Arqueología española en el Cuerno de África: en busca de los orígenes del comercio internacional

Dos excavaciones lideradas por los investigadores Jorge De Torres y Alfredo González-Ruibal en Yibuti revelan la actividad de dos ciudades del país como epicentro del intercambio de bienes desde hace siglos

Uno de los trabajadores afar, de la campaña de excavación arqueológica en Abou Yousouf, observa una posible tumba neolítica antes de proceder a taparla.Álvaro Minguito

El Cuerno de África es una zona que generalmente asociamos a malas noticias: guerras, hambrunas, pobreza y terrorismo. Sin embargo, durante siglos fue uno de los núcleos políticos y sociales más activos y complejos de África, formando parte de redes comerciales que se extendían desde Asia y Persia hasta el Mediterráneo, y sede de sultanatos que jugaron un importante papel en la historia.

Desde 2015, un proyecto arqueológico del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit-CSIC), codirigido por Jorge De Torres y Alfredo González-Ruibal, investiga en la región las características de estos gobiernos, sus relaciones con las poblaciones nómadas, la llegada y consolidación del islam y la gestión y control de las rutas comerciales que conectaban la costa del Mar Rojo con el interior de África. Los proyectos han sido financiados por el European Research Council (ERC), en el caso del equipo de De Torres, y por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Fundación Palarq, en el de González-Ruibal.

La excavación de la ciudad de Handoga, a cargo de un equipo compuesto por trabajadores españoles y yibutianos, en el ecuador de la campaña, el 3 de marzo de 2022.Álvaro Minguito
Vista aérea del yacimiento de la ciudad medieval de Handoga, en la que se aprecia la estructura circular de las construcciones. Fotografía tomada con dron manejado por Manuel Franco, arqueólogo y topógrafo del equipo, en marzo de 2022.
El gerenuk es un tipo de antílope africano que habita en las estepas arbustivas del cuerno de África. Con un larguísimo cuello, sus características anatómicas le permiten mantenerse sobre dos patas durante bastante tiempo, para acceder a las hojas de arbustos y pequeñas acacias.Álvaro Minguito
Atardecer en la Nationale 1, la carretera que cruza la ciudad de Dikhil, con un tráfico continuo e infernal de camiones que transportan mercancías a Etiopía desde el puerto de Yibuti, uno de los más importantes del continente africano.Álvaro Minguito
Márcia Hattori y Manuel Franco, arqueólogos del equipo, vuelan un dron para generar una ortofoto (fotografías aéreas que han sido rectificadas para adaptarse a la forma del terreno) de la ciudad objeto de la excavación.Álvaro Miguito
Parte del equipo cubre la excavación para continuar con ella en la próxima campaña. En la fotografía, Jorge De Torres, coordinador del proyecto, junto a Abdo, uno de los trabajadores yibutíes, transportan piedras para rellenarlas posteriormente con arena.Álvaro Minguito
Márcia Hattori, arqueóloga, excava en una de las habitaciones de una vivienda en Handoga.Álvaro Minguito
Atardecer en la ciudad de Dikhil. Sus calles sin asfaltar se llenan de niños cuando el sol comienza a caer en el horizonte.Álvaro Miguito
La mezquita de Cher Abass en Dikhil. La ciudad cuenta con varias mezquitas desde las cuales se realiza la llamada a la oración desde primeras horas del día.Álvaro Minguito
Una moneda de origen chino encontrada en los primeros días de la excavación. Acuñadas a partir del siglo XI, está pendiente de una datación correcta hasta que pueda ser restaurada.ALVARO MINGUITO
Una mujer afar en la puerta de su vivienda; este tipo de casas se llaman ari. Construidas con ramas y palos, están recubiertas de esteras que fabrican las mujeres a partir de plantas de palma.Álvaro Minguito
Abdul, uno de los trabajadores afar contratados durante el mes de noviembre de 2021 para la excavación arqueológica, cubierto de polvo y sudor.Álvaro Minguito
El wadi (cauce seco de un río) de Daas Biyo al amanecer, cuando los habitantes de poblaciones cercanas acuden a su trabajo en los huertos que aprovechan el agua que fluye tras el caudal seco.Álvaro Minguito
Un joven afar aprovecha para darse un baño en su poblado, cercano a una de las excavaciones, en la zona de Abou Yousuf, a unos pocos kilómetros por el desierto de la ciudad de Dikhil.Álvaro Minguito
Uno de los trabajadores afar, de la campaña de excavación en noviembre de 2021, observa una posible tumba neolítica antes de proceder a taparla. Abou Yousouf es un sitio que parece haber sido habitado desde el Neolítico, a pesar de sus actuales condiciones desérticas. Ha sido probablemente un lugar sacro a lo largo de la historia y lugar de peregrinación para las poblaciones nómadas.Álvaro Minguito
Jorge De Torres, Alfredo González-Ruibal y Pablo Gutiérrez de León, acompañados del Ibrahim Osman, funcionario del gobierno de Yibuti; y Nur, representante en la excavación del gobierno de Ali Sabieh, la población más cercana, en lo alto de uno de los túmulos de Daas Biyo, durante las prospecciones de noviembre de 2021.Álvaro Minguito
La estructura a base de ramas y palos entramados de una de las viviendas de los nómadas, listo para ser cubierto con esteras.ALVARO MINGUITO
Una mujer seca al sol la estera en uno de los poblados visitados por el equipo de arqueólogos durante el mes de marzo de 2022.ALVARO MINGUITO
Álvaro Falquina, arqueólogo, muestra a la cámara un pequeño objeto, probablemente un anillo, encontrado durante la excavación de uno de los túmulos en marzo de 2022.ALVARO MINGUITO
Candela Martínez, arqueóloga, criba con tamices la tierra procedente del interior de un túmulo del yacimiento de Daas Biyo. De esta forma trata de encontrar fragmentos óseos o ajuar (como pequeñas cuentas) que se hayan podido quedar en las terreras de la excavación.ALVARO MINGUITO

