Unas deportivas de moda para salir de la pobreza
El Día de Mandela se celebra cada 18 de julio con miles de actividades benéficas, sobre todo en Sudáfrica. Por ejemplo, recoger, limpiar y donar las populares ‘sneakers’ a personas sin hogar para que empiecen a pisar fuerte en la vida
“Haz lo que puedas, con lo que tengas, allí donde estés”. Este es el inspirador eslogan elegido para la edición de 2022 del Día Internacional de Nelson Mandela, establecido en 2009 por las Naciones Unidas no solo para celebrar el cumpleaños del fallecido expresidente sudafricano, líder contra el Apartheid y premio Nobel de la Paz, sino como ocasión para rendirle honores haciendo algo a lo que él dedicó una vida: ayudar a su comunidad.
Aunque esta onomástica se celebra en el mundo entero, en Sudáfrica casi alcanza grado de fiesta nacional: desde varias semanas anteriores al acontecimiento se ponen en marcha cientos –si no miles– de iniciativas solidarias de toda índole y condición para que los ciudadanos del país entero aporten su grano de arena en la inconmensurable lucha contra la pobreza y la desigualdad en todas sus formas. Y regalar unas deportivas último modelo también es una opción.
Blancas, negras, multicolores, con suela gruesa, fina o con cámara de aire. De deporte o de estilo urbano. Con cordones y sin ellos. Los casi cien pares de zapatillas expuestas en el patio interior de uno de los edificios de la empresa Neighbourgood tienen solo dos cosas en común: todas son de primeras marcas y todas tuvieron una vida anterior. Son las populares sneakers, que es como los aficionados y coleccionistas llaman a las deportivas de toda la vida. La fiebre por ellas viene desde que en el último lustro se haya popularizado la reventa de ediciones antiguas o nuevas, pero limitadas, con el fin de obtener suculentas ganancias en un mercado que ya mueve 1.680 millones de euros anuales en América del Norte y podría alcanzar los 25.200 millones de euros a nivel mundial en 2030, según la consultora Cowen.
En Ciudad del Cabo, urbe sofisticada y cosmopolita, el estatus social también se mide en buena parte por el calzado y por eso una iniciativa solidaria ligada a esta moda podía triunfar. “Hace un par de meses pensé: bueno, nuestra misión es llevar cosas buenas a los barrios, a las comunidades en las que estamos. Y ya que tenemos estos espacios, ¿cómo podemos impactar en la gente?”, responde Tshedza Magugumela, gestor de redes sociales de Neighbourgood, una entidad privada dedicada a la restauración de edificios para convertirlos en viviendas de diseño y espacios de trabajo.
Por ese espíritu de revitalización de barrios y de ayuda a las comunidades en las que esta empresa se instala, Neighbourgood decidió impulsar Sneakers for Hope (Zapatillas para la esperanza, en castellano), una iniciativa local para recoger zapatillas usadas con el fin de restaurarlas, reacondicionarlas y distribuirlas entre quienes más las necesitan: las personas sin hogar de Ciudad del Cabo. Y Magugumela, que se confiesa un fanático de las deportivas, contactó con The Sneakers Lab, otra corporación, dedicada a la fabricación y venta de productos de limpieza de calzado respetuosos con el medio ambiente. “El Día de Mandela es un día muy grande en Sudáfrica, y muchas marcas se suben al carro haciendo diferentes cosas, recogiendo comida o lo que sea. Nosotros ya tenemos un contenedor en el que recibimos zapatos, pero nunca habíamos llevado a cabo una campaña como esta. Así que sí, cuando hablamos con el equipo de Neighbourgood, decidimos colaborar”, detalla Shannon Stevenson, gestora de cuentas de esta compañía.
Durante todo el mes de junio, ambas empresas difundieron el mensaje en sus redes sociales. Quienes tuvieran unas otrora amadas deportivas de las que ahora no le importara desprenderse, podía depositarlas en los edificios de Neighgbourgood. Además, el sábado previo se convocó una carrera popular con ayuda de un club de corredores local, The Late Running: cinco kilómetros para estirar las piernas y para, de paso, dejarse allí las zapatillas, quien quisiera o pudiera.
