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La precariedad de Santa Teresa la viven los locales

La gentrificación y el turismo de lujo en Costa Rica ha abocado a los ticos y a los trabajadores migrantes a vivir en habitaciones y casas compartidas por hasta cuatro familias

Santa Teresa es una pequeña zona de playa en el noreste de Costa Rica. Desde principios de 2000, ha sido un punto estratégico para los surfistas debido a sus olas únicas durante todo el año y en los últimos cinco ha visto una explosión del turismo de lujo.Mauricio Morales
Algunos turistas y residentes se reúnen en un bar frente a la playa para ver la puesta de sol, uno de los principales atractivos de la pequeña localidad playera de Santa Teresa, en la costa pacífica norte de Costa Rica. Una cerveza de producción local en uno de estos bares puede costar entre cinco y ocho euros.Mauricio Morales
Los minimercados y supermercados ofrecen una gran variedad de productos, locales e importados. Los precios en comparación con la zona central de Costa Rica han aumentado y por ejemplo un kilo de pechuga de pollo puede costar entre seis y nueve euros.Mauricio Morales
Los restaurantes en Santa Teresa tienen una oferta de comida 'gourmet' e internacional con precios que oscilan entre los nueve y los 28 euros en temporada baja.Mauricio Morales
Uno de los cafés y restaurantes de la carretera principal de Santa Teresa, que a menudo con propiedad de miembros de la comunidad israelí.Mauricio Morales
Soda, un popular restaurante costarricense, es uno de los pocos negocios regentados por costarricenses y ofrece casado, un plato popular que consta de arroz, frijoles, ensalada y proteína animal (pescado, ternera, pollo o cerdo) y ronda los seis euros. Es un lugar habitual para algunos de los trabajadores extranjeros y locales de Santa Teresa.Mauricio Morales
Natalie Harker es colombiana. Trabaja en el sector de los servicios turísticos y ha visto un aumento importante de los alquileres en Santa Teresa. Paga 800 euros por una casa de un dormitorio tanto en la temporada alta como en la baja. En otros lugares, los propietarios de las casas duplican o triplican el coste del alquiler, lo que obliga a los inquilinos a buscar opciones a las afueras del pueblo.Mauricio Morales
Nicaragua es uno de los mayores exportadores de migrantes a Santa Teresa. Son la mano de obra que construye las villas de lujo y proyectos inmobiliarios turísticos. Un trabajador migrante puede ganar entre 18 y 23 euros al día por 10 horas de trabajo y pagar 121 por una habitación compartida de 10 metros cuadrados y sin baño a las afueras de Santa Teresa. Estos alojamientos, como el que aparece en la imagen, son popularmente conocidos como cuarterías.Mauricio Morales
En esta cuartería comparten casa cuatro familias nicaragüenses. Los espacios solo están divididos por cortinas.Mauricio Morales
Un trabajador migrante nicaragüense, en una obra en construcción cerca de la playa de Santa Teresa. Con el auge del turismo, los proyectos inmobiliarios se han expandido por las zonas cercanas.Mauricio Morales
Varios trabajadores nicaragüenses se desplazan en la parte trasera de camiones de construcción hasta las obras en las que trabajan.Mauricio Morales
Mujeres y hombres, en su mayoría migrantes nicaragüenses, hacen cola para coger los pocos autobuses que pasan desde Las Brisas, un barrio de migrantes, que les llevarán a sus trabajos en la construcción y los servicios de limpieza.Mauricio Morales
Una de las principales paradas de autobús del barrio de Las Brisas es también el único punto de recogida de basuras de toda la zona.Mauricio Morales
Algunos residentes y turistas utilizan a menudo quads, motocicletas y todoterrenos 4x4 para desplazarse por Santa Teresa y sus alrededores. La contaminación sonora y visual se suma a de residuos humanos. Santa Teresa carece de un sistema de alcantarillado y, con frecuencia, las casas, hoteles y empresas utilizan fosas sépticas o arrojan la basura a la tierra, que acaba en el océano.Mauricio Morales
Valerya Sztein es una migrante argentina que ha conseguido abrir una tienda de lencería. Esta comunidad es otra de las principales en Santa Teresa y suelen trabajar en puestos de nivel medio o directivo en el sector turístico o son propietarios de negocios.Mauricio Morales
Efraín Díaz es un nicaragüense que trabaja en la construcción en Santa Teresa y vive en Costa Rica desde hace más de 20 años. Sus condiciones de vida siguen siendo casi las mismas que cuando llegó. Vive en una pequeña choza de metal con su pareja y paga unos 122 euros de alquiler. Gana al mes, como otros trabajadores de la construcción, entre 660 y 942, y trabaja 60 horas a la semana en seis días.Mauricio Morales
Una villa de lujo con vistas al mar da directamente al campo de fútbol, uno de los pocos lugares públicos para el encuentro deportivo y de ocio de la comunidad de trabajadores migrantes en Santa TeresaMauricio Morales
El fútbol es uno de los principales deportes que tienen en común costarricenses y nicaragüenses. Efraín Díaz utiliza balones de fútbol desgastados para su club “Coyotes”, donde entrena a niños de distintas categorías, la mayoría hijas e hijos de trabajadores migrantes nicaragüenses, como él. Todo su trabajo es voluntario y depende de donaciones.Mauricio Morales