A finales de 2021, el equipo inició un nuevo proyecto, que se prolongará varios años, en Yibuti, uno de los países peor conocidos arqueológicamente del Cuerno de África, pero que fue (y lo es todavía) fundamental para el comercio de toda la zona.

Historia de dos ciudades

Por un lado, las excavaciones de noviembre de 2021 y marzo de 2022 de la ciudad medieval de Handoga (siglos XIII-XV), a cargo del equipo de Jorge De Torres, en la región de Dikhil, han empezado a mostrar los primeros resultados, en forma de asentamientos con un complejo urbanismo, que parece tener sus raíces en los grupos nómadas que habitaron la región, con casas agrupadas en recintos familiares y amplios espacios abiertos.

Los materiales encontrados durante las excavaciones de marzo de 2022 evidencian contactos de los antiguos habitantes de Handoga con Yemen, Oriente Próximo y Asia, como prueba el hallazgo de una moneda china, acuñada a partir del siglo XI, encontrada en una de las casas. Hasta la actualidad la única recuperada en el Cuerno de África en un contexto arqueológico.

Handoga es un yacimiento único en muchos sentidos. Situado en un alto a poca distancia de un wadi, el cauce seco de un río, lo que a primera vista parece un desierto de piedras y arena, se descubre a ojos del visitante como un lugar repleto de historias pasadas, pero también presentes. En su entorno la fauna es abundante y no es raro encontrarse con gacelas, avestruces, gerenuks (gacelas jirafa) o los omnipresentes camellos de los nómadas, habitantes desde hace siglos de estos territorios.

Al contrario que los otros yacimientos medievales del Cuerno de África, que presentan casas cuadradas, las viviendas redondas de Handoga hablan de la fuerte influencia de su modo de vida, visible también en el tipo de objetos que se intercambiaban en ellas: brazaletes de vidrio, cuentas de collar, cauríes (caracolas marinas); objetos de prestigio que podían ser transportados fácilmente y mostrados al resto del grupo.

