Arte NFT para sacar de la cárcel a mujeres insolventes en Egipto
Miles de egipcias reciben cada año duras penas de prisión por no devolver pequeños préstamos. El proyecto de una asociación local y una agencia publicitaria trata de crear conciencia sobre el problema
Walaa Mostafa, una mujer egipcia de 35 años del barrio popular de Imbaba, en el oeste de El Cairo, contrajo un pequeño préstamo de 13.000 libras (alrededor de 650 euros) en 2017, poco antes de casarse. Como es habitual, los futuros cónyuges se repartieron la tarea de comprar los muebles y electrodomésticos del hogar. Y como Mostafa aún no tenía ahorros, le pidió el dinero a un comerciante del barrio, algo muy frecuente en Egipto, un país en gran medida no bancarizado.
Durante el primer año, la egipcia pagó religiosamente cada mensualidad, hasta llegar a devolver poco más de la mitad gracias a lo que podía guardarse de su sueldo. Entonces empezaron los problemas. “Tuve a mi primer hijo y luego me puse muy enferma y tuve que ir al hospital y quedarme allí un mes. Así que no pagué [las siguientes] cuotas”, cuenta.
Apenas le quedaban por abonar el equivalente a unos 300 euros, pero el comerciante con el que había contraído el adeudo denunció a Mostafa a la policía. La mujer se vio obligada entonces a vender algunos de sus muebles y electrodomésticos para pagar a un abogado que la defendiera. Pero no evitó que un juzgado de primera instancia emitiera contra ella una condena muy dura: tres años de cárcel.
Aunque al principio pudiera parecérselo, Mostafa estaba lejos de ser la única egipcia en encontrarse en semejante pesadilla. Conocidas como al-gharemat, cada año en el país hay miles de casos de mujeres insolventes que reciben penas de prisión muy contundentes y que terminan entre rejas (o a la fuga) por no poder satisfacer pequeñas deudas.
“La mayoría de presas lo son debido a la pobreza”, afirma Nawal Mostafa, fundadora de la Asociación de Hijos de Mujeres Reclusas (CFPA, por sus siglas en inglés) y una destacada activista por esta causa. “No pueden permitirse el lujo de comprar un horno, un frigorífico o una tele para sus pequeñas casas. Y como son pobres, los adquieren a plazos. A veces también piden préstamos si algún miembro de la familia cae enfermo,” desliza.
Ahora, la CFPA, que es una de las organizaciones dedicadas a la ayuda de estas mujeres más activas en Egipto, se ha asociado con una agencia publicitaria de Emiratos Árabes Unidos, Horizon FCB Dubai, para recaudar donaciones y concienciar sobre este problema de una forma peculiar: a través de tókenes no fungibles o NFT, imágenes digitales únicas que, aunque pueden reproducirse infinitamente, son de propiedad individual.
Inspirándose en historias individuales como la relatada por Walaa Mostafa, el colectivo emiratí pide a artistas de todo el mundo que creen NFT que luego se ponen a la venta con el precio equivalente a la cantidad que costará saldar la deuda de la mujer en cuestión y absolverla. En el caso de Mostafa, una de las primeras que se benefició del proyecto en el mes de mayo –coincidiendo con el final del mes de Ramadán–, el NFT se vendió por unos 300 euros que la CFPA pagó luego a su prestamista.
“Sacamos partido de los NFT para reimaginarlos”, cuenta Reham Mufleh, la directora general de Horizon FCB Dubai y una de las impulsoras del proyecto Rompe sus cadenas con Blockchain. “Queríamos aprovechar su popularidad y utilizarlos como un medio para generar conciencia acerca de este problema”, explica.
Herencia del sistema jurídico colonial francés en el que Egipto se inspiró al redactar inicialmente sus leyes, el código penal del país todavía incluye hoy un artículo sobre el abuso de confianza bajo el que se juzga el impago de una deuda. Contempla duras penas de prisión de hasta tres años, así como una multa económica. En el caso de las deudoras insolventes, el castigo final puede ser incluso mucho más elevado porque las condenas pueden acumularse en función del número de cheques y recibos impagados y del número total de acreedores implicados, según una tesis de 2018 de Nivert Elsherif publicada por la Universidad Americana de El Cairo.
Muchas de las que se encuentran en esta situación son madres de familias de clase trabajadora que necesitan el dinero para ayudar a sus hijos a casarse, hacer frente a emergencias como gastos médicos o de escolarización, o mujeres que simplemente habían avalado préstamos, según el estudio anterior y los testimonios consultados. Y aunque la cifra de insolventes encarceladas o perseguidas por las autoridades no se conoce, se cree que son al menos miles al año, una parte muy alta de la población reclusa en Egipto.
