreza, la igualdad de género o la reducción de las desigualdades.
Lo mismo ocurre con la apuesta por “infraestructuras resilientes y ciudades sostenibles”, especialmente en las regiones de Asia y el Pacífico, donde las políticas aplicadas tienen también impacto en otros objetivos como el clima. Un ejemplo es Bután, que para combatir una rápida urbanización que exacerba el riesgo para las poblaciones de sufrir fenómenos meteorológicos severos, ha optado por el desarrollo de ciudades sostenibles, con “una planificación urbana sensible al clima e inversiones en infraestructuras verdes”. “Este enfoque proporciona beneficios para todos en materia de pobreza y clima”, aplaude el PNUD.
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