La mortalidad infantil y materna en el sur de Asia aumenta por la covid-19
La cifra ha empeorado con la interrupción de servicios de salud esenciales, como la vacunación, la atención prenatal y el tratamiento contra la desnutrición en menores de cinco años. La región es el hogar de más de una cuarta parte de los niños del mundo
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Desde el comienzo de la pandemia, los expertos y los organismos internacionales advertían de las consecuencias de una crisis sanitaria como la actual en el aumento de la mortalidad infantil y materna en el mundo. Y los indicadores han empezado a confirmar este temor. Las nuevas olas de coronavirus que están golpeando de nuevo a Asia, con especial crudeza en India, el segundo país del mundo con más contagiados, han provocado interrupciones en los servicios de vacunación, en la atención durante el embarazo y el parto, que se sospecha son los factores clave en el incremento en el número de muerte de este grupo de población.
“El sur de Asia es el hogar de casi 2.000 millones de personas y más de una cuarta parte de la infancia del mundo. La región representa ahora la mitad de las nuevas infecciones por coronavirus […] Necesitamos actuar ya, con rapidez, para salvar vidas. Pero también tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para mantener los servicios de atención médica críticos de los que los niños y las madres dependen tanto”, alertaba el pasado 25 de mayo el director regional de Unicef para el sur de Asia, George Laryea-Adjei, durante una rueda de prensa de la ONU en su sede en Ginebra.
Pero las alertas de un posible incremento de la mortalidad infantil y materna ya habían saltado durante la primera ola de la pandemia en la región asiática. Se estima que 228.000 niños y 11.000 madres del sur de Asia murieron a causa de las interrupciones graves en los servicios de salud esenciales por la pandemia, según el informe Efectos directos e indirectos de la pandemia de covid-19 y la respuesta en el sur de Asia publicado el pasado marzo por Unicef. El estudio, que se centra en los países de Afganistán, Nepal, Bangladés, India y Sri Lanka confirma que ellos, junto a los adolescentes son las principales víctimas de esta situación.
En este mismo informe se señala que en lo que va de pandemia el número de niños que reciben tratamiento por desnutrición severa se redujo en más del 80% en Bangladés y Nepal, y la inmunización disminuyó en un 35% y 65% en India y Pakistán, respectivamente. Por su parte, Sri Lanka es el país de la región en el que las muertes maternas más se han incrementado: un 21,5%, seguido del 21,3% que se ha registrado en Pakistán.
El mismo estudio también confirma que la mortalidad infantil tuvo su pico más alto en India en 2020, alcanzando un 15,4%, seguida de Bangladés, con un 13%. “Con 27 millones de nacimientos y 30 millones de embarazos cada año, los servicios esenciales para ayudar a las mujeres a dar a luz son fundamentales en India. Sin embargo, a medida que las instalaciones sanitarias siguen saturadas para tratar a pacientes con covid-19, nos llegan noticias de que hay embarazadas que luchan por encontrar el apoyo necesario para parir”, contextualizaba Yamin Ali Haque, la representante de Unicef en el país, en una rueda de prensa en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra a principios de mayo.
La doble tragedia de los niños en India
La infancia vive uno de los momentos más dramáticos en India, azotada por una segunda ola de coronavirus que ha dejado ya 27 millones de contagiados y donde el número de muertes se sitúa por encima de las 4.000 diarias. “Junto con el incremento de casos, también ha aumentado el impacto en los menores de edad afectados por el virus. Están viviendo una tragedia”, aseguraba Ali Haque.
Con 27 millones de nacimientos y 30 millones de embarazos cada año, los servicios esenciales para ayudar a las mujeres a dar a luz son fundamentales en India
El aumento de casos también ha supuesto que esta segunda ola de covid-19 haya afectado a más personas de todos los grupos de edad, incluidos los más pequeños. “Las familias suelen vivir unidas. Donde están los abuelos, también están los padres, hijos y nietos y sobrinos. Así que cuando entra el virus en una casa, les toca a todos, incluidos a los más pequeños”, contextualiza desde Delhi Joana Pérez Martorell, portavoz de Unicef en el país, sobre el aumento de contagios entre los menores de edad por la variante B.1.617.
La otra problemática que afronta la infancia es que muchos niños y adolescentes están perdiendo a sus padres y cuidadores a causa de la covid-19, dejándolos en una situación de absoluto desamparo. “Desde Unicef estamos activando nuevos protocolos para hacer frente a esta realidad para quienes se quedan sin familia”, apunta Pérez Martorell. Unicef vienen observando desde el comienzo de la segunda ola como en las redes sociales han aparecido peticiones de adopción ilegal tras el incremento de huérfanos en el país, una situación que los coloca en una posición más vulnerable a la trata y el abuso.
Con la mitad de los menores de cinco años desnutridos, la actual crisis sanitaria podría impactar aún más en la nutrición infantil y la prestación de servicios esenciales en todo el país, tal y como alertan desde Unicef. “Hemos focalizado nuestro esfuerzo en conseguir equipamiento como son los concentradores de oxígeno, que evidentemente van a ayudar en esta crisis, pero también se quedarán en el país para los próximos 20 años. En el futuro podrán ser útiles para curar enfermedades como la neumonía, que mata a millones de ellos. De esta forma tratamos de fortalecer el sistema de salud y ayudar a los que más lo necesitan”, explica Pérez Martorell.
Otros de los desafíos que enfrenta la infancia es a lidiar con el estrés que genera el confinamiento y el cierre de las escuelas. La situación ha alejado durante más de un año a 247 millones de alumnos de la Educación Primaria y Secundaria en todo el país, donde estudiar a distancia sigue siendo un reto para muchos.
“Con el confinamiento y esta segunda ola siento que estoy perdiendo mi vida. Mi escuela, las calles desérticas… Todo está cerrado. Es triste porque siento que no puedo hacer nada y tengo que tener mucha precaución para no contagiarme”. Ansarul tiene 17 años y vive en una casa en Sigra, un barrio de chabolas a las afueras de Benarés, junto a su madre, Hasina, y otros hermanos y sobrinos. Su ciudad, como el resto del estado de Uttar Pradesh, se encuentra en confinamiento estricto. Cientos de familias, como la de Hajina y Ansarul, se enfrentan, de nuevo, a una situación de vulnerabilidad extrema, ya que dependen de trabajos informales para poder comer. Semilla para el Cambio, una ONG española que trabaja desde hace 10 años en la ciudad, ha empezado a distribuir alimentos no perecederos entre la comunidad de este barrio y de Dashashwamedh, a la orilla del Ganges. “Espero que esto acabe muy pronto porque es una situación muy difícil para todos”, lamenta Ansarul.
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