Handoga, que a primera vista parece un desierto de piedras y arena, se descubre a ojos del visitante como un lugar repleto de historias pasadas

Handoga se convierte así en un punto privilegiado para entender muchos de los procesos históricos que ocurrieron en el periodo medieval de la zona, pero que se encuentran de plena actualidad en nuestros días: el crecimiento de ciudades, el desarrollo del comercio, el papel de los Estados y las relaciones entre comunidades con identidades, religiones y estilos de vida muy diferentes.

Según explica Jorge De Torres: “Los primeros resultados que arroja esta excavación nos hablan de una ciudad que existió durante un largo periodo de tiempo. Muestran el momento en que un asentamiento construido según criterios nómadas se petrificó. Esta transformación implicó una forma diferente de entender la vida, el tiempo y el espacio. Y la foto fija de ese momento, que ha quedado marcada en las piedras y estratos de Handoga, es la que tenemos el privilegio de ver y estudiar estos días”.

A poca distancia, las rutas del desierto conducen a una pista de aterrizaje de tierra. Se encuentra en los límites de la ciudad de Dikhil, donde el equipo de arqueólogos se aloja durante la campaña. Con una población de unos 35.000 habitantes, y atravesada por la Nationale 1, la única carretera asfaltada del lugar, la vida transcurre entre camiones que recorren los 120 kilómetros que separan Yibuti, la capital del país, de Etiopia. Es la vía fundamental para el comercio por tierra del país vecino, con más de 115 millones de habitantes. Las calles de esta pequeña ciudad, al amanecer y con la caída del sol, se llenan de bullicio a la hora de salida de los colegios y las compras en las tiendas locales que se desparraman por las vías principales.

El comercio y la arqueología conectan así ambas ciudades, separadas por unos pocos kilómetros y cientos de años de historia, con el presente más inmediato, en una zona donde la crisis climática es causa de frecuentes hambrunas y en la que la vida se convierte en muchos casos en un reto constante.

Cuna del comercio internacional

En Daas Biyo, un poco más al noreste del país y en un paisaje que remite visualmente a los orígenes del mundo, el segundo equipo, coordinado por González-Ruibal, trabaja sin descanso. En su caso, han prospectado durantenoviembre de 2021 distintas zonas del país en busca de túmulos funerarios, monumentos construidos a partir de la acumulación de grandes piedras de los que aún se desconoce su significado, con la idea de encontrar en alguno de ellos materiales que expliquen las antiguas redes de comercio internacional que necesariamente conectaron con el Cuerno de África. La excavación ya dio sus primeros frutos en marzo de 2022, y además de algunas piezas de cerámica y otros objetos como pendientes o anillos, se han podido recuperar algunos fragmentos de una vasija que pudo formar parte de un ajuar sasánida.

El imperio sasánida, originario de Irán, alcanzó su esplendor a partir del siglo IV y se extendió hasta la actual Yemen, frente a las costas de Yibuti y Somalilandia, por lo que no parece aventurado pensar que pudiera cruzar el estrecho de Bab el Mandeb (puerta de los lamentos, en árabe), que enlaza el mar Rojo, al norte, con el golfo de Adén, al sur, en el océano Índico. Paso natural para el comercio internacional en la actualidad, separa África de Asia solo por 30 kilómetros, como un cuello de botella crucial para el comercio petrolero. Es también punto de permanente inestabilidad, por el conflicto que se perpetúa desde 2015 en Yemen, las crisis humanitarias, la presencia de Al Qaeda en la zona, los flujos migratorios y los riesgos derivados de la piratería y el contrabando en la zona.

Unos kilómetros al sur del estrecho, ambos equipos de arqueólogos tratan con sus proyectos para desenredar algunos de los hilos de nuestra historia como seres humanos, a partir del registro material y la arqueología del territorio en un país poco conocido en España, pero que va ganando más presencia internacional.

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