Michael Soi: “Me gusta poner a los kenianos corruptos delante de un espejo”
El pintor de Kenia es, probablemente, el artista más famoso e infame de su país a partes iguales, ya que le gusta centrarse en temas sensibles como la influencia de China en el continente africano, el turismo sexual y la corrupción política
Con la cara arrimada al lienzo y gesto concentrado, Michael Soi (1972) da una pincelada de verde menta, justo debajo del pubis de su personaje principal. La mujer de la pintura lleva solo un bikini y alguien vestido con un traje amarillo la coge por detrás. Un billete de 100 dólares asoma del bolsillo de la chaqueta del varón.
“Mi padre piensa que mi obra es espantosa”, dice riendo el artista keniano un poco después, mientras traza el contorno de un pecho con rotulador negro. Soi, hijo del también pintor Ancent Soi, no se anda con rodeos. Sus cuadros, ejecutados con pintura acrílica de vivos colores, y prohibidos en los museos de Kenia, tratan de las sensibilidades políticas, el turismo sexual, la prostitución y otros asuntos que su progenitor no puede soportar. “Es un gentleman africano”, dice de él. “Viene de un mundo que no está preparado para tratar esta clase de temas”.
Michael Soi pronto se hizo un nombre en el mundo del arte nacional con sus retratos esquemáticos de la vida nocturna del país. Cuanto mayor el tabú, mejor. “Documento la vida en la ciudad”, explica el artista, que empezó a pintar en 1995. “Muestro problemas sociales. Por ejemplo, me interesa mucho el trabajo sexual. Los kenianos fingen que eso no existe en su país, mientras que en la noche se encuentran hasta a políticos con prostitutas. Está en todas partes”.
El estudio del pintor, situado en el primer piso de lo que antes era una vivienda privada, está repleto de obras de arte. A veces trabaja en dos en un día. Entre los lienzos llenos de pechos, nalgas y peinados afro, destacan unos cuantos diferentes: Xi Jinping, vestido con un traje de lucha libre, sujeta a Donald Trump con una llave de cabeza junto a las palabras The trade war (la guerra comercial). En otro, el presidente chino aparece representado como el rey de una baraja con el continente africano al lado de la cabeza. Un tercer cuadro retrata a varios jefes de Estado africanos dormitando mientras los chinos se hacen secretamente con la presidencia de la Unión Africana en 2030.
Las obras en las que aparece Xi Jinping forman parte de la serie China loves Africa, formada por un centenar de pinturas claras y directas que han causado mucha más polémica que sus “testimonios” de la vida nocturna de Kenia. “Cuando no hablo de mi ciudad, hablo del resto del mundo”, explica el artista mirando los retratos del líder chino. “Soy un narrador y prefiero contar historias menos bonitas”.
En su opinión, la presencia china en África es una de ellas. No le gusta la fiebre constructora ni las “interferencias políticas” del país asiático. “Mucha gente llama neocolonialismo a lo que China está haciendo aquí”, dice haciendo un gesto de desagrado, “o ‘colonialismo económico’. Sin embargo, los chinos no nos han invadido, como hicieron los británicos, así que no sé si es colonialismo. Fueron invitados por las personas que nosotros hemos puesto en el poder, los hemos traído nosotros mismos”.
Las economías de los países africanos siguen creciendo, lo cual genera una gran demanda de construcción de carreteras, líneas ferroviarias, puertos, complejos de apartamentos y edificios de oficinas. Según Pekín, la “cooperación económica” es una situación en la que todos ganan, basada en la igualdad política.
Por ejemplo, en Kenia los chinos están trabajando en una línea férrea notoriamente deficitaria, que con sus casi 4.500 millones de euros es el proyecto de infraestructura más caro de la historia del país. Recientemente, se dio a conocer que el Gobierno se había negado a hacer públicos los contratos de préstamo debido a sus cláusulas de no difusión. Divulgarlos solo perjudicaría las relaciones bilaterales entre Kenia y China.
Hace unos años tuve un conflicto con funcionarios chinos. Se presentaron seis en mi estudio, emborronaron mis cuadros y los tiraron por el suelo
Los bancos chinos representan una quinta parte de los créditos a países africanos, a menudo ricos en recursos o, como en el caso de Kenia, situados en una zona estratégica del continente. Las voces críticas expresan cada vez más preocupación por el endeudamiento de los Estados africanos, y la propia China parece arrepentirse.
En noviembre, durante un discurso por vídeo en el que Xi Jinping se dirigió al Foro Trienal de Cooperación China-África, el presidente chino mencionó que su país iba a restringir los préstamos a África a lo largo de los próximos tres años. El gigante asiático cerrará el grifo del dinero para dejar salir únicamente 38.000 millones de euros, un tercio de la cantidad actual. En cambio, se centrará más en las inversiones medioambientales y privadas.
“Construyen líneas de tren caras y autopistas de peaje para la élite”, denuncia Soi. “A nuestros jefes de Estado corruptos eso les sirve para blanquear el dinero. Los chinos aprovechan esa corrupción. Hay cantidades enormes de dinero en juego, pero nadie sabe exactamente a dónde van a parar. Los políticos africanos solo quieren enriquecerse más, pero al africano medio no le sirve de nada”.
La polémica obra de Michael Soi no ha tardado en conocerse en Pekín, y los chinos no han podido evitar reírse con el retrato caricaturesco que el keniano hace de su líder.
“Hace unos años tuve un conflicto con funcionarios chinos”, cuenta Soi. “Se presentaron seis en mi estudio, emborronaron mis cuadros y los tiraron por el suelo. Me dijeron que mi obra era humillante y no agradecía todo el bien que China estaba haciendo en África. Yo les respondí que no soy un político. Mi obra expresa lo que sienten los kenianos, sus sentimientos sobre la presencia de los chinos en África”.
Soi estuvo cuatro años pintando cuadros sobre las relaciones entre China y África. “Hice exactamente 100 obras de esa serie”, cuenta. “Fue bonito. Pero no quería convertirme en ‘el artista de los cuadros sobre China”. Por eso ahora está experimentando con nuevos temas y motivos. Una cosa es segura: habrá mucho que limar.
“Me gusta confrontar a la gente con lo que hace”, reconoce. “Me gusta poner a los kenianos corruptos delante de un espejo, su codicia tiene un lado oscuro. No puedo soportar la hipocresía. Si a alguien le gusta usar los servicios de una prostituta, ¿por qué yo no puedo hacer una obra de arte sobre ello?”.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.