“Me gusta ser kamikaze”: el humor en serio de Natalia Valdebenito
La comediante más famosa de Chile seduce o levanta ampollas con incisivos monólogos en los que defiende los derechos de la mujer, vapulea a políticos y manosea los tabúes más sagrados. No morderse la lengua le cierra puertas, pero también se ha convertido en su sello personal
Es difícil saber qué va primero: la comedia o el feminismo, el humor irreverente o la crítica a bocajarro. A Natalia Valdebenito (Santiago, 43 años) también le cuesta separarlos. Lleva años haciendo reír en un país donde ser cómica era hasta hace poco un coto de hombres. Cuando sube a un escenario, mete el dedo, con una dosis bien calculada de ironía, vulgaridad y malicia, donde más le duele a Chile: dictadura, abusos sexuales, impunidad, religión, ley del aborto, derecho a no tener hijos... Frente a ella, los términos medios son imposibles. Bastan unos minutos de su espectáculo El especial en Netflix para darse cuenta: los chistes sobre la obsesión chilena por el fútbol se mezclan con “vaginas sonrientes” y “penes sin sentido del humor” y con una retahíla de provocaciones: “Démonos con un canto en los dientes si un hombre no nos pega”, “la marihuana no es tan mala como dicen”, “el machismo inventó que todos los hombres son sementales”.
En las distancias cortas, tomando café en un hotel del centro de Madrid mientras prepara un nuevo proyecto profesional en España, es otra. No pierde aplomo ni energía, pero se despoja del personaje después de días convulsos, en los que se ha visto en el ojo del huracán en Chile por criticar en una actuación al director de cine Nicolás López, condenado por abusos sexuales, pero cuya pena fue rebajada.
Pregunta. Dice y repite que no está dispuesta a callarse por caer bien a nadie.
Respuesta. Sí, aunque pierdo trabajos por no callarme y se me cierran las puertas de teatros, de medios de comunicación...
P. ¿No concibe el humor sin denuncia?
R. El humor tiene que correr riesgos, ser incorrecto y tiene que incomodar. No entiendo otra manera de hacer comedia. Yo hago humor con todo, con el perro, con el fútbol... Busco la risa y en ese momento inesperado, ¡zas!, meto el mensaje.
P. ¿Hay mucho silencio en Chile?
R. Tenemos el silencio de la dictadura enquistado en nuestra piel. “Ssshhh, no lo digas”, “no le digamos esto a la abuela”. Ese silencio solo protege a los abusadores, ese silencio ya no es una opción. Siento que cuando una persona, sobre todo una mujer, habla de estas cosas, interpela a todo el mundo, a abusadores y abusados. Todos se sienten incómodos.
P. ¿Y cómo lo expresan?
R. Hace años que cada día me levanto con mensajes de “cállate” en mis redes sociales. Es impactante. Es ese “callada estás más bonita” que nos persigue. A eso se suma que mucha gente me pregunta “¿por qué no eres de otra manera?”. La mayoría, hombres, por cierto.
P. ¿A quién enseña sus guiones antes de salir al escenario?
R. Me gusta ser kamikaze (risas). Me gusta probarme, escribo yo misma todos mis guiones y los suelo probar en pequeños grupos.
Hace años que cada día me levanto con mensajes de ‘cállate’ en mis redes sociales”Natalia Valdebenito, comediante
P. ¿Chile tiene sentido del humor?
R. El sentido del humor es algo muy engañoso. Los chilenos creen que sí lo tienen, pero luego es un lugar muy difícil para hacer comedia porque el humor está plagado de ideología. No se entiende que el humor vaya contra el poder, que la comedia nació para importunar a la autoridad.
P. ¿Usted siempre fue graciosa?
R. Cuando estudiaba para convertirme en actriz era muy buena en el drama. Dicen que los actores con facilidad para el drama están dotados para el humor. Después, la comedia y yo nos encontramos. Sí creo que desde pequeña había algo en mí, una especie de vocación de stand up. Me distanciaba de las cosas y lograba reírme de los conflictos familiares. Hasta hoy.