Como llamada a la acción se propusieron conseguir cien pares, algo no imposible de conseguir porque, si bien Ciudad del Cabo es opulenta y moderna, también es una de las ciudades más desiguales del que ostenta el récord de país más desigual del mundo. “Yo crecí en una zona residencial de Pretoria, por lo que no solía ver los problemas a mi alrededor. Y ahora que vivo en el centro, cuando camino por la ciudad e incluso al lado de mi casa, veo a muchas personas en dificultades”, concede Magugumela.
La cuarta pata implicada en esta iniciativa es The Hope Exchange, una ONG que lleva más de 40 años trabajando en el centro de Ciudad del Cabo para dotar de recursos de supervivencia a personas sin hogar: desde duchas gratuitas a comedores sociales, desde talleres de formación hasta servicios médicos. “Estoy muy contenta de ver el éxito que parece haber tenido porque, por razones obvias, los zapatos son una de las cosas más valiosas que nuestros beneficiarios pueden obtener” explica Marie Slundt, representante de la ONG.
Un par de zapatos puede no parecer gran cosa, pero marca una diferencia en muchos aspectos de la vida. “Devuelven la dignidad a la gente porque te hacen sentir mejor. También ayudan a tus pies porque te protege contra los elementos, contra la carretera, contra cualquier cosa”, opina Magugumela. Y también puede ser un catalizador de nuevas oportunidades. “Pueden ser la clave para que consigas tu próximo trabajo, esa es la diferencia”.
Slundt ha acudido a supervisar la actividad central del lunes 18: durante 67 minutos –67, por los años de su vida que Mandela dedicó a la lucha por la libertad– un grupo de voluntarios espontáneos se dedica a remojar, enjabonar, frotar y aclarar deportivas. Pares de Asics, Vans, Converse, Adidas, Nike y otras marcas punteras se ven un poco sucios y deslucidos antes de pasar por el taller de lavado, en el patio interior del edificio que Neighbourgood posee en la calle Bree. Pero después de unos minutos, lo que sale de las cubetas de agua jabonosa son unos relucientes ejemplares que bien podrían pasar por nuevos. Estos irán a parar a la sede de The Hope Exchange y, en concreto, a las manos de Charity, su trabajadora social, responsable de elegir quiénes darán una segunda vida a las sneakers.
En esta ocasión, la iniciativa ha surgido de la alianza entre empresa privada y ONG, una combinación cada vez más reclamada por los tradicionales actores de la ayuda al desarrollo, que consideran que las corporaciones deben también aportar algo a la sociedad gracias a la que prosperan y asumir un papel más amplio en la agenda de desarrollo. “Aquí puedes ver riqueza masiva en el paseo marítimo y justo al lado, un barrio pobre. Pero también hay muchas organizaciones y mucha gente que se esfuerza por mejorar la ciudad”, opina Stevenson. “Y, por supuesto, cuando ves cuántos problemas tenemos que arreglar, piensas que son demasiados, pero siempre puedes empezar por algún sitio. Nosotros tratamos de cumplir un papel en nuestro pequeño rincón y, con suerte, ser capaces de convencer a otros para que hagan lo mismo”, completa Magugumela.
Después de casi un mes de promoción, de reunir a medio centenar de personas en una carrera de cinco kilómetros por el centro de la ciudad, y de 67 minutos de un lunes por la mañana cepillando febrilmente docenas de zapatillas usadas, toca hacer recuento: en la sede de Neighbourgood se han recogido y adecentado 75 pares. En las dependencias de The Sneaker Lab, calculan que 20 más. En total, 95 juegos que irán a parar a 95 hombres y mujeres de las calles de Ciudad del Cabo. Quién sabe lo lejos que les podrán llevar en su camino hacia una vida lejos de la pobreza.
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