Respuestas públicas para retos globales
El conocimiento y la experiencia de nuestros servidores públicos generan un diálogo que permite abordar de forma conjunta las metas comunes de la Agenda 2030
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¿En qué se parecen la pandemia, los flujos migratorios y el calentamiento global? A priori, en poco. La pregunta podría hasta parecer una broma. Pero lo cierto es que los tres constituyen desafíos globales para las personas y el planeta –la salud pública, la movilidad, el clima– que requieren inequívocamente respuestas comunes desde lo público: normas, leyes y políticas capaces de acotar el problema y marcar la pauta para la solución.
Ninguna nación va a resolver por sí sola la crisis climática, el mercado no puede ordenar los flujos migratorios en términos acordes a la seguridad humana. La sociedad civil, aun reconociendo el comportamiento ejemplar de la ciudadanía durante el último año, no podrá construir por sí misma sistemas públicos de salud a prueba de futuras pandemias. Hay que reconocer de una vez que el mundo necesita respuestas políticas que trasciendan fronteras.
Durante muchos años la cooperación ha servido y sirve para paliar el sufrimiento humano, incluso para promover iniciativas de desarrollo puntuales a medio y largo plazo. Pero creo que, en el siglo XXI, esto ya no es suficiente. El desarrollo solo puede construirse sobre los cimientos de las políticas y los sistemas públicos. Estas –en plural– son la herramienta para construir soluciones a la altura de los retos globales que hoy enfrentamos. Que las políticas son lo primero es la premisa sobre la que Europa está construyendo su nueva estrategia de alianzas y desarrollo. Además, los dos últimos de la lista de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –16, instituciones sólidas y 17, alianzas– son un eje transversal y la base sobre la que construir los otros 15.
España, con un sistema de cooperación mermado desde la crisis de 2008, compensa esta escasez de recursos financieros y materiales con capital humano. Aportamos al sistema español y, muy notablemente al sistema europeo de cooperación, el talento que reside en nuestras administraciones públicas que hoy, 23 de junio, conmemoran su día internacional.
El conocimiento y experiencia de nuestros servidores públicos, la gran mayoría con verdadera vocación de servir al bien común, generan un diálogo que nos permite abordar de forma conjunta y compartida nuestros retos, sobre la base de los valores comunes expresados en términos de objetivos y metas en la Agenda 2030. Este diálogo sobre políticas puede y debe alimentar el debate político con nuestros socios, inmersos como nosotros en un momento de transición que la pandemia ha hecho, si cabía, más difícil.
Ellos son un puntal de nuestra acción exterior y ello enriquece nuestras propias políticas con las experiencias de otros países. Poner en red el talento de nuestras administraciones ayuda a desarrollar unas políticas públicas que hoy requieren de dimensión internacional. Basta mencionar el cambio climático, la importancia de la migración en origen y destino o la necesidad de vacunar a todo el planeta para entender la importancia de esta forma de cooperación.
El diálogo y el intercambio sobre políticas entre distintos países y el aprendizaje entre pares ante retos compartidos es clave para generar relaciones de confianza que recorten la distancia política. Una confianza que necesitamos, de forma urgente, para marcar el camino del desarrollo sostenible y de una gobernanza multilateral basada en reglas, así como para paliar desde la política, con mejores normativas e instituciones, todo el daño que la polarización y el populismo están haciendo a nuestras sociedades.
Anna Terrón Cusí es directora de la FIIAPP.
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