Patrimonio cultural, moda y montaña
La historia de cómo los productos artesanos de las mujeres kirguisas acabaron en la Semana de la Moda de Milán muestra por qué trabajar como comunidad global ayuda a crear un futuro mejor para aquellas que habitan en zonas rurales, montañosas y remotas
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En el mundo, las poblaciones de las montañas se encuentran entre las más desfavorecidas y pobres. Las montañas son ecosistemas muy frágiles, amenazados por los efectos del cambio climático y el avance de la degradación ambiental, tanto es así que la mitad de la población de las zonas montañosas de los países en desarrollo se encuentra en alto riesgo de desnutrición.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, es importante recordar cómo estas vulnerabilidades tienen un impacto particularmente grave en las condiciones de vida de las mujeres, ya que reducen sus posibilidades de emancipación económica y social. Asimismo, es importante poner de relieve lo que podemos hacer para cambiar esta situación, en el marco del compromiso común de promover su empoderamiento.
En muchas zonas montañosas, las mujeres, a pesar de ser las principales responsables del bienestar de sus familias, sufren tasas de pobreza aún más altas debido a las normas y prácticas sociales que las excluyen del acceso a servicios, recursos y mercados.
Son precisamente estas mujeres –y las comunidades de la montaña en general– las que conservan conocimientos y técnicas tradicionales únicas, desarrolladas y transmitidas a lo largo de los siglos y que últimamente están emergiendo gracias a métodos innovadores de valorización, de modo que estos conocimientos prácticos puedan contribuir a mejorar sus condiciones de vida, colocándolas al centro de los procesos de desarrollo.
Las mujeres de Barskoon (un poblado a 1.750 metros sobre el nivel del mar en el noreste de Kirguistán) durante generaciones han producido alfombras, tapices y bufandas de seda adornados con fieltro, una tela típica del país. Esta actividad artesanal, que hace uso de materiales locales y conocimientos tradicionales, se lleva a cabo en armonía con el medio ambiente y con la estructura social de las comunidades rurales de montaña, proporcionando una fuente de ingresos alternativa a la migración.
Los productos de fieltro de Kirguistán tienen un valor tanto práctico –protegen del frío intenso– como simbólico: en efecto, están ricamente decorados con preciosos bordados inspirados en el medio ambiente, las plantas y los animales del lugar, y también en motivos cosmológicos y religiosos.
En 2017, las mujeres de Barskoon formaron un grupo de artesanas llamado Topchu para elaborar los productos creados con las técnicas tradicionales transmitidas por sus madres y abuelas, y empezaron a colaborar con la iniciativa de productos de la Alianza para las Montañas, con el fin de comercializar sus bufandas de seda y fieltro.
Promovida por la Secretaría de la Alianza para las Montañas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la iniciativa de promoción de productos de montaña es un modelo global para el etiquetado de los productos locales. Promueve tanto la alimentación orgánica como los productos artesanales elaborados por pequeños productores en zonas de montañas y con técnicas tradicionales.
Con apoyo de la Cooperación Italiana para el Desarrollo, la iniciativa ya ha involucrado a más de 10.000 pequeños productores en ocho países, incluidas 6.000 mujeres, que han podido así aumentar la producción y las ventas hasta en un 40%.
Stella Jean, conocida promotora de la moda ética, supo del trabajo artesanal de las mujeres kirguisas y juntas han creado una colección de moda sostenible inspirada en los diseños de fieltro y los bordados tradicionales
Las mujeres de Barskoon también participan en esta iniciativa. Gracias a la venta de sus productos en el mundo, han visto duplicar sus ingresos y ahora pueden permitirse apoyar mejor la educación de sus hijos, ampliar sus huertos y comprar más ganado.
Hoy día, gracias a la colaboración con la estilista ítalo-haitiana Stella Jean, su negocio está experimentando una evolución imprevista. Stella Jean, conocida promotora de la moda ética, supo del trabajo de las mujeres kirguisas a través del Comité de las Mujeres, de la FAO. Fascinada por sus trabajos, deseaba colaborar con la iniciativa de productos de Alianza para las Montañas y crear una colección de moda sostenible inspirada en los diseños de fieltro y los bordados tradicionales de las mujeres kirguisas.
A pesar de las dificultades debidas a la pandemia de la covid-19, que también ha provocado un largo confinamiento en Kirguistán, Stella Jean ha trabajado en línea con una modista kirguisa para diseñar los modelos que las mujeres de Barskoon han producido.
Las mujeres de la asociación Topchu contribuyeron con sus técnicas, mientras que Stella Jean aportó la experiencia del hecho en Italia (made in Italy), el conocimiento de la moda contemporánea y el acceso al mercado mundial. El mes pasado, la historia de esta colaboración innovadora, y la colección cápsula resultante, se estrenaron en la Semana de la Moda de Milán.
Es importante destacar que las mujeres Topchu se han convertido en las propietarias de los modelos creados con Stella Jean, y que ahora podrán reproducir las prendas y venderlas directamente, aprovechando la exposición internacional de la colección Stella Jean y las nuevas conexiones con los mercados internacionales.
Esta colaboración es un hermoso ejemplo de cómo el patrimonio cultural y una empresa privada con visión de futuro pueden convertirse juntos en un motor de desarrollo sostenible, valorizando las habilidades técnicas, compartiendo el saber artesano y logrando así tener un impacto positivo en el papel y la condición de las mujeres y en las economías locales.
Este ejemplo virtuoso muestra además cómo la autonomía de las mujeres y las interconexiones globales-locales pueden ayudar a crear oportunidades económicas. Una colaboración que ahora se replicará en otros países para apoyar a las demás comunidades de mujeres artesanas de la Alianza para las Montañas.
Una mayor autonomía en las decisiones, el acceso regular a los ingresos y la valorización del patrimonio cultural son elementos clave para mejorar las condiciones de vida de las mujeres.
Si bien hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer, también celebramos la riqueza de las técnicas y tradiciones de las mujeres de las montañas. Debemos seguir trabajando como comunidad global para crear un entorno de apoyo en el que estas mujeres puedan utilizar los dones extraordinarios de su herencia cultural para crear un futuro mejor para ellas y sus familias.
Marina Sereni es viceministra de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional de Italia. María Helena Semedo es directora general adjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
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