Nawal Mostafa nota que en muchos casos los prestamistas también se aprovechan de la situación de vulnerabilidad de aquellas que contraen la deuda y de su desconocimiento de la ley para estafarlas. “Se ven obligadas a aceptar dinero de alguien, y esta persona les hace firmar recibos por una suma muy grande, no la real que se lleva. Por el analfabetismo y el desconocimiento de la ley caen en esta trampa tan grave”, señala. Mostafa agrega que, tras su paso por prisión, muchas de estas mujeres se enfrentan a graves dificultades para reintegrarse en sus comunidades por el fuerte estigma asociado a la cárcel.
Uno de estos casos es el de Hoda Ali, una egipcia de 42 años nacida en la gobernación de Sohag, en el sur del país. En 2019, Ali pidió un préstamo para poder comprarle a su hijo un tuk-tuk, un vehículo triciclo motorizado muy popular como taxi en los barrios de clase trabajadora de El Cairo. Al poco tiempo, sin embargo, una pandilla le dio una paliza al chico, hiriéndole gravemente la cara, y le robó el vehículo. Como él no pudo seguir trabajando, Ali fue incapaz de devolver el dinero. “Me vi forzada a pagar el préstamo con otro préstamo”, explica. “Entré en un círculo [vicioso]”.
En total, Ali llegó a acumular siete condenas, con penas que iban desde los seis meses hasta los dos años de prisión. En una ocasión llegó a ser arrestada y pasó dos noches en comisaría como paso previo a ser enviada a la cárcel, pero sus vecinos pudieron reunir dinero suficiente para pagar su siguiente cuota del préstamo y liberarla. Ali optó por huir de casa y escaparse una vez tras otra para evitar volver a ser arrestada. “No fue mi culpa: lo hice para poder vivir y para tener dinero para mi familia. Fue mala suerte”, recuerda.
Gracias a la campaña con los NFT, la CFPA recaudó unos 350 euros para pagar el séptimo y último de sus préstamos, que era el más importante, y romper así el círculo. A pesar de haberlo conseguido, Ali asegura que ahora está viviendo sola porque ninguno de sus tres hijos quiere verla y su marido huyó cuando ella empezó a tener problemas. “Ahora al menos no tengo ninguna condena. Todas ellas han desaparecido. Todavía tengo algunas pocas cuotas para pagar, pero lo estoy intentando”, explica.
El proyecto impulsado conjuntamente por la CFPA y Horizon FCB se lanzó el pasado 21 de marzo, coincidiendo con el Día de la Madre en Egipto, y hasta la fecha han vendido 25 NFT. Mufleh, del colectivo emiratí, explica que se trata de un proceso lento porque cada caso es elegido cuidadosamente por la asociación egipcia tras haberlo verificado. Es entonces cuando ellos se ponen en contacto con un artista internacional para explicarle en detalle el caso y que pueda así diseñar un nuevo NFT basado en su historia.
El objetivo de la iniciativa es tratar de generar conciencia de una forma llamativa
El proyecto ya ha contado con la colaboración de artistas de Estados Unidos, Brasil, Egipto y Portugal, y Mufleh asegura que hay otros a la espera de los próximos casos. Tanto ella como Mostafa señalan que el objetivo de la iniciativa no es tanto liberar a una gran cantidad de mujeres, puesto que ya existen otras organizaciones que también recaudan fondos para ello, sino tratar de generar conciencia de una forma llamativa. “Pensamos que llamar la atención a gran escala podría ayudar a acelerar el proceso de encontrar un castigo alternativo para los impagos”, señala la directora de la agencia publicitaria, Reham Mufleh.
La asociación de Mostafa lanzó en 2014 un programa propio destinado a enseñar un oficio a las mujeres que todavía se encuentran en la cárcel y a las que acaban de salir de ella, para que cuenten con un mínimo ingreso sobre el que empezar a sostenerse. También les ofrecen apoyo psicológico y formación legal. Y junto con destacadas figuras públicas y miembros del Parlamento egipcio, la organización está volcada en presionar para impulsar un cambio legal, que Mostafa considera el objetivo último de su misión. “Se trata de un problema continuo, y por esto estamos intentando resolverlo desde sus raíces. No solo liberando a mujeres de prisión, porque otras van a entrar mañana” sentencia.
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