Recuerdos de una sanidad pública que ya no existe
Los lectores y las lectoras escriben sobre el deterioro de la atención médica, la investigación del obispo de Cádiz, Rafael Zornoza, por acusaciones de pederastia, la compra de pisos por Telegram y la falta de plazas en residencias públicas
Cuando mi hija nació, en 2007, a las pocas semanas vimos que sus pupilas se agitaban con fuerza de un lado a otro. Mi pareja y yo, primerizos los dos, no creímos que fuese nada importante, pero la llevamos al centro de salud. Lo que nos dijeron fue abrumador: lo que le pasaba se llamaba nistagmo congénito y era un síntoma, no la enfermedad; había que buscar qué lo estaba provocando. En cualquier caso, el nistagmo no tenía cura y su capacidad de visión estaba afectada de forma severa, pudiendo incluso ser ciega. Superados por la situación, preguntamos si había alguna esperanza, aunque fuera por la sanidad privada. La respuesta del amable doctor fue clara y contundente: “No encontraréis en la privada los recursos ni los médicos que hay en la pública”. Y así fue. He contado esta historia muchas veces defendiendo la importancia de la sanidad pública. Pero desde hace unos años todo el mundo contesta lo mismo: “¿Pero hace cuánto fue eso?”. Y no hace tanto, pero lamentablemente hoy la respuesta que nos dio el doctor parece de otra época.
Pedro Cos. Madrid
Impunidad
El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el obispo Luis Argüello, anuncia que la renuncia del obispo de Cádiz investigado canónicamente por acusaciones de pederastia puede ser aceptada próximamente, como si tal aceptación fuese la solución final a un conflicto en el que el Vaticano y la Conferencia Episcopal vienen haciéndose el sordo desde hace muchísimos años. El Defensor del Pueblo ha estimado que la cifra total de víctimas puede llegar a las 440.000. Y luego de la “aceptación”, ¿qué? Nada más, todo se acaba ahí, no hay unas consecuencias penales, ¿no se sentará el obispo Rafael Zornoza ante los tribunales, o irá directamente a una de esas residencias de jubilados sacros que la Iglesia tiene listas para estos desalmados?
Cándido Barral Alvarellos. A Coruña
Pisos en Telegram
Jamás hubiera pensado que llegaríamos a comprar pisos por Telegram, a golpe de mensaje, como quien participa en un sorteo exprés. En minutos, un apartamento cambia de manos sin que el comprador lo haya visto, sin saber quién vivirá allí y sin importarle nada más que una cifra: la rentabilidad. Este fenómeno no nace por casualidad. Hemos convertido la vivienda, un derecho básico, en un producto financiero más. Y mientras los inversores compiten por rentabilidades, miles de personas compiten por algo mucho más sencillo: poder vivir en su propia ciudad. Cada operación exprés tiene un efecto silencioso: encarece barrios enteros, desplaza vecinos y transforma ciudades reales en tableros de inversión a distancia.
Laura Martínez-Alcocer Cid. La Llagosta (Barcelona)
Solos y abandonados
Me resulta muy doloroso observar la situación de tantos ancianos que, al llegar a un punto en el que ya no pueden vivir solos, se enfrentan a la falta de plazas en residencias públicas. Si no tienen los recursos para costear una privada, ¿qué opciones les quedan? Es dramático pensar que, al final de sus vidas, muchos se encuentran solos y con niveles de ansiedad extremadamente altos.
Almudena Hidalgo García. Salamanca