P. Es la invitada perfecta en la cena de Navidad entonces...
R. Exactamente, esa soy yo (risas).
P. Vaticinaron su fracaso en su primera gran actuación en 2016 en Chile.
R. Y se equivocaron. Creo que la perspectiva de las mujeres en la comedia es supernecesaria por la forma que tenemos de reírnos de nosotras y de los acontecimientos y porque casi todo tiene una mirada masculina y patriarcal. Me alegro de que haya cada vez más mujeres haciendo humor, porque a través de la comedia reflexionamos, aprendemos y nos sentimos menos solas.
P. ¿A sus espectáculos van mayoritariamente mujeres?
R. La mayoría del público es femenino, sobre todo de fuera de Santiago. A mí me divierte que haya hombres heterosexuales que vengan a mis espectáculos. Creo que se lo pasan bien, aunque a veces los oigo reírse un poco a destiempo. Mis actuaciones son para todos. Como el feminismo, que también es para todos, aunque haya gente que se resiste a la idea.
P. En una entrevista con este diario hace ya varios años, usted dijo que en su país era “más grave robar un teléfono que pegar a una mujer”.
R. Puedes escribirlo de nuevo tal cual. Desgraciadamente sigue siendo así.
La perspectiva de las mujeres en la comedia es supernecesaria por la forma que tenemos de reírnos de nosotras y de los acontecimientos y porque casi todo tiene una mirada masculina y patriarcal”Natalia Valdebenito, comediante
P. ¿Cree que su permanente mensaje feminista puede llegar a hastiar?
R. Cuando hablo de derechos de la mujer, no lo hago por mí o por las que están ya convencidas como yo. Hablo sobre todo para las que no saben, para las que están calladas bajo ese yugo. A veces hacen falta años para darse cuenta.
P. Y en España, ¿la gente ha entendido su humor?
R. Aquí se llena el teatro cuando vengo a actuar. Me encanta que en Chile siempre me preguntan cuándo voy a parar y aquí cómo hago para seguir.
P. ¿En qué está trabajando ahora?
R. Voy a hacer teatro en Chile. Una obra que se llama Asilo contra la opresión, que es una frase de nuestro himno nacional, escrita por la periodista Alejandra Matus. En ese asilo están [el expresidente Salvador] Allende, [el dictador Augusto] Pinochet y su esposa, Lucía Hiriart. Yo voy a hacer de Lucía, que es un desafío. Un personaje que en Chile ha estado muy protegido, sobre el que yo he hecho bromas y ahora me toca interpretarla.
P. Usted participó pública y activamente en las marchas de 2019 en Chile. ¿Qué queda hoy de ese estallido?
R. Una decepción hacia nosotros mismos. Las demandas de ese estallido siguen en pie y nuestro espíritu no debería haber decaído.
P. ¿Lo dice por el rechazo en referéndum de la nueva Constitución?
R. La gente dijo no a ese texto nuevo por muchas razones. Yo lo respeto. Chile está preocupado por sobrevivir, por llevar pan a la casa. Hay mujeres que tienen dos o tres hijos, que estudian, trabajan y cuidan y no tienen tiempo de leerse un proyecto de Constitución. A eso se suma la gran desigualdad en el acceso a la educación y también que hay gente que solo mira para sí y no quiere perder privilegios.
P. ¿Qué nota le pondría a este Gobierno?
R. Un cuatro sobre siete. No suspende, pero puede mejorar. A mí me gustaría ver cambios más rápidos y radicales, pero sé que es difícil ir contra todo.
P. ¿Su vinculación con el Gobierno de Gabriel Boric la ha perjudicado?
R. Soy de izquierda y no tengo temor en asumirlo, al contrario. Creo que sí ha afectado a mi trabajo, pero de alguna manera también molesto al Gobierno. Porque no me caso con nadie. Yo llego, aparco, hago mi espectáculo y me voy.
P. ¿Hace chistes sobre Boric?
R. Constantemente. Yo quiero exigir a mi presidente que cumpla sus promesas.
P. ¿Cuál es el chiste más malo que le han contado últimamente?
R. En estos días, en que incendios asolan mi país, los bomberos tuvieron necesidad de coger agua de piscinas privadas de algunas mansiones cercanas y hubo personas que se negaron. Me dio mucha vergüenza. La élite es un mal chiste en mi país.
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